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Amauta 12 O F R N I S CULTURA UNIVERSITARIA CULTURA POPULAR Conferenola de Antenor Orrego en el Ateneo Universitario de Trujillo Vuelvo a ocupar esta tribuna por el amistoso requerimiento del Ateneo Universitario. Hacer labor de cultura es hacer obra constructiva y perdurable. precisa reconocer, que la actual institución representativa del alumnado trujillano está cumpliendo esta salvadora, esta nobilísima tarea. Para el fragor del choque personal, se desvanecen las rencillas episódicas de la lucha, se apagan los resquemores de la puntillosa vanidad herida, se aquietan los sobresaltos de los intereses creados, pero la luz que se sembró fructifica, las conciencias que se libertaron deslumbradas por la verdad siguen creando la justicia y los espíritus que despertaron y se encendieron en el jadeo de la batalla prosiguen alumbrando y alentando los pasos creadores del hombre.
Esta acción perdurable y eterna, este substractum palingenésico de la obra humana, esta decantación positiva del espíritu es la acción permanente de la cultura. No hay pensamiento vivo, es decir, engendrade con la sangre del alma, que sea estéril. Pensamiento que se siembra es pensamiento que tarde o temprano y pese a las contingencias efímeras del momento, se trueca en próvida cosecha.
No se explica de otra manera esa supervivencia de ciertos hom bres y de ciertas instituciones que malgrado las maquinaciones del ambiente en que viven, malgrado la conspiración clandestina y sorda de las suficiencias consagradas por la ignorancia, se alzan erguidas e invulnerables, con una fuerza moral superior, por que son los verdaderos vehículos, los auténticos mensajeros de la cultura. es que la cultura es historia y la historia es cultura. El que vive de espaldas a su época, de hecho se suicida. Es un suicidio lento, invisible acaso para las víctimas, pero suicidio efectivo. El Perú está lleno de suicidas que no se dan cuenta de su fallecimiento ni de la potencia que los fulmina. Es una inconciencia que nos enternecería, si sus gesticulaciones de moribundos no fueran una rémora para la tarea salvadora de mañana.
Para los alumnos universitarios de este momento y para su institución representativa no puedo sino desear qué vivan siempre y que piensen y obren con el espíritu de su generación. Felizmente estoy constatando con íntima efusión que no quieren incorporarse a la gavilla de los suicidas inconcientes. Vosotros queréis salvaros para la cultura y para la historia. Vosotros queréis salvaros para la justicia del porvenir. Veo en vuestras pupilas este anhelo y esta resolución enérgica de vivir. Veo vuestras manos, vuestros pensamientos y vuestros actos cuajados de beligerancia. Tened en cuen ta que ya no sois los primeros. Cada día vuestra responsabilidad se aerecienta. Los primeros de vosotros son ya nombres célebres, y respetados en América y en el mundo. Ya tenéis nombres que pueden confortar vuestra esperanza. Vuestros hermanos un poco mayores que vosotros ya os han abierto el camino. Agrupaos y henchid el pecho para la victoria que se acerca.
mentos contemporáneos está preñado y ensombrecido con densos crespones de tragedia.
En el Perú la divergencia ha sido aún mayor que en el resto del mundo. La universidad ha tenido una semi cultura de gabinete y de pupitre pero no ha tenido ni tiene una verdadera cultura vital. La cultura hay que vivirla en principio y vivirla en acción.
No se puede, pongamos por caso, explicar y defender en el aula las llamadas garantías individuales y atropellarlas y negarlas en la calle y en la vida cotidiana. Para el universitario maestro o alumno no hay término medio.
En puridad verdad no hemos tenido una cultura porque no hemos sabido vivirla, porque no hemos sabido incorporarla dentro de las fibras de nuestra vida. Hemos confundido cultura con ilustración académica. No es lo mismo recitar un libro que crear y vivificar el ambiente espiritual de una cátedra. La ilustración es la memoria fría y yerta de la cultura pero no es la cultura misma. No vale la pena que en los exámenes se declane de corrido el amor a la libertad, al derecho y a la justicia y en la vida se les befe y se les decapite, o por lo menos, se muestre uno diferente a sus imperativos categóricos.
