Amauta 19 A O A LAS NUBES Tan blanca, y tan lista y ton ligera pasa esa nube que parece que se acaba de afeitar.
Las nubes afeitadas, redonditas y blancas, como borlas para polvos, deben sentir náuseas al pasar sobre las humeantes chimeneas.
Los tumbos, padres de las olas espumosas, en el mo mento en que avanzan con engañosa pesadez y van a reventar, tienen toda la apariencia de una letra de Lp. 000 que se vence.
La ola se desplaza elegantemente, y se encrespa, y se curva y encartucha, pero al fin fracasa. En toda la eternidad que las olas llevan haciendo lo mismo, no han logrado éxito en presentarse hechas un cartucho de ola, como parece anunciarlo tanto optimismo en su avance airoso, presumido y encrespado.
Cuando el mar está un tanto movido, hay olas que no llegan hasta la orilla, que se regresan antes de alcanzarla. Es que se han precipitado tanto por la cólera del mar, que se han olvidado alguna cosa. Pero encuentran a otra ola que viene y les trae lo olvidado. Entonces cuchichean un poco, dicen pestes del mar irracional, y van a morir en la arena con toda su misión. veces las nubes afectan formas raras: tortugas, aragones, hipocampos, y parece que se van a pelear, a descuartizar, a deshilachar, y ¡nada. Se compenetran y se hacen la caricia mas absorvente que puede imaginarse, la caricia que no podemos hacer nosotros Las nubes grandes no les pueden decir a las chicas. Cuando ustedes están de ida nosotras estamos de regreso. Todo el mundo está de ida entre las nubes.
Los huevos que revientan más pronto son los huevos de nube. veces se forman unos huevitos muy. pintiparados, pero el viento los descuartiza de una pasadita. Felizmente esos huevos no tienen yema: los huevos de nube son de clara solamente.
Esas olitas chiquitas que se forma cercan de la orilla, son el saldo de las olas que vienen de lejos, y que no han hecho el aparato de morir con todo el inútil ritual que la dictadura del mar les impone.
Las olas que avanzan incontenibles y que atropellan sin miramiento alguno a las que van delante, tienen un poco del espíritu de los automóviles, también como ellas fabricados en serie.
Pueda ser que el mar esté ensayando a hablar y para eso se fabrica lenguas de ola, con saliva espumosa y todo lo demás, pero el pobre apenas llega a los bramidos inarticulados cuando tiene que habérselas con las costas bravas.
Por poniente es por donde tienen sus CABARETS y, por donde echan una cana al aire las nubes. Por eso cuando el Sol se va a acostar y las sorprende en plena faunalia, se ponen rojas las pobres y no saben qué decir.
La nube mds grande de todas las nubes del mundo fue una que se vió hace poco en los Estados Unidos de la América del Norte.
Las olas que no revientan, que se desaniman de la explosión y resuelven su convexidad, preñada de amenazas, en mansa quietud, son como tantos hombres que conozco yo, habladores, inflados, vacuos.
Los poetas hablan de nubes rosas, de nubes rosaceas, de nubes sonrosadas, y, de puro ignorantes, no hablan de nubes con escarlatina. Hay nubes con escarlatina, como las hay con elefantiasis también.
Los huracanes y las trombas significan que el viento quiere tomar ponche de nubes, y entonces se arremolina y las bate como a claras de huevo.
Yo no discuto: las nubes son bonitas. Pero yo he visto algunas tan sucias, tan desgarbadas, tan trompudas y haraganas, que me han parecido sinceramente una piara del chanchos gruñentes y cansinos. resulta que uno a veces se ahoga en una ola de perfume estrambótico que emana de la mamá y las cinco hijas cuando llegan inopinadamente y se nos colocan delante, en la platea. Esas olas de perfume así, pierden toda su exquisitez con quedarse quietas. Las olas son esencialmente dindmicas y una ola que se detuviera después de habernos envuelto, nos perdería irremisiblemente.
La suerte también les llega a los jugadores como una ola que pasa, siempre cambiante, a veces peligrosa, y por eso un jugador que ha perdido toda la noche, nos causa un encogimiento como el que nos produciría un mar sin olas, misterioso, profundo, preñado de peligros: el mar de los Sargazos. veces las olas parecen panzas, a veces parecen lenguas, pero cuando hay varias, encrespadas y rumorosas, una tras otra, parecen ropa blanca puesta a secar en cordeles infinitos.
Las olas gordas que corta el barco en alta mar nó parecen sino que van con la testa baja, como toros enfurecidos embistieran al sTEAMER, uno tras otro, innumerablemente, en loco afán de coger al diestro. Per el barco salvo tormentas o cosas asi. las pasa por ojo, sin cuidarse mayormente de ellas.
Esas nubes alargadas y vagorosas, como velos sútiles tienen también su tragedia. Es la misma de que habla Oscar Wilde refiriéndose a las niñas, que cuando se casan y a poltronan llegan a parecerse a sus mamás. Las nubes va.
gorosas llegan a ser aparentemente compactas, anchas e insufribles, a poco que se rocen y acaricien con otras nubes.
NESTOR MARTOS ww Cuando dice el piloto que tenemos mar gruesa, yo me imagino, sin salir del SMOCKING ROOM, que las olas están al rodar en una agitación como de parto difícil.