CominternCommunismLeninSoviet

28 Amauta teza de que voy en un tren ruso por planicies interminables, me embriaga como un sueño Llegamos a Moscú en la mañana. Llego muerta de hambre, pero nadie me dá razón de un restorán. Lo pido en francés, en ingles y en español; pero es inútil. El pueblo no entiende sino ruso. Al fin se me ocurre que ha de haber una sala restorán como en todas las estaciones del mundo y que allí ha de haber extranjeros almorzando y que ellos podrán darme informes. Vuelvo a entrar. Inlago. Una polaca entiende el francés y me conduce; pero no puede informarme de nada porque ella misma acaba de llegar a Moscú.
Al entrar al restoran veo un grupo de asiáticos. Me acerco a su mesa y les pregunto. Alguno de Uds. habla el francés? todos me responden en coro que sí. Están bien vestidos y son muy políticos. Me hacen una lista de los hoteles de primera clase con sus precios, así como también de los precios de las carreras de coches. Puedo pagar hasta seis rublos por una buena habitación en el Select, en el corazón de Moscú. Les doy las gracias y me siento a almorzar; pito todo por señas, me sirven platos que recuerdan los de mi país, una cazuela de cordero con leche, y una especie de papas rellenas.
Pido vodka. Me lo traen en una diminuta copita.
Me parece nuestro aguardiente y tomo un traguito; pero inmediatamente siento que me ahogo. Es fuego. He gastado poco dinero y he comido muy bien.
Después del almuerzo salgo de la estación a buscar mi aloja.
miento. Llamo al conductor de un cochecito: quiere cuatro rublos.
Le digo que no con la cabeza; pero hace mucho frío y llueve. No sé que hacerme, hasta que llegan en un auto desvencijado tres personas. Una de ellas, al ver mi actitud de extranjera me dirige la palabra en francés. Es un empleado del Bureau del Comisariado de Instrucción; me ofrece sus servicios y será mi guía. Me llevará en su auto al hotel Select. Vamos por un camino inter minable.
Atravesamos Moscú. Ya estoy en la ciudad imperial, la ciudad de las cúpulas y de la muralla china, la ciudad que ha he.
cho el experimento social más grande y más trascendente de la historia.
Al llegar al hotel Select despierto como de un sueño. Me vuelve a la realidad, la pretensión del chófer que quiere cinco rublos. Yo le digo al del Comisariado de Instrucción que pagaré hasta dos rublos y si no que prefiero que venga un policía a arreglar el asunto. El empleado del comisariado me dice que con dos rublos basta. El chófer se resigna.
El Select es un hotel magnífico, de primera clase, en cualquier ciudad de Europa. Es un hotel lujoso, solamente para extranjeros. Un proletario no puede hacer uso de este lujo zarista, zarista en todo, en los cortinajes, en los riquísimos bibelots, en las alfombras y tapices de oriente, en los mármoles, bronces, cofres cincelados e incrustados de pedrerías, todo francés estilo Napoleon III. Lo único moscovita, lo único nacional del salón, son las pieles de oso tendidas en el suelo. hay en el pasadizo un oso marrón, con ojos de cristal y relleno de paja. La corte de los zares era francesa en sus gustos, no comprendía la belleza del ar.
te ruso y buscaba en el extranjero el idioma, las costumbres y la cultura en general. Hoy los Soviets exaltan la nacionalidad, han dejado Leningrado que fué la Petersburgo afrancesada, y han establecido la capital en Moscú, la ciudad legendaria.
En el salón del hotel hay asientos muy muelles, muy bien tapizados. Hay también valets y camareras muy bien vestidos.
Amplios corredores alfombrados. Tengo un magnífico dor.
mitorio, con un zócalo de radiadores para la calefacción. Me ha.
cen pensar en el terrible invierno en el que se parten los árboles de frío.
En la noche llegan cónsules y otros pasajeros que vienen de Shangai o están de paso para la China. Otro día se detuvieron en la puerta del hotel varios coches de los que bajaron carros de maletas. Un bellísimo muchacho se acostó sobre ellas y se quedó dormido. Más tarde llegó el patrón, un hombre con turbante. Era un príncipe que venía de muy lejos y pasaba por Moscú.
Los aspectos revolucionarios de Moscú están en todas las manifestaciones de la vida: en los grandes almacenes proletarios, en los hoteles de lujo solo para extranjeros, en los alojamientos comunistas, en los establecimientos de instrucción profesional, en todos los dominios de la industria, de la agricultura, de la administración, de la instrucción pública, de la medicina y de las artes.
