34 Amauta VISIONES DE CHANCHAN POR JEULOGIO GARRIDO VISION XIV VISION XI Me he sentado al pie de un muro largo. Me he sentado, después de vagar sin rumbo y sin porqué entre callejas, fortificaciones y palacios extintos. Me he sentado al pie de este muro largo, sin pensar, sin pensar.
El muro se va por mi mano derecha, sin fin.
El muro se va por mi mano izquierda, sin fin.
Mi cansancio estira el muro hasta el horizonte de las montañas y hasta el horizonte del mar.
Aunque no veo ni las montañas ni el mar.
El muro éste se va por mi mano derecha; se va por mi mano izquierda.
Frente al muro. qué hay. No sé. No puedo decirlo. Está tan borroso todo!
Pero mis ojos, que sólo miran al soslayo, ven como el muro se va, sin fin, por mi mano derecha; se va, sin fin, por mi mano izquierda. El muro es alto?
Yo sólo sé que sobre él queda el cielo; el cielo, de un azul lácteo, ahora; sólo el cielo de un azul lácteo queda sobre el muro.
Pero, sentado, puedo notar, casi próximas, las crestas escombrobas del muro por la derecha, por la izquierda. Quizás no es tan alto. Quizás! Pero sería imposible trepar por él. Lo siento bien yo.
El muro es de color sepia azulada; sepia de tierra musgosa, seca; podria ser más bien que sepia un cobre oxidado, sin brillo y con fluorescencias azules y verdes.
Ahora está en sombra. Todo él en sombra. avienta su sombra, apasionada y concreta, sobre mí y sobre este espacio borroso a cuya vera me he sentado y que se va, paralelo al muro, sin fin.
Sólo la crestería del muro esplende con brillos de oro jocundo. Qué habrá detrás del muro. De este muro corrido, sin puerta, infinito. Qué habrá. Oculta, acaso, la casa del Padre Xllang? Porque ya El se fué por detrás del muro. Ya se fué. aún no es de noche. Quizás si el Padre Xllang ha querido descansar y ha bajado. Quizás si lo hace así todos los días. Quizás! cuando pienso esto brillan más las cresterías sinuosas del muro; brillan como asaeteadas por refleetores amarillos.
Pongo un oído sobre el muro. Silencio. Silencio. Silencio cuádruple. Silencio del muro. Silencio del Padre Xllang.
Silencio de Lo que Está detrás del muro. Silencio mío. el universo se constriñe en este muro que no tiene puertas ni tiene fin y en mí que me arrastro, como un gusano, a sus pies.
En el muro y en mí Xllang, el Supremo Decorador, pinta para mí sus lienzos vertiginogos y esta tarde me ha llamado, con un grito obscuro y conminatorio.
Xllang, el Supremo Decorador, como siempre, pinta en tierra, en piedra, en nubes y en éter. Como siempre. borra y vuelve a hacer. se equivoca. se exalta. diafaniza. rasga. conglomera. Siempre. Siempre. Desde que principia hasta que termina su larga jornada cuotidiana. Del Levante al Orto. De las montañas al mar.
Xllang, el Supremo Decorador, ejecuta en este minuto galopante fantasías arbitrarias y fugaces.
Xllang estruja duramente la levadura sepia de Chanchán; la estruja, la estruja hasta el estertor y después de unos últimos golpes de espátula, Chanchán se desparrama en ángulos violentos, broncínea y absurda. Acá y allá toques tajantes de sombras señalan las huellas digitales del Artista.
Xllang sacude sus pinceles, los lava en las aguas saladas del Nin, y, sin que yo sepa cómo, cuelga de los picachos más próximos del Ande un tul ligeramente teñido de índigo, un tul que convierte los montes en cristalizaciones de sulfato de cobre. Azules y extra terrestres.
Xllang vuelve a lavar sus pinceles en las aguas glaucas del Nin y sobre el perfil quingueante de las montañas, crea el cielo con un soplo. Un cielo que fuera una sola y cóncava turquesa.
Todo esto en la unidad de tiempo de un relámpago.
Antes de que Xllang borre su pizarrón, vuelvo a mirar Chanchán, las montañas y el cielo. aún por una unidad más de un relámpago, Chanchán permanece broncínea y absurda y las montañas cuajadas en cristales de sulfato de cobre y el cielo, turquesa cóncava. antes de que Xllang borre su pizarrón, huyo de Chanchán en una carrera voraz.
José Eulogio Garrido.
Del vocabulario muchica: Xllang: el Sol.
Nin: el Mar. A RS Ν En los caminos suaves de tu voz florecían los abedules de la tarde Suena el violín del horizonte una sonata de nostalgia Se están muriendo lentamente los puertos en los ojos tristes de un solitario marinero en tierra.
En el muro.
En mí.
En. en el espejo de ámbar del crepúsculo, lánguidamente un sueño tuyo se despierta.
ARMANDO BAZAN del Nuevo Mundo pretenden desplegar para expresarse sin ornamento, sin préstamo, sin retórica. Se les debe tener confianza y seguir de cerca tan generosos esfuerzos. inscribir, entre los primeros trabajadores de este Renacimiento americano, los nombres de Juan Devescovi y Xavier Abril.
París.
JEAN CASSOU.
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