Bourgeoisie

Amauta 23 El deber que Henri Barbusse señala como primordial a los intelectuales, contaba con la lealtad firme y la devoción sincera de José Martí. Su personalidad de escritor era un anillo por el que se encadenaba al sufrimiento y a los anhelos de los hombres.
En todos sus escritos es fácil descubrir su radicalismo ideológico, su revolucionarismo fecundo, que hoy es ejemplo tonificador y venero de reeias enseñanzas para la nueva generación revolucioparia indoarrericana.
bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos alto calor humano y reciedumbre de roca. en todos ellos vibra su espíritu rebelde.
En su concepto del contenido y función de la poesía, tenemos una prueba palpable de la extraordinaria anticipación que es característica sobresaliente de la vida y la obra de José Martí, gran revolucionario, creador infatigable, afanoso roturador de horizontes inéditos, ágil cazador de perspectivas vírgenes y de posibilidades redentoras. 7 EL ORADOR EL EDUCADOR Su verbo era de fuego y sus palabras hendían el aire como balas y hacían galopar el espíritu, como golpes de acicate.
Su actitud de orador podemos sintetizarla en estas palabras suyas. Las palabras deshonran cuando no levan detrás un corazón limpio y entero.
El las honraba con su corazón limpio y entero, con su generosidad sublime que le hacía sentir como propios, en su propio cerebro y en sus propias carnes, los dolores de todos los hombres.
El las honraba, poniéndolas al servicio de la causa de los oprimidor, de los que tienen hambre y sed de justicia, de los que padecen los dolores inherentes al trágico desequilibrio de la sociedad actual. EL POETA José Martí fué un precursor de la nueva poesía.
Mucho antes de que la nueva generación arremetiera denodadamente contra el torpe dogma que hace depender la vida de la poesia de ciertas discutibles y rutinarias bellezas formales, Martí aseguró que poeta no es el que sabe halagar al oído sino el que hace trabajar al cerebro. antes, también, de que se hablara de la necesidad de vincular la poesía a una profunda y definida intención justiciera, Martí afirmó que la poesía debe ser bálsamo unas veces para el dolor de la humanidad, e inyección de energías en otras ocasiones para ascender hasta la justicia.
Martí pensaba y con él nosotros que no es poeta el que sale de hongo y chaquet a cantarle al balcón de la edad media. sino el que pone todas sus energías artísticas al servicio de una causa justa. Que no es poeta el que agota su cerebro en halagar el gusto cursi de pálidas chiquillas melancólicas, sino el que se pone del lado de los explotados, a servirlos sin tasa. Poeta, para él y para nosotros, es el que vigoriza la poesía, convirtiéndola en instrumento de un ideal elevado; el que la fortalece, dándole de alimento puñados de vida; el que la salva sacándola del jardín versallesco para que florezca precisamente allí donde la vida es más ruda y donde su presencia puede ser más útil.
Detestaba francamente a los versificadores gimoteantes que pulen y repulen sus producciones, para darles un brillo engañoso de moneda falsa. afirmaba: Pulir es bueno, más dentro de la mente, y antes de sacar el verso al labio.
Le repugnaba la música de murga que algunos poetastros ramplones proclaman como elemento primordial de la lírica. afirmaba que lo que importa es la calidad de la esencia y no los detalles labrados del frasco.
La poesia le parecía un débil pretexto de holgazanes estériles, cuando no servía una causa grande y justa.
De los poetas que hacían según una frase suya. poesía con raíz en la tierra. decía. No hay empacho ni miedo en bendecir a esos espíritus rebosantes de amor y luminosos, creadores impacientes de sistemas de redención. Esos son los verdaderos poetas nuevos, y no otros, rimadores enanos de literarias y femeniles novelerías. Poesía dice no es el canto débil de la naturaleza plástica; esta es la poesía de los pueblos esclavos y cobardes.
Dá un sentido noble a la poesía cuando exclama. La poesía de las naciones libres, la de los pueblos dueños, la de nuestra tierra americana, es la que desentraña y ahonda en el hombre las razones de la vida, en la tierra los gérmenes del ser.
Hay en los versos de Mart sobre todo en los sencillos. escritos en aquel trágico invierno en que por ignorancia, o por fé fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington, Nuevamente hallamos reflejado el criterio revolucionario de José Martí, en sus ideas pedagógicas.
De vivir, formaría junto a los que combatimos por las reformas educacionales. Porque a su vista clara y a su pensamiento atalayante no escapaba que las escuelas y los maestros, tal como han actuado y actúan, sólo sirven para obstaculizar el desarrollo de la verdadera educación.
Martí pensaba que las escuelas deben ser talleres, y los maes, tros y alumnos obreros. No cenáculos de elegidos, ni mordazas de la verdad, ni trinchera de lo viejo y rutinario las escuelas; ni fríos repetidores de textos y sujeta riendas de las inteligencias los maestros.
El maestro. según Marti debe ser voz para alentar y no freno para contener.
La educación debe ser desarrollo consciente de las aptitudes reales del hombre y disciplina fecunda de sus impulsos vitales; la educación debe ser preparación para la vida, en la más amplia acepción del vocablo, debe ser estímulo de las facultades buenas y de las fuerzas creadoras que hay en el alma humana. Educar es orientar, no empujar ni someter.
Su espíritu luminoso se rebela contra la falsa educación y contra los falsos educadores. Denuncia la monstruosa mentira que hay en afirmar que la educación consiste tan sólo en la imperfecta y morosa enseñanza de modos de leer y de escribir. asegura que educar es preparar los espíritus para que hallen su verdadero lugar en la vida, y descubran su verdadero camino.
Educar es hacer hombres honrados y ponerlos en condiciones de hallar una vía honrada en la vida. como no hay en la existencia otra vía honrada que la que uno abre con sus propios brazos; aboga porque la educación prepare al hombre para esta gran tarea.
El maestro debe ser un taumaturgo capaz de lograr que el texto no sea plomo que dificulte la buena marcha de la mente, sino ala que le ayude a remontarse.
El maestro debe ser consejero, y no capataz.
Martí piensa que la escuela no debe ser un recinto donde se congreguen por convencionalismo y por rutina los espíritus tiernos, para que gentes mediocres les infiltren sus perjuicios y extrangulen sus ricas aptitudes, sino fragua donde sabios y amorosos herreros tiemplen las almas jóvenes para el culto de la verdad y el ejercicio del bien. educar, pues, será vigorizar y orientar las fuerzas todas que posee el hombre para realizar un gran trabajo en la Tierra, y no losa de mármol que les impida salir a la luz. EL PATRIOTA Patriota, no en el sentido chauvinista y burgués de la palabra, sino en su acepción revolucionaria, José Martí se dió todo a la causa de la emancipación cubana.
En su cerebro atormentado modelo con cariño una Cuba que no era la de entonces y dista mucho de ser la de ahora.
Soñaba con la república cordial, con todos y para todos. Sin distingos, sin fueros, sin privilegios. Que todos los hombres vienen desnudos al mundo y no hay razón justificativa de que, luego de estar en él, unos se vistan y otros pierdan la piel o se queden por toda la existencia tal como arribaron a la vida.
Quería una república donde la primera ley fuera el culto a la dignidad plena del hombre. Vale decir, una república, formada por ciudadanos que marcharan cogidos del brazo y no por peones y mayorales.