Ya en 1925 tenían los Soviets 503 escuelas de técnica industrial con 61, 064 alumnos, 239 escuelas de agricultura con 23, 804 alumnos; 249 escuelas de economía social, con 44, 328 alumnos; 218 escuelas de pedagogía, con 36, 179 alumnos; 158 escuelas de medicina, con 16, 564 alumnos; 214 escuelas de bellas artes, con 28, 526 alumnos. En estas estadísticas no están comprendidos 86 establecimientos obreros, con 113, 116 alumnos y 682 escuelas de aprendizaje.
El comité ejecutivo central pan ruso ha encargado al comisariado de Instrucción Pública para el pueblo y sus órganos locales la misión de liquidar el analfabetismo. Ya se ha logrado destruir el analfabetismo en los miembros de los sindicatos y en la ar.
mada roja. Hoy se ocupa el comisariado de instrucción del campesino, para instruirlo. Se ha creado en las localidades rurales clubs que son el centro del trabajo de educación. En todos estos clubs o isbas de lectura, se hace la lectura de los periódicos, explicándolos; se realizan conferencias, conversaciones, se crean círculos políticos, dramáticos y agrícolas. La cuenta con más de 13, 510 isbas de lectura. Además de las isbas de lectura hay bibliotecas estables y ambulantes. Los soviets tienen en servicio público gratuito más de 4, 523 bibliotecas fijas y 5, 065 ambulantes. Hay también en Rusia un grupo considerable de bibliotecas académicas de una gran importancia científica. La biblioteca de Lenín en Moscú tiene cuatro millones de volúmenes y la biblioteca pública de Leningrado tiene tres millones quinientos mil libros.
La consolidación de la república soviética le ha permitido también ocuparse de su patrimonio arqueológico, de una manera sistemática. El comisariado del pueblo para la instrucción pública, se ha ocupado desde el primer momento, del arte, abriendo camino para nuevas iniciativas artísticas, que puedan expresar el entusiasmo de las aspiraciones revolucionarias.
En la reorganización de los museos y en la protección de los monumentos artísticos, han manifestado una enorme actividad los soviets.
En Moscú y en Leningrado, 1, 000 colecciones privadas han sido inventariadas y puestas bajo la protección del Estado Soviético; los objetos que las componían fueron dejados a sus propietarios; pero fueron registrados, y son controlados por el comisariado de instrucción pública. Las grandes colecciones que tienen carácter de museo, han sido nacionalizadas y convertidas en museos públicos, como las colecciones Chtchoukine, de Morosov, Ostroukov en Moscú, y también las galerías de Yussupov, de Stroganoy, de Cheremetiev con sus casas históricas en Leningrado. Igualmente, los Soviets han clasificado 500 castillos antiguos, de los que 256 quedan bajo la protección del estado como monumentos históricos, y otros han sido convertidos en museos de la civilización feudal. Algunos de estos castillos museos están enlazados con la literatura rusa: la propiedad de Mikailov, inmortalizada por Pouchkine. La Yiasnaia Poliana de Tolstoy, etc. También los viejos monasterios y las iglesias antiguas han sido puestas bajo el control del stado Soviético.
Entre los trabajos más importantes de reparación y conservación de arquitecturas, están las reparaciones hechas al Kremlim, lesionado en el bombardeo de octubre de 1917, también las reparaciones de Yaroslaw, dannificada durante el motín de 1918.
Las restauraciones de la pintura rusa antigua preocupan asi mismo al Comisariado de Instrucción pública. En cuanto el museo de Ermitage, en Leningrado, se ha enriquecido durante la Revolución, con una gran cantidad de colecciones. En el día de hoy ocupa, además de su local primitivo, una gran parte del Palacio de Invierno. Tiene más de 150 salas. En el museo de Ermitage el arte del oeste está muy bien representado. En sus salas se encuentra la importante colección de arte decorativo del Barón Stiglitz, los monumentos de la civilización antigua y las secciones de arqueología antigua clásica y oriental. Pero el museo más interesante de Rusia es tal vez el museo revolucionario de Leningrado. Ocupa cincuenta salas del gran palacio de Invierno y en ellas están las principales etapas del movimiento revolucionario: las salas Decabristas, las salas del Partido de la Voluntad del Pueblo. Narodniki. las de la Revolución de Octubre y las de la Internacional Comunista. Un museo análogo ha sido fundado en el centro de las Repúblicas Soviéticas, en Moscú, tan importante como el de Leningrado, por el valor de los documentos históricos revolucionarios.