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Amauta 13 (Viene de la pág. claramente la intima relación entre las serenatas al virreinato en literatura y el dominio de la casta feudal en economía y política, este lado del pensamiento de González Prada adquiere un valor y una luz nuevos.
Como lo denunció González Prada, toda actitud literaria, consciente o inconscientemente refleja un sentimiento y un interés políticos. La literatura no es independiente de los demás categorías de la historia. Quién negará, por ejemplo, el fondo político del concepto en apariencia exclusivamente literario, que define a González Prada como el menos peruano de nuestros literatos?
Negar peruanismo a su personalidad no es sino un modo de negar validez en el Perú a su protesta. Es un recurso disimulado para descalificar y desvalorizar su rebeldía.
La misma tacha de exotismo sirve hoy para combatir el pensamiento de vanguardia.
Muerto Prada la gente que no ha podido por estos medios socavar su ascendiente ni su ejemplo, ha cambiado de táctica. Ha tratado de deformar y disminuir su igura, ofreciéndole sus elogios comprometedores. Se ha propagado la moda de decirse herederos y discípulos de Prada. La figurá de González Prada ha corrido el peligao de resultar una figura oficial, académica. Afortunadamente la nueva generación ha sabido insurgir oportunamente contra este intento.
Los jóvenes distinguen lo que en la obra de González Prada hay de contingente y temporal de lo que hay de perenne y eterno. Saben que no es la letra sino el espíritu lo que en Prada representa un valor duradero.
Los falsos gonzález pradistas repiten la letra; los verdaderos repiten el espíritu.
El estudio de González Prada pertenece a la historia y a la crítica de nuestra literatura antes que a las de nuestra política. González Prada fué más literato que político. El hecho de que la trascendencia política de su obra sea mayor que su trascendencia literaria no desmiente ni contraría el hecho anterior y primario, de que esa obra, en sí, más que política es literaria.
Todos constatan que González Prada no fué aceión sino verbo. Pero no es esto lo que a González Prada define como literato más que como político. Es su verbo mismo.
El verbo, en política, puede ser programa, doctrina. ni en Páginas libres ni en Horas de lucha encontramos una doctrina ni un programa propiamente dichos. En los discursos, en los ensayos que componen estos libros, González Prada no trata de definir la realidad peruana en un lenguaje de estadista o de sociólogo. No quiere sino sugerirla en un lenguaje de literato. No concreta su pensamiento en proposiciones ni en conceptos. Lo esboza en frases de gran vigor panfletario y retórico, pero de poco valor práctico y científico. Él Perú es una montaña coronada por un cementerio. El Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota el pus.
Las frases más recordadas de González Prada delatan al hombre de letras: no al hombre de Estado. Son las de un acusador, nó las de un realizador.
El propio movimiento radical aparece, en su origen, como un fenómeno literario y no como un fenómeno político. El embrión de la Unión Nacional o partido Rádical se llamó Círculo Literario. Este grupo literario se transformó en grupo político obedeciendo al mandato de su época. El proceso biológico del Perú no necesitaba literatos sino políticos. La literatura es lujo, no es pan.
Los literatos que rodeaban a González Prada sintieron vaga pero perentoriamente la necesidad vital de esta nación desgarrada y empobrecida. El Circulo Literario. la pacífica sociedad de poetas y soñadores, decía González Prada en su discurso del Olimpo de 1888, tiende a convertirse en un centro militante y propagandista ¿De dónde nacen los impulsos de radicalismo en literatura?
Aquí llegan ráfagas de los huracanes que azotan a las capitales europeas, repercuten voces de la Francia republicana e incrédula. Hay aquí una juventud que lucha abiertamente por matar con muerte violenta lo que parece destinado a sucumbir con agonía inoportunamente larga, una juventud, en fin, que se impacienta por suprimir los obstáculos y abrirse camino para enarbolar la bandera roja en los desmantelados torreones de la literatura nacional.
González Prada no resistió al impulso histórico que ſo empujaba a pasar de la tranquila especulación parnasiana a la áspera batalla política. Pero no pudo trazar a su falanje un plan de acción. Su espíritu individualista, anárquico, solitario, no era adecuado para la dirección de una vasta obra colectiva.
Cuando se estudia el movimiento radical, se dice que González Prada no tuvo temperamento de conductor, de caudillo, de condotiero. Más no es ésta la única constatación que hay que hacer. Se debe agregar que el temperamento de González Prada era fundamentalmente literario. Si González Prada no hubiese nacido en un país urgido de reorganización y moralización políticas y sociales, en el cual no podía fructificar una obra exclusivamente artística, no lo habría tentado jamás la idea de formar un partido.
Su cultura coincidía, como es lógico, con su temperamento. Era una cultura principalmente literaria y filosofica. Leyendo sus discursos y sus artículos, se nota que González Prada carecía de estudios específicos de Economía y Política. Sus sentencias, sus imprecaciones, sus aforismos, son de inccnfundibles factura e inspiración literarias. Engastado en su prosa elegante y bruñida, se descubre frecuentemente un certero concepto sociológico o histórico. Ya he citado alguno. Pero en conjunto, su obra tiene siempre el estilo y la estructura de una obra de literato.
Nutrido del espíritu racionalista y positivista de su tiempo, González Prada exaltó el valor de la Ciencia. Mas esta actitud es peculiar de la literatura moderna de su época. La Ciencia, la Razón, el Progreso, fueron los mitos del siglo diecinueve. González Prada, que por la ruta del liberalismo y del enciclopedismo llegó a la utopia anarquista, adoptó tervorosamente estos mitos. Hasta en sus versos hallamos la expresión enfática de su racionalismo. Guerra al menguado sentimiento. Culto divino a la Razón!
Le tocó a González Prada enunciar solamente lo que hombres de otra generación debían hacer. Predicó realismo. Condenando los gaseosos verbalismos de la retórica tropical, conjuró a sus contemporáneos a asentar bien los pies en la tierra, en la materia. Acabemos ya. dijo el viaje milenario por regiones de idealismo sin consistencia y regresemos al seno de la realidad, recordando que fuera de la Naturaleza no hay más que simbolismos ilusorios, fantasías mitológicas, desvanecimientos matafísicos. fuerza de ascender a cumbres enrarecidas, nos estamos volviendo vaporosos, aeriformes: solidifiquémonos. Más vale ser hierro que nubes.
Pero él mismo no consiguió nunca ser un realista. De su tiempo fué el materialismo histórico. Sin embargo, el pensamiento de González Prada, que no impuso nunca 11mites a su audacia ni a su libertad, dejó a otros la empresa de crear el socialismo peruano. Fracasado el partido radical, dió su adhesión al lejano y abstracto utopismo de Kropotkin. en la polémica entre marxistas y bakuninistas, se pronunció por los segundos. Su temperamento reaccionaba en este como en todos sus conflictos con la realidad, conforme a su sensibilidad literaria y aristocrática.
La filiación literaria del espíritu y la cultura de González Prada, es responsable de que el movimiento radical no nos haya legado un conjunto elemental siquiera de estudios