Amauta 29 PEQUEÑAS PROS AS POR MARIA WIESSE DOMINGO Llega el domingo plácido, sonriente, solemne y un poco pueril.
Para los niños hay que ir a misa, hay que pasearse por las calles de la ciudad donde se encuentra a las amistades de papá y de mamá es el martirio de los trajes y de los zapatos nuevos, de la ropa limpia bien almidonada y bien planchada, del peinado aplastado a fuerza de agua y de escobilla. mil recomendaciones gruñonas. no te ensucies, no te despeines, cuida tu calzado, anda derecho. Quién cantaba: Mañana domingo se casa la reina. Si ya el domingo no es un día de cuentos de hadas: boda. de una reina, baile de duendes, ronda de enanos y de elfos. Dia ceremonioso y aburrido, qué importa que no haya colegio si hay que cuidar la ropa y ponerse zapatos que ajustan!
Domingo. El buen señor, el respetable padre de familia, que apunta sus gastos en una libreta y controla el consumo del azúcar, va a la pastelería de la bodega: el almuerzo ha de serese día suculento, copioso, variado. Ese mismo señor meterá, por la tarde, a toda la familia en un Buick de reciente adquisición y a rodar por esas avenidas de Dios. Qué orgulloso está el buen señor de ser dueño de un carro nuevecito, qué satisfecho está de manejarlo él mismo con qué gravedad y qué enfasis!
Domingo. El hortera que se ha levantado tarde va a misa de once. Se siente guapo, se siente elegante, se siente donjuanesco, tan guapo, elegante y donjuanesco como Valentino, el ídolo de las pollitas de toda condición social.
Domingo. En el circo el payaso repite por centésima vez un chiste insulso que hace chillar de gusto a los escolares. Doralisa en el cine, se emociona ante un gesto de Ricardo Cortez.
Domingo. Alegría sin color, regocijo oficial itan triste!
diversión siempre igual, placer monótono e insípido mejor es, entonces, el dolor.
Yo, encerrada en mi habitación, escucho la Victrola lo susurra suavemente un Nocturno de Borodine impregnado de melancolía. recuerdo la exclamación desesperada del poeta: Ah quo la vie est quotidienne!
rayados se han ido a algún casino, a tomar té y a bailar, los chiquillos constructores de castillos y de fuertes de arena, regresan a sus casas y el señor de gorra de lona y pantalones blancos ese que se cree un marino con toda la barba juega bridge en el hotel. La señora de opulentas formas y rostro ya marchito cincuenta y tres otoños puede gozar ampliamente de la soledad y del silencio de la playa. Para ella los otros se an alejado en busca de frívolas diversiones es esta fiesta del color rojo en toda su gama ese crepúsculo suntuoso, esa hora propicia al ensueño. no sonreíamos demasiado la respetable matrona es una romántica incorregible, una romántica como ya no se encuentra en este siglo tróninico y decadente.
Trae a la playa un libro y es ya la Amistad amorosa. ya el Baiser au clair de luna de Chantepleure, creo y muy cursiya las Rimas de Becquer. Ah romanticismo delicioso el de esta matrona cargada de años! En secreto suspira por el alma hermana. por el amigo del alma su marido és una magnífica persona, pero completamente prosaico y, os lo aseguro, no hay depravación en estos anhelos, en esta nostalgia de su corazón. El mar, la luna, el campo le arrancan suspiros y le hacen entornar lo sojos. Algo a la vez ridículo y conmovedor. Lee aquello de Volverán las oscuras golondrinas. y una lágrima tiembla en sus ojos.
Le gustan las telas vaporosas, los perfumes muy leves, se envuelve en echarpes claros y jamás se ríe estrepitosamente. válgame Dios. esta madre cuya hija conduce ya un Sedan y cuyo hijo ha entrado a la Universidad, ha escrit a Ronald Collman pidiéndole su retrato.
María WIESSE.
Miraflores, 1928. A ALBA La niña que también es aurora se ha despertado con el alba. como la alondra saluda a la mañana con un gorjeo risueño y melodioso: su voz, clara, su fresca risa despiertan a su madre, a su padre, a su hermano: a todos los de casa.
La pequeñita todavía tiene año y medio se ha puesto a jugar y a saltar en su camita tibia. En su rizado cabello castaño se ha posado el primer rayo de sol, pero sus ojos brillan más que los resplandores de la mañana. Ríe y habla; balbucea todas las palabras que sabe. dulces y graciosas vuelan las sílabas que forman su vocabulario: mamá, papá, ñaño, nana, tata, teta. Unas palabras nuevas aprendidas la víspera las repite sin cansarse, acompañándolas de risas: pato, gato, pato, gato.
La madre contempla a su pequeñita y el amor y la ternura ya no le caben en el corazón. Besa los piecesitos semejantes a flores, las manos llenas de hoyuelos, las mejillas rosadas y firmes. La chiqui la responde a las caricias de su madre para, en seguida, volver a jugar, a retozar y a gorjear.
Alba musical y pura, fragante y jubilosa, alba de amor y de candor ésta que acompañan risas y balbuceos de niña. la casa es como un bosque, es como un jardín, es como el campo donde los pájaros saludan con sus cantos la aparición de la mañana.
EN la orilla me he puesto meditativamente en la funesta orilla del nocturno universo a contemplar las aguas negras donde se abisma de irreveladas sendas todo esto que es mi vida y ha cantado la noche la canción de la espera, turbias lenguas de voces que el alma no decifra.
Me he tomado del brazo a guíarme en un sendero y nos hemos perdido mi intento y mi fracaso.
Sentémonos aquí, soledad de mi vida, a escuchar la sonata de las nocturnas lágrimas ¡Oh palidez de llanto que se cuajó en pesares!
Oh espanto cobarde en el umbral de todo!
La muerte de mis horas sin hallar concreción, el triunfo de la mano que sin cesar me empuja y la fosca tristeza de ser como soy yo.
Así en la noche fueron muriendo los luceros.
Crugieron los cordajes de barcos al partir.
En mi carne amarradas tengo aún las tristezas, ciegos barcos que vienen de los rumbos sin fin a ampararse en la dársena dada a todos los tráficos.
ROMANTICISMO Todos los días, al atardecer, cuando el cielo deja caer rosas sobre la tierra y el mar es como una inmensa copa de vino, viene e8a señora gorda a sentarse, en la playa. La playa está, entonces, silenciosa y solitaria; las parejas que flirteaban bajo los parasoles Juan Merino Vigil.