Amauta 19 POR LA UNION DE LOS PUEBLOS о M DE LA AMERICA LATINA Mis veinte años buscándote como una ronda de marineros ebrios las nubes tiran hacia el mar las últimas estrellas vacias y en este lecho de anhelos mutilados amaneció una rosa muerta los espejos murmuran cuando paso los árboles murmuran cuando paso tu imagen en cada pétalo en las hojas de los libros y en todas las sonrisas de mi hijo.
mis ojos descalzos suben las cumbres del silencio el día pasa cantando yo aquí encogida como una mariposa prisionera de tus ojos muertos.
BLANCA LUZ BRUM.
Ni un comentario. Nada. Solamente la redacción escueta del cable. Escondido en los periódicos. Con letras menudas. Imperceptibles. Para que no sea leído.
Así me entero de la última resolución del congreso mexicano.
Nuestra prensa, que no se sonroja de llamar bandidos a los patriotas nicaragiienses; que reproduce con verdadera fruición las despechadas palabras del mayor general Lejeune, describiendo a Sandino como la caricatura de un César rana gorda que chapotea en un charco estrecho en el noroeste de Nicaragua ha mantenido un criminal silencio ante la resolución de México.
Barret decía: No me habléis de patriotismo. Un amor que se detiene en la frontera no es más que odio.
De aquí mi consagración a servir la unión de los pueblos de América. El gobierno de México, consolidada sólidamente la revolución agrarista, acaba de adoptar la trascendental resolución que comento. Se trata de un paso históricamente necesario. Tiende a la realización del empeño de crear una sola patria americana.
Todo ciudadano de habla española, nacido en este continente (incluyendo igualmente al Brasil por su alma latina) al llegar a México gozará automáticamente las prerrogativas de los nativos. No queda ahí la disposición del gobierno más eminente. Nombra una comisión de senadores, que recorrerán las tierras de Centro y Sud América, para gestionar ante los respectivos gobiernos, la dación de una ley semejante a fin de unificar el esfuerzo de solidaridad que realiza la evolutiva política azteca.
México prueba así, una vez más, su espíritu revolucionario. La sinceridad de sus ideas. No propone el trazo de un ferrocarril panamericano, que únicamente beneficiara a sus banqueros. No reune diplomáticos huérfanos de la simpatía popular, en torno a una conferencia en la Habana. Carece de una doctrina Monroe, justificadora del avance capitalista. No asume la desconcertante actitud de un Kellog, pidiendo la abolición de la guerra, mientras sus pretorianos masacran pueblos y ciudades centroamericanas.
Ya lo vemos. Nuestros periódicos traen grandes ti tulos: HACIA LA PROSCRIPCION DE LA GUERRA. LA SITUACION POLITICA EN NICARAGUA LA INTERVENCIÓN YANKEE. LA CONFERENCIA PANAMERICANA. Todo en letras gordas. En primera plana. Es decir: el culto a la farsa. El acuerdo de México no se vé. Conozco personalmente a nuestros periodistas. Aseguro al lector que no pueden dar más de sí.
El paso de México es el principio de la unificación de los pueblos frente al imperialismo. Estoy seguro que yi empezaron las intrigas diplomáticas ante los gobiernos influenciados por los Estados Unidos, para esterilizar el esfuerzo mexicano.
Desgraciadamente, carezco de mayores datos. Para el próximo nùmero de AMAUTA, mejor documeutado, será para mí un verdadero placer ocuparme con toda atención en el acuerdo adoptado por el paſs vanguardia de América, al que debe amar todo hombre libre.
SOCIEDAD EDITORA M AUT Durante el mes de enero hemos continuado recibiendo adhesiones a la Sociedad Editora Amauta. Esperamos que en el curso de febrero, cubierto el 75 por ciento de las acciones, quede definitivamente constituída la Sociedad, cuyas bases aparecieron en nuestro número anterior. Reiteramos nuestro llamamiento a los amigos de esta revista para que concurran a la formación de la Sociedad, que asume la administración y propiedad de Amauta y sus ediciones. los que han suscrito acciones, rogamos abonar a la brevedad posible el 50 por ciento correspondiente a la primera cuota.
RICARDO MARTINEZ DE LA TORRE Para todo lo relativo a la Sociedad, dirigirse a José Carlos Mariátegui, Wáshington izq. 544 970.