Violence

24 Amauta EL INDIO NO ES PANTEISTA POR ANTERO PERALTA Kati Muchos escritores, de vanguardia y retaguardia, están habituados a afirmar probablemente sin fijar mientes en lo que dicen, que los quechuas y aimarás son esencialmente panteístas. Pero, por qué se dice que son panteístas? qué clase de panteísmo se refieren? Con qué criterio y a base de qué datos se ha calificado el sentimiento religioso del indio?
Desde el punto de vista de la sistemática y sólo con ésta pueden clasificarse las manifestaciones espirituales el panteísmo atribuído al aborígen no cabe, a nuestro modo de ver, dentro de ninguno de los marcos que nos ofrece la historia del pensamiento.
Si hablamos de tipos de creencias tenemos que referirnos ipso facto a los patrones religiosos o metafísicos más importantes, porque es de suponer que al determinar la forma de religiosidad indígena debe haberse tenido en cuenta alguna especie de panteísmo. Tratemos de desentrañar las características de las concepciones religiosas y metafísicas si existen de nuestra población vernácula y veamos las semejanzas y puntos de contacto con los modos de panteísmos históricos. Persigue el indio, a manera del hindú, un misticismo panteísta, es decir, la extinción de la conciencia individual y el abismamiento en la sustancia infinita? Quizá en ciertas actitudes contemplativas del quechua, como en presencia del arco iris, se trate de sorprender un estilo de nirvana. Más para convenir con esta interpretación habría que examinar previamente los conceptos religioso y cultural del indio. Urge, antes de enfocar este detalle, exponer ligeramente las diferentes y principales formas de panteísmo. Concibe el indio un alma universal, un principio inteligente, inmanente en el mundo, unificador, motor y plasmador, universal de las formas de la vida como pensaban Pitágoras, Anexágoras, Platón? Imagina, como Bruno y Espinosa, un emanatismo, en virtud del cual los seres del universo salen de Dios, no por creación ex nihilo sino por emanación, y vuelven a EL como las aguas de los ríos a la inmensidad del mar. Piensa, a la manera de Aristóteles, en una razón universal de la humanidad, en un panteísmo sicológico? Concibe un idealismo trascendental que explique por el sér absoluto el fondo de toda realidad, o un monismo sustancialista de la que todas las existencias serían atributos? Conoce, en fin, el indio un panteísmo evolucionista en que el sér y no ger son idénticos. en que todo es uno y lo mismo según pensaron Heráclito y Hegel? Indudablemente que no. Porque las altas concepciones metafísicas, como las enumeradas, son frutos de culturas muy desarrolladas. para nuestro caso, hablar de cultura indígegena aún de la incaica que no llegó a sus máximas posibilidadesequivaldría a disparatar.
Podemos asegurar que el indio no fué panteísta ni en la época de los incas. La concepción metafísica más generalizada de entonces era la del heliosismo que, en nada, puede testimoniar una especie de panteismo, porque creer que se desciende del Sol a quién se venera por lo mismo no implica ni vagamente un fenomenismo cósmico, de carácter divino, del que se es un aspecto.
Por lo demás el willacc huma (cabeza que comunica) consideraba, sencillamente en el sentido cosmológico, a la luna como esposa del Sol y las estrellas como su corte. En cuanto a las divinidades Huiracocha, del Tiawanaco, y Pachacamacc, de las cereanías de Lima, considerados como seres, quizá inmateriales, se puede decir que eran dioses locales y están muy lejos de abonar a la tesis panteista. Fuera de estos dioses se veneraba a las paccarinas (de donde nace o sale algo. se reverenciaban a las momias de los incas y de los antepasados y se rendía culto a algunas fuerzas naturales. Pero, cuál era el pensamiento central de todas estas creencias? Puede el politeísta hacer de sus pensamientos algo orgánico? Parece que no. Creemos que el indio fué y es sencillamente politeista.
La mente del presente trabajo no es bucear la historia sino concretarse a demostrar, en cuanto sea posible, el no panteismo del indio de nuestros días.
