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6 Amauta EMILE VANDERVELDE: He publicado hace algunos años, donde Alcan, un ensayo que intenta responder a vuestras preguntas. Essais Socialistes, Art, La Religión, Alcool, 1906. Falto de tiempo, no puedo sino referirme a él (1. Una literatura y un arte que expresen las aspiraciones de la clase obrera. Creo que están todavía por nacer o por lo menos que son muy raros los artistas y los escritores que expresan realmente las aspiraciones de la clase obrera.
Un Constantin Meunier, un Anatole France, un Gorki, un Henri Barbusse, pueden inspirarnos a nosotros una más grande simpatía por estas aspiraciones. Los trabajadores les estan reconocidos por el impulso que llevan hacia ellos. Pero es a libros como Germinal de Zola, a estas obras más conformes. a las que van en realidad sus simpatías. Se puede lamentar, pero hay que constatarlo. Cambiará esto? Talvez, pero no cambiará sino el día en que los artistas y los escritores del pueblo, en lugar de ir a él, vendrán de él. Vandervelde. Vandervelde estudia en este libro la situación del artista en el régimen capitalista. Lo muestra sufriendo la dominación de una pequeña minoría privilegiada, a la cual está obligado para vivir a vender sus obras y que le impone necesariamente, bajo pena para él de morir de hambre, sus gustos y sus prejuicios. Muestra la explotación vergonzosa que sufren los artistas de parte de los intermediarios, la lucha que deben librar constantemente para escapar a la miseria y a la influencia envilecedora, degradante, que todas sus condiciones ejercen sobre el arte. este situación de los artistas en el régimen capitalista el autor opone la que les creerá el régimen socialista. En virtud de la cultura y de la instrucción pública y de las facilidades de desarrollo que el nuevo régimen, no basado sobre el provecho, dará a los artistas: el arte, dice, en lugar de reflejar la mediocridad del espíritu de las clases poseedoras, volverá a ser lo que fué en sus mejores épocas, la más alta expresión del ideal de un pueblo entero. El estudio de Vandervelde, contiene igualmente excelentes reflexiones sobre el arte llamado socialista.
El autor muestra que, por lo general, este arte no tiene de socialista sino el nombre. Lejos de reflejar las aspiraciones de la clase obrera, sus condiciones de existencia, no expresa sino la revuelta individual de los intelectuales burgueses. No habrá, dice Vandervelde, verdadero arte socialista sino sobre la base de las condiciones nuevas creadas por la sociedad socialista.
Aunque escrito en 1906, el estudio de Vandervelde se lee todavía con interés. Sin embargo, haremos al autor el reproche de no haber avanzado suficientemente en su análisis del arte, en cuanto expresión de una época determinada. Lo que él dice al respecto, permanece demasiado en el dominio de las generalidades. Realmente, es más una obra de propaganda para uso de los artistas que un estudio marxista sobre los problemas del arte.