Amauta 49. Está muy lejos murmuro, mefistofélicamente, el señor del sine dolo.
De repente, quedaron cortados en seco todos los diálogos.
Tres hombres encapados, graves, provectos y con las melenudas cabezas descubiertas, aparecieron por uno de los extremos del patio; eran los tres jurados escogidos para fallar sobre la coinpetencia de los cumananeros: el maestro de capilla de Piura, el de Paita y el de Catacaos. Saludaron ceremoniosamente, arrojaPs a un lado sus capas y tomaron asiento en el estrado, presididos por el más antiguo en la profesión, que era el de la ciudad. la triple aparición, todos los grupos se disolvieron, y cada cual se apresuró a sentarse donde le correspondía. La curiosidad ardia en las pupilas. Entre las mujeres, particularmente, el interes por conocer al famoso Matalaché, de quien sabían más de una aventura, rayaba en exaltación. Las esclavas, sobre todo, de también fueran admitidas e instaladas separadamente, eran las que con más impaciencia esperaban su salida; unas para conocerle; otras para ver una vez más al hombre que las hiciera madre en una noche de felicidad. Algunas no habían vuelto a verle desde tres o cuatro años atrás; otras, apenas pocos meses, desde que el nuevo amo de La Tina se le ocurriera en buena hora estirpar la abominable y secular costumbre del yogamiento forzado y temporal.
Iban, pues, a ver una vez más, al padre de sus hijos, al hombre Puerte y dominador, el primero de los esclavos de la ciudad y de todos los valles piuranos seguramente. cada una de ellas se lo decía para sí, con cierto orgullo salvaje, con un intimo reconocimiento de hembra poseída. La fiesta, en cierto modo, era también para ellas. Las blancas, las amas ¿qué iban a ver en Matalaché sino un simple objeto de curiosidad. Qué podría importarles a ellas su triunfo o su derrota? Cualquiera que fuera el resultado, ellas podrían verle y oírle cuando quisieran, con solo pedirle el favor al amo que llegara a quedarse con él.
Calmado el rebullicio y agudiza la atención, se levantó el presidente del jurado, desdobló un pliego y comenzó a leer en clara y alta voz. Los muy nobles señores don Juan Francisco de los Ríos. Zúñiga y Peñaranda y del Villar don Pardo y don Miguel Jerónimo Seminario y Jaime, vecinos de esta leal y muy noble ciudad, vivamente interesados en solemnizar este santísimo día de Corpus Christi en unión del muy alto y respetable señorío piurano cruzaron ha dos meses una apuesta, digna de la prosapia de sus inventores, la cual va a realizarse dentro de breves momentos, para honesto regocijo de todos los presentes, y estímulo de los amante del divino arte musical. Se trata, dignisimos señores, de sabei, apreciar y proclamar cuál de los dos contendores, José Manuel Sojo, alias Matataehé, y Nicanor de los Santos Seminario, alias Mano de Plata, toca la difícil guitarra más diestramente y lo hace mejor can