ViolenceWorking Class

Amauta su propiedad y su vida. la violencia respondería con la violencia, escarmentando al patrón que le arrebata las lanas, al soldado que recluta en nombre del Gobierno, al montonero que le roba ganado y bestias de carga.
Al indio no se le predique humildad y resignación sino orgullo y rebeldía. Qué ha ganado con trescientos o cuatrocientos años de conformidad y paciencia? Mientras menos autoridades sufra, de mayores daños se liberta. Hay un hecho revelador: reina mayor bienestar en las comarcas más distantes de las grandes haciendas, se disfruta de más orden y tranquilidad en los pueblos menos frecuentados por las autoridades.
En resumen: el indio se redimirá merced a su esfuerzo propio, no la humanización de sus opresores. Todo blanco es, más o menos, un Pizarro, un Valverde o un Areche.
1904.
Nota. Este artículo no formaba parte de la primera edición de Horas de Lucha. Lo hemos incluido en ésta porque consideramos que las iedas expresadas en el armonizan con el espíritu de la obra.
Conviene, sin embargo, advertir que el autor no concluyó Nuestros Indios. ni mucho menos llegó a corregir definitivamente las páginas que había esbozado. hemos decidido publicarlo así, respetando el estilo espontáneo del autor, antes que aportar modificaciones en que la buena intención no habría sabido siempre disculpar la torpeza, para no privar al público de conocer la opinión del autor sobre tema de tanta importancia.
Tiene razón Novicow al afirmar que la pretendidas incapaci.
dados de los amarillas y los negros son quimeras de espíritus enfermos. Efectivamente, no hay acción generosa que no pueda ser realizada por algún negro ni por algún amarillo, como no hay acto infame que no pueda ser cometido por algún blanco. Durante la invasión de China en 1900, los amarillos del Japón dieron lecciones de humanidad a los blancos de Rusia y Alemania. No recordamos si los negros de Africa las dieron alguna vez a log boers del Transvaal o a los ingleses del Cabo: sabemos sí que el anglosajón Kitchener se muestra tan feroz en el Sudán como Behanzín en el Dahomey. Si en vez de comparar una muchedumbre de piel blanca con otras muchedumbres de piel oscura, comparamos un individuo con otro individuo, veremos que en medio de la civilización blanca abundan cafres y pieles rojas por dentro. Como flores de raza u hombres representativos, nombremos al Rey de Inglaterra y al Emperador de Alemania: Eduardo VII y Guillermo II ¿merecen compararse con el indio Benito Juárez y con el negro Booker Washington? Los que antes de ocupar un trono vivieron en la taberna, el garito y la mancebía, los que desde la cima de un imperio ordenan la matanza sin perdonar a niños, ancianos ni mujeres, llevan lo blanco en la piel más esconden lo negro en el alma. De sólo la ignorancia depende el abatimiento de la raza indígena? Cierto, la ignorancia nacional parece una fábula cuando se piensa que en muchos pueblos del interior no existe un solo hombre capaz de leer ni de escribir, que durante la guerra del Pacífico los indígenas miraban la lucha de las dos naciones como una contienda civil entre el general Chile y el general Perú, que no hace mucho los emisarios de Chucuito se dirigieron a Tacna figurándose encontrar ahí al Presidente de la República.
Algunos pedagogos (rivalizando con los vendedores de panaceas) se imaginan que sabiendo un hombre los afluentes del Amazonas y la temperatura media de Berlín, ha recorrido la mitad del camino para resolver todas las cuestiones sociales. Si por un fenómeno sobrehumano, los analfabetos nacionales amanecieran manana, no sólo sabiendo leer y escribir, sino con diplomas universitarios, el problema del indio no habría quedado resuelto: al proletariado de los ignorantes, sucedería el de los bachilleres y doctores.
Médicos sin enfermos, abogados sin clientela, ingenieros sin obras, escritores sin público, artistas sin parroquianos, profesores sin discípulos, abundan en las naciones más civilizadas formando el innumerable ejército de cerebros con luz y estómagos sin pan. Donde las haciendas de las costas suman cuatro o cinco mil fanegadas, donde las estancias de la sierra miden treinta y hasta cincuenta leguas, la nación tiene que dividirse en señores y siervos.