Hay un dicho popular que resume este estado harpagónico del espíritu. Meterse el diablo a predicador. dice la gente cuando la vida no está en consonancia con los principios que se sustentan, y hay otra sentencia evangélica en boca de Jesucristo que llamaba a los fariseos sequlcros blanqueados, que acaban de lapidarlo. Por desgracia la Universidad ha hecho con frecuencia el papel de diablo predicador y en muchos casos se le puede aplicar la frase evangélica.
Hablo así de la universida peruana porque he sido y soy un universitario. Los males de la propia casa no se curan sino denunciándolos. Ocultar las enfermedades es invitarlas a que medren y nos devoren. Quien ama corrige y aplica el cauterio. Un ejemplo de este amor nos lo dan los mismos catedráticos argentinos que no vacilan en denunciar los males de su propia casa. Oigamos al doctor Sánchez Viamonte, sabio catedrático de derecho político, cuando se trató de conferir el grado de doctor al príncipe Humberto de Saboya. Dice así. Señor Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Acabo de recibir una nota de usted invitándome en nombre del rector a la solemne recepción académica con que nuestra Universidad rendirá su homenaje a Humberto de Saboya, príncipe de Piamonte.
Ignoro en que consistirá exactamente la solemne recepción académica, pero tengo entendido que se trata de otorgarle al joven Humberto de Saboya un diploma universitario de doctor Honoris causa y me apresuro a enviar a usted mi respuesta.
No me explico cómo ha podido consentir el señor Decano en ser vehículo de esa invitación, para un acto cuya naturaleza lo presenta como único en los anales del mundo civilizado en la poca contemporánea y que repugna a mi carácter de argentino y de universitario.
Concurriría presuroso si se rindiera el homenaje a la nación italiana en la persona del alguno de sus hombres eminentes como el profesor Orlando verbigracia pero reputo intolerable obsecuencia contesana, contraria a nuestra constitución y al espíritu de nuestra democracia, y bochornosa para nuestra cultura, esta demostración de que la sabiduría y la ciencia se obtienen por nacimiento.
Después de esto creo que podrán ser reemplazados los exámenes de nuestros estudiantes por la comprobación de sus antecedentes de familia.
Ruego al señor decano que ponga esta nota en conocimiento del rector, manifestándole al mismo tiempo, que puede disponer del asiento que me reserva como Consejero de esa Facultad, para que lo ocupe otro universitario que haya olvidado su condición de argentino, demasiado presente en mi espíritu. Por otra parte, ni ebrio ni dormido consagraré con mi presencia la degradación de nuestra Universidad. Saluda a usted atentamente Sánchez Viamonte.
Esto es lo que se llama vivir la cultura y no sólo recitarla en las cátedras. Así se hace Universidad y se hace país.
Podría multiplicar estos ejemplos del celo de los profesores PUEBLO UNIVERSIDAD Para que la cultura sea cultura histórica y no muerta, para que la cultura no se convierta en simple escarceo erudito de academia en simple pagaísmo de palabreo técnico, para que la cultura viva en nosotros como médula de nuestros huesos y no sólo en los libros y en las clases, son precisos dos elementos primordiales: de un lado la Universidad, de otro el pueblo; de un lado el trabajador manual, de otro el trabajador intelectual. Son dos elementos que no pueden caminar separados porque se complementan entre si. Cuando se diyorcian, la cultura se convierte en el instrumento de una clase dominante que explota y oprime al pueblo, es decir, a la sustancia permanente de la historia y de la libertad del hom.
bre.
Durante el siglo diez y principios del diez y nueve hemos visto a donde conduce esta conexión. La tremenda catástrofe de 1914 fué su natural y lógica encrucijada y el escenario de nuestros mo