Amauta 101 Libros y Revistas CRONICA DE LIBROS el rasgo de poeta delicado, que poco se encuentra ahora. asustado de pacos el camino me mira y se va dulce en árboles así. Así es Varallanos, en esta hora, con estridencias y todo, uno de los temperamentos poéticos más auténticos y más definidos.
Juan Filartigas LA CRUZ DEL SUR Montevideo, 1928.
José Varallanos EL HOMBRE DEL ANDE QUE ASESINO SU ESPERANZA poemas unilaterales Lima, 1928. vaya esta nota sobre la mitad del libro de Varallanos. Sólo de la mitad, porque yo me acomodo a la voluntad del autor y guardo el libro para leerlo, entero, en el campo y por las mañanas, sobre todo en verano. como me lo aconseja en su dedicatoria. a decir verdad, estos días de invierno convencional, un poco saturados de Kant y Spengler, son poco propicios para la poesía. en el asfalto mojado de la apreciación se corre el riesgo de patinar y dar vuelta de campana, cuando se va de prisa, a cien kilómetros, como ahora.
El libro de Varallanos necesita vacaciones, y vacaciones un poco largas para leerlo despacio. Hay que arreglar los cronómetros con el poeta, además.
Ir paso a paso, caer a veces en oscuridad, a veces en encerramientos como de valle andino, y encontrarse eon metáforas como cumbres. los cerros mozos juegan a la ronda, eneerrando al valle ingenuidad. al fondo, una lomita fresca de sembríos, peinada de color, ñusta fuerte, salta, salta y llega hasta el corazón Hay en Varallanos una nota muy aguda de sentimiento de la tierra nativa, de nostalgia pueblerina. por sobre todo, autoctonismo. Pero autoctonismo de indio auténtico, lento, recogido, melancólico, oscuro.
También, a veces, la tristeza va al traste y emerge la juventud. hurra! que yo aviento el mundo con mi palabra Impresiones poemáticas sobre cuatro grandes uruguayos: Julio Supervielle, el conde de Lautréamont, Julio Laforgue y Pedro Figari. Tres grandes poetas y un gran pintor que también da para impresiones poematicas.
Se corre un gran peligro cuando se alterna con gigantes: se corre el riesgo de achatarse. Tienen sonrisa en los labios y una apariencia muy amistosa que invitan a acercárseles.
Pero cuando se está junto a ellos, se nota que el ambiente que respiran es muy pesado por que se consumen todo el oxígeno de la reputación.
Yo no sé que noto en el libro de Filartigas, de desaliño, de displicencia. Debe ser la atmósfera viciada por la respiración de los gigantes que impresiona. El Supervielle, el Lautréamont, que nos presenta están demasiado diluídos. Lástima. Impresiones poemáticas sobre poemas llevan a eso. Mejor se hubiera atrevido a una crítica desembozada, aunque favorable.
El dilema: se hacen los poernas o se hace la crítica.
En medio de todo y apesar de todo, hay en Filartigas sensibilidad y devoción por la poesía. Es mucho.
Estuardo Nuñez.