24 Amauta E N IN 1 Yo quiero que amanezcan las últimas palabras: angustiadas, hollinadas de los más tristes usosentonces, el carbón de mis ojos rayará de oraciones los muros de (las cárceles.
Se estremecen las arterias de las urbes epilépticas en el hilo telegráfico de su voz.
Mientras los hombres avanzan, como humaredas hidráulicas por los alambres turbios de la emoción.
Urbes fantásticas y engranajes de música donde hieren los pitos el dolor del cielo: el humo danza en las aguas del espacio y las estrellas se desangran en las pecheras de los rascacielos. 8 Mis labios soplan unas letras calientes, olorosas que le abren ventanas de marzo a la tarde: en in. Yo atravieso su cara de besos y miro a sus plantas le nacen como flores salvajes caminos y se quiebran los cauces de sombra en sus mános celestes El sol pega en las fachadas carteles revolucionarios. 3 en in Mi corazón corsario danza una danza oscura, y en sus ritmos azules de culebra o candombe trota indeterminado tu recuerdo.
Pero yo Te prefiero en n sobre las aguas de la mañana: Así Te ven mis ojos: en la garúa del campo sobre la tierra nueva y recién lavada: frente a las madrugadas aturdidas de pájaros: con un cielo arrimado a las cejas azules del horizonte.
10 en in las letras de Tu nombre se escurren en el alma por encima de todos los amores de luto: el de la madre lenta o el de la novia descolorida.
En el filo del cielo mi amor Te coloca: donde hunde sus anclas la tarde y emerge brumosa la tristeza azul de los campanarios. Yo he de hacer mi oración como una lanza que rompa los vitrales de los cielos: rechinarán los puentes: se iluminarán los barcos y los trenes y humeará enardecida la tristeza de las fábricas.
11 Yo he de hacer mi oración como una lanza.
12 Hacia El van las multitudes como abanicos sin término o carrouseles giróscopos.
De sus miradas descienden súbitamente horizontes y en sus brazos los días veloces se detienen absortos como en un archipiélago rojo.
Quiero gritar mi grito que se prenda en la noche y quiero que mi sangre se sumerja en el júbilo: que mis ojos eléctricos hacia Tí locos rueden: y que todo yo me encienda como una fogata turbia: Es mi oración, y así lo quiere mi cólera joven.
13 vuelvo a por donde empecé. Defiendo un pleito personal, pero no individual. La persona es lo representativo, lo social, lo común. Como individuo yo no soy más español que un caballo, un toro, un carnero, un gallo, un perro nacidos y criados en España, ni más que Primo de Rivera o que Anido, pero como persona yo soy español y ellos no, porque el caballo, el toro, el carnero, el gallo y el perro no son personas y Primo de Rivera y Anido son personificaciones de algo que pertenece a la animalidad, y no a la humanidad, del pueblo español. Defiendo, sí, un pleito personal de nuestra España universal y eterna, el pleito personal del imperialismo cultural hispánico.
len in Con pitos de fábricas y estremecimientos de urbes proletarias, ensueños tiznados de obreros y lozas moradas del ha mbre: salta mi oración de mis labios de agua: flecha sonora humedecida de amaneceres hacia los caminos nuevos de la geografía de Tu alma.
OSCAR CERRUTO. La Paz Enero de 1928. que ahora aquellos a quienes no se les dejó gobernar y a quienes por no haber sabido resistirse e imponerse se les ha calumniado e insultado. y, desde la Gaceta. aquellos que dejaron envilecer la política con la policía y cohechar los verdugos a los jueces, que busquen esas transiciones y transacciones y borrón y cuenta nueva y que chachareen de reforma constitucional y de otras andróminas y bagatelas por el estilo; nosotros seguiremos pidiendo libertad, pero la libertad de la justicia, la libertad de la verdad. Que somos cuatro o cuatro mil despechados y amargados? Porque el Primo ese, que se siente aislado, ya nos concede el ser cuatro millares. Más no es cuestión de número. Apenas llegaran a cuatro mil los upistas (los de la forzosos de toda España pero ante ellos me comprometo yo a hacerle callar a ese charlatán. a demostrar a estos cuatro mil asistentes que su amo tras de conocer ni el valor de las palabras de que se sirve es un mal sujeto, corroido de envidia. no de vanidad. y en quien la hipocresía y el cinismo se funde en la már pavorosa ramploneria mental, moral y estética.
co 3 re (1 OP