Si la educación suele convertir al bruto impulsivo en un sér razonable y magnánimo, la instrucción le enseña y le ilumina el sendero que debe seguir para no extraviarse en las encrucijadas de la vida. Más divisar una senda no equivale a seguirla hasta el fin: se necesita firmeza en la voluntad y vigor en los pies. Se requiere también poseer un ánimo de altivez y rebeldía, no de sumisión y respeto como el soldado y el monje. La instrucción puede mantener al hombre en la bajeza y la servidumbra: instruídos fueron los eunucos y gramáticos de Bizancio. Ocupar en la Tierra el puesto que le corresponde en vez de aceptar el que le designan: pedir y tomar su bocado; reclamar su techo y su pedazo de terruño, es el derecho de todo sér racional.
Nada cambia más pronto ni más radicalmente la psicología del hombre que la propiedad: al sacudir la esclavitud del vientre, crece en cien palmos. Con sólo adquirir algo el individuo asciende algunos peldaños en la escala social, porque las clases se reducen a grupos clasificados por el monto de la riqueza. la inversa del globo aerostático, sube más el que más pesa. Al que diga: la escue.
la, respóndasele: la escuela y el pan.
La cuestión del indio, más que pedagógica, es económica, es social. Cómo resolverla? No hace mucho que un alemán concibió la idea de restaurar el Imperio de los Incas: aprendió el que chua, se introdujo en las indiadas del Cuzco, empezó a granjearse partidarios, y tal vez habría intentado una sublevación, si la muerte no le hubiera sorprendido al regreso de un viaje por Europa. Pero ¿cabe hoy semejante restauración? Al intentarla, al querer realizarla, no se obtendría más que el empequeñecido remedo de una grandeza pasada.
La condición del indígena puede mejorar de dos maneras: o el corazón de los opresores se conduele al extremo de reconocer el derecho de los oprimidos, o el ánimo de los oprimidos adquiere la virilidad suficiente para escarmentar a los opresores. Si el indio aprovechara en rifles y cápsulas todo el dinero que desperdicia en alcohol y fiestas, si en un rincón de su choza o en el agujero de una peña escondiera un arma, cambiaria de condición, haria respetar (1. Don Víctor Arreguine le ha contestado con el libro En qué consiste la superioridad de los Latinos sobre los AngloSajones (Buenos Aires 1900. Según Arreguine, la larga obra del señor Demolins, ampliación de un capítulo de Taine sobre la educación inglesa, en lo que tiene ella de bueno, antes que obra de imparcial serenidad, es un alegato anglómano con acentuado sabor a conferencia pedagógica, no obstante lo cual ha turbado a muchos cerebros latinos con lo que llamaremos mareo de la novedad. De dónde saca el autor esas 22 repúblicas? No hay aquí un error tipográfico porque en una nota de la página 40 escribe: if faut ignorer une facon bien compléte histoire de Saint Domingue, Haiti, celle des vingt deux républiques hispano américaines et celle des Etats Unis. 1) Acaba de afirmar que los apóstoles pueden mucho porque logran transformar la opinión, etc. En las páginas 451 y 452 expresa lo contrario: Nos pensées, etc. 2) Traducción anónima de la España Moderna, Madrid. Cuando en el Perú se habla de inmigración, no se trata de procurarse hombres libres que por cuenta propia labren el suelo y al cabo de algunos años se conviertan en pequeños propietarios: se quiere introducir parias que enagenen su libertad y por el mínimum de jornal proporcionen el máximun de trabajo. Memorias de los Virreyes del Perú, Marqués de Mancera y Conde Salvatierra, publicadas por José Toribio Polo. Lima, 1899. La Raza Indígena del Perú en los albores del siglo XX. página VI, segundo folleto. Lima, 1903. Una persona verídica y bien informada nos proporciona los siguientes datos: Masacre de Amantani. Apenas inau gurada la primera dictadura de Piérola, los indios de Amantani. isla del Titicaca, lincharon a un gamonal que había cometido la imprudencia de obligarles a hacer ejercicios militares. La respues ta fué el envío de Puno de dos buques armados en guerra, que bombardearon ferozmente la isla, de las de la mañana a las de la tarde. La matanza fué horrible, sin que hasta ahora se sepa el número de indios que ese día perecieron, sin distinción de edad ni sexo. Sólo se ven esqueletos que aún blanquean metidos de medio cuerpo en las grietas de los peñascos, en actitud de refu giarse.
Ilave y Huanta se consumaron en la segunda administración de Piérola.