18 Amauta México y la Ciud a da nia Hispa 0 merica na Documentos de la ley votada por el Parlamento Mexicano, a propuesta del Senador Alvarez CC. Senadores. IV. Si del cómputo resulta que es aceptada la idea, deberá procederse en seguida, en todas las naciones latinoamericanas, a verificar las reformas y adiciones constitucionales a que se contrae la presente iniciativa. SALON DE SESIONES DEL SENADO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, a los 16 días del mes de septiembre de 1927. Senador por el Estado de Colima, Higinio Alvarez. Rúbrica. México, septiembre 22 de 1927. Primera lectura e imprímase. José Maqueo Castellanos, Rúbrica. Es copia de su original. El Oficial Mayor, Luis Reed.
SEGUNDA COMISION DE PUNTOS CONSTITUCIONALES Simpatizador por convicción profunda de la impetuosa corriente de confraternidad latinoamericana que se ha dejado sentir de algunos años a la fecha, y se está palpando en el afán de sus respectivos gobiernos por estrechar más y más sus relaciones internacionales, elevando a la categoría de embajadas sus misiones diplomáticas, ha influído más en corazón que en mi mente, para hacerme concebir la idea de consolidar por medio de reformas y adiciones a nuestras leyes fundamentales, la unión de los pueblos latinoamericanos, sin menoscabo de la independencia y soberanía de las naciones hermanas, y en forma indestructible, real y práctica. Es, sin duda alguna, de gran trascendencia y magnitud esta idea; pero a nadie se escapará que son igualmente grandes los mutuos beneficios internacionales que acarrearía si llegara a realizarse, y sin exigir en cambio ningún sacrificio que valiera la pena de tomarse en cuenta. Nadie se atrevería a negar las grandes ventajas inherentes a la unión de pueblos hermanos de raza, cultura y aspiraciones semejantes, y que están expuestos a los mismos peligros y a las mismas asechanzas; como tampoco se podrán negar las facilidades y ventajas que para los ciudadanos, en particular, encierra la presente iniciativa. Sentada como base la unión de los pueblos latinoamericanos, toca a sus gobiernos la hábil tarea de celebrar tratados y alianzas de mutua conveniencia para resolver sus respectivos problemas, hasta llegar al ideal de que sea vista y respetada la América Latina por el resto del mismo, como si se tratara de una sola po derosa nación; aunque de sus fronteras adentro, siga siendo sólo un conglomerado de naciones hermanas, libres, independientes y soberanas; pero unidas estrechamente por los lazos indestructibles de la sangre, de la equidad y del progreso. No siendo la intención fomentar la inmigración de los pueblos, deberá compensarse esta facilidad aparente eliminando las dificultades a la repatriación de los nacionales, suprimiendo las trabas que en este sentido existen, y sólo dejando en pie la suspensión o pérdida de derechos de nacionalidad y ciudadanía, cuando haya sido motivada por la comisión de algún delito. La idea que planteo a vosotros, ciudadanos senadores, para que si merece vuestra aprobación sea a su vez planteada a los poderes legislativos de toda la América Latina es, en mi concepto, de las sugestiones que en realidad no entrañan un verdadero problema, pues es de los pocos casos que se presentan en la vida de las naciones, que, de realizarse, benefician a todos por igual, con verdadera equidad y sin que nadie resulte perjudicado. Aún cuando los Estados Unidos del Brasil forman una nación de origen lusitano, estando como están, identificados con nuestra raza y tendencias, ya que su origen es también latino, deberá incluírseles en la presente invitación. Sería interminable el número de razones que pudiera aducir en apoyo de esta tesis; pero no deseo cansar vuestra atención, y me limito a someter a la ilustrada consideración de vosotros, la siguiente. INICIATIVA DE ACUERDO Señor. Como un paso más hacia la coordinación de las Repúblicas de Hispanoamérica, puede calificarse el propósito de crear la ciudadanía hispanoamericana. No es la forma propuesta por el representante de Colima, don Higinio Alvarez, la de ir desde luego a la confederación, idea prohijada por el Libertador en el Congreso de Panamá; tampoco lo que inicia es el establecimiento de la Gran Asamblea Hispanoamericana, que Manuel Ugarte considera como el organismo propio para asumir la