Socialism

Amauta 11 provenzal. En Europa y América asistimos a la florescencia de muchas Casandras que viven profetizando el incendio y desaparición de la nueva Troya. Algunos pesimistas, creyéndose los Deucaliones del próximo diluvio y hasta las superhombres de Niestzsche, juzgan la desaparición de su propia raza como si se tratara de seres prehistóricos o de la Luna. No se ha formulado pero se sigue una axioma: crímenes y vicios de ingleses o norteamericanos son cosas inherentes a la especie humana y no dnuncian la decadencia de un pueblo; en cambio, crímenes y vicios de franceses o italianos son anomalías y acusan degeneración de raza. Felizmente Oscar Wilde y el general Mac Donald no nacieron en París ni la mesa redonda del Emperador Guillermo tuvo sus sesiones en Roma.
Nos parece inútil decir que no tomamos en serio a los dillettanti como Paul Bourget ni a los fumistes como Maurice Barrés, cuando fulminan rayos sobre el cosmopolitismo y lloran la decadencia de la noble raza francesa, porque la hija de un conde sifilítico y de una marquesa pulmoniaca se deja seducir por un moce.
tón sano y vigoroso pero sin cuarteles de nobleza. Respecto a Monsieur Gustave Le Bon, le debemos admirar por su vastísimo saber y su gran elevación moral, aunque representa la exageración de Spencer, como Max Nordau la de Lombroso y Haeckel la de Darwin. Merece llamarse el Bossuet de la Sociología, por no decir el Torquemada ni el Herodes. Si no se hiciera digno de consideración por sus observaciones sobre la luz negra, diríamos que es a la Sociología como el doctor Sangredo es a la Medicina.
Le Bon nos avisa que de ningún modo toma el término de raza en el sentido antropológico, porque, desde hace mucho tiempo, las razas puras han desaparecido casi, salvo en los pueblos salvajes, y para que tengamos un camino seguro por donde marchar, decide: En los pueblos civilizados, no hay más que razas históricas, es decir, creadas del todo por los acontecimientos de la Historia, Según el dogmatismo leboniano, las naciones hispanoamericanas constituyen ya una de esas razas, pero una raza tan singular que ha pasado vertiginosamente de la niñez a la decrepitud, salvando en menos de un sigla la trayectoria recorrida por otros pueblos en tres, cuatro, cinco y hasta seis mil años. Las 22 repúblicas latinas de América (1)
dice en PSYCHOLOGIE DU SOCIALISME, aunque situadas en las comarcas más ricas del Globo, son incapaces de aprovechar sus inmensos recursos El destino final de esta mitad de América es regresar a la barbarie primitiva, a menos que los Estados Unidos le presten el inminente servicio de conquistarla Hacer bajar las más ricas comarcas del Globo al nivel de las repúblicas negras de Santo Domingo y Haiti, he ahí lo que la raza latina ha realizado en menos de un siglo con la mitad de la América. Le Bon le podrían argüir que toma le erupción cutánea de un niño por la gangrena senil de un nonagenario, la hebefrenia de un mozo por la locura homicida de un viejo. Desde cuándo las revoluciones anuncian decrepitud y muerte? Ninguna de las naciones hispanoanericanas ofrece hoy la miseria política y social que reinaba en la Europa del feudalismo; pero a la época feudal se le considera como una etapa de la evolución, en tanto que a la era de las revoluciones hispanoamericanas se le mira como un estado irremediable y definitivo. También le podríamos argüir colocando a Le Bon el optimista frente a Le Bon el pesimista, como quien dice a San Agustín el obispo contra San Agustín el pagano. Es posible, afirma Le Bon, tras una serie de calamidades profundas, de trastornos casi nunca vistos en la Historia, los pueblos latinos, aleccionados por la experiencia. tienten la ruda empresa de adquirir las cualidades que les falta para de ahí adelante lograr buen éxito en la vida Los apóstoles pueden mucho porque logran trasformar la opinión, y la opinión es hoy reina. La Historia se halla tan llena de imprevisto, el mundo anda en camino de sufrir modificaciones tan profundas, que es imposible preveer el destino de los imperios. Si no cabe prever la suerte de las naciones ¿cómo anuncia la muerte de las repúblicas hispanoamericanas. Lo que pueden realizar en Europa los imperios latinos, no podrán tentarlo en el Nuevo Mundo las naciones de igual origen? o ¿habrá dos leyes sociológicas, una para los latinos de América y otra para los latinos de Europa? Quizá; pero, felizmente, las afirmaciones de Le Bon se parecen a los clavos, las unas sacan a las otras. 1)
En La Lucha de Razas, Luis Gumplowiez dice: Todo elomento étnico esecial potente busca para hacer servir a sus fines todo elemento débil que se encuentra en su radio de potencia o que penetre en él. 2) Primero los Conquistadores, en seguida sus descendientes, formaron en los países de América un elemento étnico bastante poderoso para subyvgar y explotar a los indígenas. Aunque se tache de exageradas las afirmaciones de Las Casas, no puede negarse que merced a la avarienta crueldad de los exploradores, en algunos pueblos americanos el elemento débil se halla próximo a extinguirse. Las hormigas que domestican pulgones para ordenarles, no imitan la imprevisión del blanco, no destruyen a su animal productivo. la fórmula de Gumpliowiez conviene agregar una ley que influye mucho en nuestro modo de ser: cuando un individuo se eleva sobre el nivel de su clase social, suele convertirse en el peor enemigo de ella. Durante la esclavitud del negro, no hubo caporales más feroces que los mismos negros; actualmente, no hay quizá opresores tan duros del indígena como los mismos indígenas españolizados e investidos de alguna autoridad.
