José Carlos Mariátegui

Amauta 13 El proceso de la Instrucción Pública en el Perú POR JOSE CARLOS MARIATEGUI (Continuación)
El Dr. Villarán, propugnador de la orientación norteamericana, denunció en 1908, en su tésis sobre la influencia extranjera en la educación, el error de inspirarse en Francia. Con toda su admirable intelectualidad decìaese país no ha podido aún modernizar, democratizar y unificar suficientemente su sistema y sus métodos de educación. Los escritores franceses de más nota son los primeros en reconocerlo (15. Se apoya el doctor Villarán en la opinión de Taine, de autoridad incontestable para los intelectuales civilistas a quienes le tocaba dirigirse.
La influencia francesa no está aún liquidada. Quedan aún de ella demasiados rezagos en los programas y, sobre todo, en el espíritu de la enseñanza secundaria y superior.
Pero su ciclo ha concluído con la adopción de modelos norteamericanos que caracteriza las últimas reformas. Su balance, pues, puede ser hecho. Ya sabemos por anticipado que arroja un pasivo enorme. Hay que poner en su cuenta la responsabilidad del predominio de las profesiones fiberales. Impotente para preparar una clase dirigente apta y sana, la enseñanza ha tenido en el Perú, para un criterio rigurosamente histórico, el vicio fundamental de su incongruencia con las necesidades de la evolución de la eco nomía nacional y de su olvido de la existencia del factor indígena. Vale decir el mismo vicio que encontramos en casi todo el proceso político de la República. decentes. en el nombre de una concepción francamente materialista, o sea capitalista, del progreso. concluía con la aserción de que era urgente rehacer el sistema de nuestra educación en forma tal que produzca pocos diplomados y literatos y en cambio eduque hombres útiles, creadores de riqueza Los grandes pueblos europeos agregaba reforman hoy sus planes de instrucción adoptando generalmente el tipo de la educación yanqui, porque comprenden que las necesidades de la época exigen ante todo, hombres de empresa, y no literatos ni eruditos, y porque todos esos pueblos se hallan empeñados más menos en la gran obra humana de extender, a todas partes su comercio, su civilización y su raza. Así también nosotros, siguiendo el ejemplo de las grandes naciones de Europa, debemos enmendar el equivocado rumbo que hemos dado a la educación nacional, a fin de producir hombres prácticos, industriosos y enérgicos porque ellos son los que necesita la Patria para hacerse rica y por lo mismo fuerte (16. La reforma de 1920 señala la victoria de la orientación preconizada por el doctor Villarán y, por tanto, el predominio de la influencia norteamericana. De un lado, la ley orgánica de enseñanza, en convencional vigor desde ese año, tiene su origen en un proyecto elaborado primero por una comisión que presidió Villarán y asesoró un técnico yanqui el doctor Bard, destilado y refinado luego por otra comisión que encabezo también el doctor Villarán y rectificado finalmente por el doctor Bard, en su calidad de jefe de la misión norteamericana traído por el Gobierno para reorganizar la instrucción pública. De otro lado, la aplicación de los principios de la misma ley, fué confiada por algún tiempo a este equipo de técnicos yanquis.
La importación del método norteamericano no se explica, fundamentalmente, por el cansancio del verbalismo latinista sino por el impulso espiritual que determinaban la afirmación y el crecimiento de una economía capitalista.
Este proceso histórico que en el plano político produjo la caída de la oligarquía representativa de la casta feudal a causa de su ineptitud para devenir clase capitalista. en el plano educacionalimpuso la definitiva adopción de una reforma pedagógica inspirada en el ejemplo de la nación de más próspero desarrollo industrial.
Se aborda, pues, con la reforma de 1920, una empresa congruente con el rumbo de la evolución histórica del país.
Pero, como el movimiento político quc cance el dominio del viejo civilismo aristocrático, el movimiento educacio nal paralelo y solidario a aquel estaba destinado a detenerse. La ejecución de un programa demo liberal, resultaba en la práctica entrabada y saboteada por la subsistencia de un régimen de feudalidad en la mayor parte del país.
No es posible democratizar la enseñanza de un país sin demucratizar su economía y sin democratizar, por ende, su super estructura política.
En un pueblo que cumple conscientemente su proceso histórico, la reorganización de la enseñanza tiene que estar dirigida por sus propios hombres. La intervención de especialistas extranjeros no puede rebasar los límites de una colaboración.
Por estas razones, fracasó el experimento de la misión norteamericana. Por estas razones, sobre todo, la nueva ley órganica quedó más bien como un programa teórico que como una pauta de acción.
Ni la organización ni la existencia de la enseñanza se conforman a la ley orgánica. El constraste, la distancia entre la ley y la práctica no pueden ser atenuados en sus puntos capitales. El doctor Bouroncle en un estudio que na die supondrá inspirado en propósitos negativos ni polémi.
cos, apunta varias de las fallas y remiendos que se han sư El período de reorganización económica del país sobre bases civilistas, inaugurado en 1895 por el gobierno de Piérola, trajo un período de revisión del régimen y métodos de la enseñanza. Recomenzaba el trabajo de formación de una economía capitalista interrumpido por la guerra del 79 y sus consecuencias y, por tanto, se planteaba el problema de adaptar gradualmente la instrucción pública a las necesidades de esta economía desenvolvimiento.
El Estado, que en sus tiempos de miseria o falencia abandonó obligadamente la enseñanza primaria a los municipios, reasumió este servicio. Con la fundación de la Escuela Normal de Preceptores se preparó el cimiento de la escuela primaria pública o, mejor, popular, que hasta entonces no era sino rutinarismo y diletantismo criollos.
Con el restablecimiento de la Escuela de Artes y Oficios se diseñó una ruta en orden a la enseñanza técnica.
Este período se caracteriza en la historia de la instrucción pública por su progresivo orientamiento hacia el modelo anglo sajón. La reforma de la segunda enseñanza en 1902 fuè el primer paso en tal sentido. Pero, limitada a un sólo plano de la enseñanza, constituyó un paso falso. El régimen civilista, restablecido por Piérola, no supo ni pudo dar una dirección segura a su política educacional. Sus intelectuales, educados en un gárrulo e hinchado verbalismo o en un erudicionismo linfático y académico, no tenían sino una mediocre habilidad de tinteri.
llos. Sus caciques o capataces, cuando se elevaban sobre el nivel mental de un mero traficante de culís y caña de azúcar, permanecían demasiado adheridos a los más caducos prejuicios aristocráticos.
El doctor Villarán aparece desde 1900 como el preconizador de una reforma coherente con el embrionario desarrollo capitalista del país. Su discurso de ese año sobre las profesiones liberales, fué la primera requisitoria eficaz contra el concepto literario y aristocrático de la enseñanza trasmitido a la República por el Virreinato.
Ese discurso condenaba al gaseoso y arcaico idealismo extranjero que hasta entonces había prevalecido en la enseñanza publica reducida a la educación de los jóvenes en