Amauta 75 Sequedad del invierno. pinos de inhalaciones someten a amarguras taninas cientos de Emas.
El otoño, escamado, final, a comezones desconecta las tisis en sus prisas extremas.
Eruptivo verano, primavera incipiente pasan por hielos cines tan invertidamente, que mil Emas olvidan la salud, la campaña El hotel consolándose de una Ema que muere. cada enfermo sano, a la hora que prefiere, se nutre del cacao bruto de la montaña.
VELOCIDAD Por tus velocidades en que siete colores, raid de disco de Newton, albean la mañana y, en llegando, se expresan, desmayando motores, al espectro de Plucker de tu sweater de lana. Repto vuelo de aceros que sol buitre amilana diriges, apretado, por aires inferiores, con los cuellos tendidos a la vista cercana, en alas de carbono y ornitales rumores.
Ahora, míseramente sin poema, sin nada, adentrado en la llanta de repuesto, pillete de colilla y cachucha, contigo yo me fuera. Auto, piloto, luz, metal, pájaro, cada idea, todo término, jarriba en el cohete de una velocidad que ni es humo siquiera.
URBANISMO Extramuros; meaban tufillos de ganado; el sol, viudo, fregábase la marmita de cobre, y un ficus malarioso, paupérrimo, baldado, ingería la purga de un regato salobre. Ketty; sus ojos agros ya se han urbanizado; Ketty, yanguis elevan hierro y cemento sobre sus pupilas palustres; postrero parvo prado de la corbata verde de algún amigo pobre En seda vegetal salvo el color extenso que ingenieros albinos, mascando chicle, a tenso cordel y a teodolito, van hurtando a mi pena. Viento agudo mondaba la tarde, que era una manzana madurísima, y el plato de la luna colmábase de tiras de cáscaras morena.