dirección superior y la representación externa de la raza. El senador Alvarez proclama la la solidaridad como regla de moral práctica y propone una medida de carácter político que puede servir de punto de avance hacia la unión de nuestras naciones. La medida por él indicada consiste en invitar a las Repúblicas de origen hispano a reformar su derecho público y conceder la calidad de ciudadanía a los nacionales de cualquier otro país de Hispanoamérica que residan en su territorio. esta medida que tiende a enlazar con los mismos nexos democráticos a los habitantes de veinte pueblos, que hace tiempo constituyen un sólido bloque moral por afinidad de ideales y por su idioma, instituciones y cultura, debe considerarse vehículo propicio al robustecimiento de nuestro núcleo racial; camino sencillo roturado dentro de la realidad de las cosas, ya que si el gran sueño bolivariano de la anfictionía continental aún no puede realizarse, si todavía no es posible en nuestro siglo la federación hispanoamericana, esto no es ni puede ser obstáculo para que las naciones españolas de América preparen un estatuto de mancomunidad previsora, que sirva de escudo a sus intereses materiales y de brújula a las manifestaciones del espíritu que guía y preside el desarrollo de las corrientes de la estirpe. Son muchas las almas que en los actuales momentos preocúpanse por resolver el problema de la patria única, de la patria fundada en la continuidad, unidad y solidaridad de las Repúblicas hispanoamericanas, hijas del mismo abolengo racial, ramas del mismo árbol genealógico y módulos de la misma columna histórica. La cuestión apasiona a los filósofos, legisladores, poetas y políticos de toda una raza, a los noventa y cuatro millones de hijos de la América Española. Al cortar la distancia entre las Repúblicas, defenderemos hasta en sus raíces nos enseña el argentino Ugarte el espíritu que nos anima. Porque no es sólo la independencia de un pueblo lo que hay que salvar; es una civilización que comienza a definirse. El General Gerardo Machado de Cuba, decía a un periodista centroamericano: El iberoamericanismo está llamado a un éxito rotundo, tan pronto como, abandonando el vehículo de la fantasía y el romanticismo, se adopten acuerdos internacionales serios, concretos y prácticos. Arturo Alessandri, ex Presidente de la República de Chile, declaraba, en ocasión memorable, que: la experiencia recogida le haría consagrar sus energías a predicar ante el mundo americano que frente a la doctrina Monroe debemos levantarnos para gritar todos juntos y unidos: América Latina para los latinoamericanos.
El Rector de la Universidad de Santo Domingo, en reciente saludo a la Universidad de México, se expresa en los términos que en seguida reproducimos y que condensan la confianza que nuestros intelectuales tienen en el poder grande y potente de la raza: La Universidad de Santo Domingo conoce, tanto como la de México, el interés que existe en el acercamiento intelectual de las naciones que, situadas en uno u otro lado de los Andes, tienen un origen común con todas las características propias de una misma familia; y se halla dispuesta a contribuir mediante una cooperación fraternal activa, a la necesaria realización de los destinos que el Por los conductos debidos, invitese a los poderes legislativos de todas las naciones latinoamericanas, a reformar y adicionar sus respectivas constituciones políticas, en el sentido de conceder la calidad de ciudadanos, con los derechos y obligaciones que a los nacionales se reconocen, a todo ciudadano latinoamericano que esté en pleno uso de sus derechos en su país de origen, sin más requisito que comprobar esto con documentos oficiales fehacientes, a fin de evitar que pasen a otro país a ejercitar derechos de ciudadanía, los delincuentes que estén inhabilitados. II. Los derechos de ciudadanía y la nacionalidad de origen, podrán recobrarse con el solo hecho de pisar nuevamente el territorio de la patria, cuando no se hayan perdido o suspendido por delito que amerite esa pena. III. Insinúese en la invitación a que se refieren los puntos anteriores, la conveniencia de comunicar por circular a los poderes legislativos de todas las naciones latinoamericanas, la resolución que al respecto se tome en cada una de ellas, para facilitar el cómputo.