El verdadero tirano de la masa, el que se vale de unos indios para esquilmar y oprimir a los otros, es el encastado, comprendiéndose en esta palabra tanto al cholo de la sierra o mestizo como al mulato y al zambo de la costa. En el Perú vemos una superposición: excluyendo a los europeos y al cortísimo número de blancos nacionales o criollos, la población se divide en dos fracciones muy desiguales por la cantidad, los encastados o dominadores y los indígenas o dominados. Cien a doscientos mil individuos se han sobrepuesto a tres millones.
Existe una alianza ofensiva y defensiva, un cambio de servicios entre los dominadores de la capital y los de provincia: si el gamonal de la sierra sirve de agente político al señorón de Lima el señorón de Lima defiende al gamonal de la sierra cuando abusa bábaramente del indio. Pocos grupos sociales han cometido tantas iniquidades ni aparecen con rasgos tan negros como los españoles y encastados en el Perú. Los revolucionarios, los despilfarros y las bancarrotas parecen nada ante la codicia glacial de los encastados para sacar el jugo a la carne humana. Muy poco les ha importado el dolor y la muerte de sus semejantes, cuando ese dolor y esa muerte les ha rendido unos cuantos soles de ganancia. Ellos diezmaron al indio con los repartimientos y las mitas; ellos importaron al negro para hacerle gemir bajo el látigo de los caporales; ellos devoraron al chino, dándole un puñado de arroz por diez y hasta quince horas de trabajo; ellos extrajeron de sus islas al canaca para dejarle morir de nostalgia en las galpones de las haciendas; ellos pretenden introducir hoy al japonés. 1) El negro parece que disminuye, el chino va desapareciendo, el canaca no ha dejado huella, el japonés no da señales de prestarse a la servidumbre; más queda el indio, pues trescientos a cuatrocientos años de crueldades no han logrado exterminarle el infame se encapricha en vivir!
Los virreyes del Perú no cesaron de condenar los atropellos ni ahorraron diligencias para lograr la conservación, buen tratamiento y alivio de los ndios; los Reyes de España, cediendo a la conmiseración de sus nobles y católicas almas, concibieron medidas humanitarias o secundaron las iniciadas por los Virreyes. Sobraron los buenos propósitos en las Reales Cédulas. Ignoramos si las Leyes de Indias forman una pirámide tan elevada como el Chimborazo; pero sabemos que el mal continuaba lo mismo, aunque algunas veces hubo castigos ejemplares. no podía suecder de otro modo: oficialmente se ordenaba la explotación; se pretendía que humanamente se cometiera iniquidades o equitativamente se consumaran injusticias. Para extirpar los abusos, habría sido necesario abolir los repartimientos y las mitas, en dos palabras, cambiar todo el régimen colonial. Sin las faenas del indio americano, se habrían vaciado las arcas del tesoro español. Los caudales enviados de las colonias a la Metrópoli no eran más que sangre y lágrimas convertidas en oro.
La República sigue las tradiciones del Virreynato. Los Presidentes en sus mensajes abogan por la redención de los oprimidos y se llaman protectores de la raza indígena; los congresos elaboran leyes que dejan atrás a la Declaración de los derechos del hombre; los ministros de Gobierno expiden decretos, pasan notas a los prefectos y nombran delegaciones investigadoras, todo con el noble propósito de asegurar las garantías de la clase desheredada; pero mensajes, leyes, decretos, notas y delegaciones se reducen a jereSe ve, pues, que si Augusto Comte pensó hacer de la sociología una ciencia eminentemente positiva, algunos de sus herederos la van convirtiendo en un cúmulo de divagaciones sin fundamento científico.