Con la imposición de las formas católicas, durante los cuatro siblos de españolización, el autóctono ha convertido su religiosidad en una abracadabra de las más curi Pr ica porque sí ciertas ceremonias del catolicismo, pero ignora las intenciones de éste. Es que los sentimientos, como dice Keiserling, no son transferibles. y el sentimiento católico, infiltrándose con violencia, lo único que ha conseguido es cierto fenómeno de sugerencia haciendo olvidar al indio aunque no del todo la divinidad del Inti, de Pachacamacc, de Huiracocha, etc. Decimos de sugerencia, porque la emocionalidad religiosa del indio actual no corresponde a la finalidad católica ni a las creencias del incario. Los conceptos religiosos del indio son sencillos: cree en un Taitacha (Dios. persona real, que está en Ahnacc pacha (Tierra de arriba. en Pacha mama (Madre tierra. en la divinidad de algunos santos, materialmente considerados, en imagen, y en el poder de ciertos fenómenos de la naturaleza. Debemos advertir que se debe al esfuerzo secular del catolicismo este cambio de frente de la concepcionalidad religiosa del indio. El Ahnaccpacha es una especie de Edén mahometano; el crucifijo tiene una divinidad palpable; las efigies, no son símbolos, sino deidades presentes. Un crusifijo de fama, como el señor de los templores o el Señor de la Exaltación, goza de tanta poularidad divina como el Achachila (una especie de silfo, a estar a los informes de algunos collas distinguidos) de los aimarás o la Pacha mama de los quechuas. San Isidro Labrador, con su sombrero jipijapa y su saco faldón, es tan poderoso como una apacheta de los caminos. El puquio (fuente) es tan temible porque puede entrar en uno como un pajarillo, que vuela espantado por el alumbrado de una procesión, es adorable porque es un angel en materia. Las hillas (objetos pequeños de barro cocido o piedra pulimentada en forma de animales y también animales raros, misteriosos, que se presenta en medio de un rebaño, por ejemplo)
influyen tanto en la reproducción de los animales como la voluntad de una santa. así una serie, un mosaico de deidades.
En lo que respecta al culto tendríamos mucho que describir; pero bástenos generalizar someramente. De manera oficial, el culto se reduce a los de dulía, hiperdulía y latría; esto bajo la batuta del cura y con la mira de entregarse a las expansiones en los días de fiesta. El culto fanfarrón del catolicismo, acomodado en los diferentes pueblos a las costumbres y tradiciones, satisface más o menos a la fantasía del indio. De modo extraoficial practica la ttinca (asperje de alguna bebida con los dedos) a la tierra, en primer término; y después a los cerros, al arco iris, a las cuevas sagradas, etc. Pero, la ttinca va acompañada de ciertas palabras, a manera de oración, con las que exorciza o se pide algun merced.
El viajero, se detiene. algunas veces se arrodilla, junto a la apacheta, y le pide generalmente protección. El auqui, más ritualista, consulta con cierto manipuleo de cuchillos y coca la voluntad de las estrellas. al través de todas las prácticas cultuales se destaca un fuerte temperamento supersticioso, sin que esto significar mengua del sentimiento religioso, como materia prima, en la siquis del vernáculo.
Por el culto a la tierra y a algunos fenómenos naturales no se puede inferir un caso de panteísmo, porque Pacha mama no es la Tierra, justificada por una ideación metafísica sino la tierra que produce con más o menos abundancia y puede soplarle a uno alguna granulación u otro mal.
En este último caso, el indio es idólatra. Empero, en algunos lugares se entrevé en la sicología indígena huellas de animismo fetichista, entendido a la manera de Fernando Nicolay, es decir, la creencia en fuerzas sobrehumanas que moran en determinados objetos; por ejemplo: en una cruz, en una piedra rara, etc. a quienes se puede obligar a hacer algún bien.
De todo lo expuesto se deduce la conclusión de que los quechuas y aimaras carecen, actualmente, de una concepción orgánica, cosmológica, que pueda recordarnos la clave del panteísmo.
Hasta el culto de los dioses Pachacamac y Kon, del Sol mismo, de la Luna, de las estrellas están casi olvidados. Serán raros los pueblos andinos que tributen todavía culto al Sol. Lo que sí pervive, como en todo pueblo primitivo de pensamiento, es el afán de tabulización. Verdad es que el devenir histórico ha impreso modalidades y refinamientos en las prácticas de conjuro de las fuerzas desconocidas y de pacto con los dioses. Pero en el fondo es perfectamente aplicable a la manera de hacer tabú del indio esta frase de Spengler: Aplaca el terror cósmico, dominando lo misterioso, convirtiéndolo en realidad comprensible, encadenándolo con las férreas reglas de un idioma propio, cuyas formas intelectuales quedan impresas en la realidad. En último análisis esto, ya de manera espontánea, como en el caso de encontrarse sobrecoquiera