CapitalismRosa Luxemburg

68 Amauta preciosismo en el que se reconoce al artista hábil que cincela la frase. Groussac, magnífico juez en tal materia, ha notado, en el artículo qne antes recordáramos, que el estilo de Romain Rolland, con su retórica sonora y su fácil abundancia, queda tan distante de las exageradas cinceladuras de Andrés Suarés como, al otro extremo (fara no apartarle de sus amigos normalianos. del vigoroso desaliño de Peguy. Este pecado de la retórica para comicios agrícolas. que le enrostra, a su vez, Paul Souday (21. es su magno pecado. Su lirismo, que sin duda existe, no tiene la pureza del de un Maeterlinck a quien le aproxima, sin embargo, su sufrimiento de unión entre los hombres. este paso atrás de su lirismo, que se torna oratoria, se echa de ver, con más frecuencia, en estos últimos tiempos. Romain Rolland se ha defendido, quizás sin quererlo, en un párrafo que ratifica nuestro juicio: No te inquietes del verbo, de las búsquedas sutiles en las que se enerva la fuerza de los artistas de hoy. No son palabras lo que tu debes decir, son cosas. Tú hablas a todos, usas el lenguaje de todos. No hay palabras nobles ni vulgares; no hay estilo ni castigado ni impuro; no hay más que los que dicen o no dicen exactamente lo que tienen que decir. Ponte entero en lo que haces, piensa lo que piensas, siente lo que sientes. Qué el ritmo de tu corazón arrastre tus escritos. El estilo es el alma. 22)
VI EL INTERNACIONALISMO DE ROLLAND Es que los hechos mismos van a obligarle a dedicar su vida a la proclamación sonora de las verdades que los demás callan. En 1913, al año siguiente de la terminación de la serie de volúmenes que integran su Jean Cristophe, la Academia Francesa le concede el Gran Premio de Literatura. Obtenido contra los votos de los inmortales que sostenían a Emile Clermont y Ernest Psichari, este premio viene a sancionar la consagración de aquella gran obra, consagración de que ha de tomarse en definitiva con la adjudicación del Premio Nobel en 1916 (23. Pero, entre una y otra fecha, ha de señalarse la de la Gran Catástrofe.
Ya en algunas páginas de la novela, podía columbrarse la actitud futura de su autor. El impetuoso Olivier nos dice en Dans la maison: Hemos venido a este mundo para difundir la, luz, no para apagarla. agrega una frase que hará suya Rolland, un lustro más tarde. Quiero guardar, en medio de las pasiones, la lucidez de mi mirada, para comprenderlo y amarlo todo.
Corriendo el año 1911, Romain Rolland escribía a Seippel: Temo que el mundo tenga necesidad de una ruda lección, de un gran peligro común, que haga sentir a todos lo poco que pesan en la eternidad o en la nada. Al estallar la guerra, se refugia en Suiza no tanto para huir del acoso directo de su gobierno cuenta, entonces, 48 años y pertenece a las clases que no han de ser llamadas a las armas cuando para poder reflexionar en calma y publicar, con libertad, el fruto de sus meditaciones. Como su Juan Cristóbal, es un Europeo que no se cree con derecho a formular soluciones categóricas.
El error no es la carga de una nación. o de un grupo de naciones como la verdad no es el patrimonio de otra.
Sin dejarse alucinar por el torrente de mentiras que cada Estado lanza sobre sus contrarios, Rolland advierte que esta guerra, la más cruenta de cuantas hayan existidotiene su origen en la avidez del capitalismo internacional y en la rencorosa inepcia de los gobiernos europeos.
Su formación intelectual no depende de un solo país Su afinidad sentimental no se dirige a un solo Estado. Años hace, que nos ha enunciado su verdad: Nada de lo que hay en tí es tuyo. Tú no te perteneces.
Tu eres solidario en el mundo. Tú le debes tu fuerza, tu voluntad, tu teligencia por poco que poseas. 24. Al igual de Goethe, siente la felicidad o la desgracia de los pueblos vecinos cual la del suyo. Como tantos espíritus de entonces, sedientos de libertad, que se ahogaban en el círculo estrecho de las naciones enemigas, buscaba un rincón de la tierra donde pudiese respirar sobre Europa. 25. Parte, pues, para Suiza. Sabe que ésto ha de desatar contra él a la turba de los vociferadores nacionalistas, exacerbados por el peligro del momento, pero no trepida. Cómo hará aquel que ha recibido el don soberbio y fatal de ver la verdad y de no poder dejar de verla. 26. Allí reune, en 1915, en un volumen, una serie de artículos con motivo de la guerra, dándoles el título, que hará época, de Au dessus de la mêlée, y cuya segunda parte, cuatro años más tarde, se agrupa en el rótulo de Les précurseurs. Entre ambas fechas 1914 1919 la actividad literaria, propiamente dicha, no decae. Romain Rolland recuerda sus estudios especiales de historia, en la Escuela Normal, y su vieja simpatía por Empedocles de Agrigento, el pensador griego contemporáneo de los combatientes de Salamina. Trazando la silueta, con alusiones felices a los hechos actuales, nos ofrece, potente de entusiasmo, su canto de esperanza y de paz, la espléndida sinfonía de la vida universal, cuyas crueles diso. nancias periódicas se resuelven en acordes de luz (27)
De igual manera traza la tragi comedia Liluli, en la cual, bajo la forma satirica y simbólica de la vieja comedia italiana, vemos aparecer a las fuerzas ocultas que mueven a los hombres a la guerra, y casi al mismo tiempo. desarrolla, con reprimida emoción, el platónico idilio de Pierre et Luce. Todo ello, sin olvidar ese Colas Breugnon, antecesor campesino de Romain Rolland, que ha merecido la excecración de Groussac. los que le acusaban de traición, de derrotismo. hemos de señalarles que todo su pecado reside en una inquebrantable fe en la independencia irreductible del espíritu. Así lo ha dicho él, al terminar su resonante manifiesto a los intelectuales del Mundo. admirable respuesta al vergonzoso documento de los 93 germanos. El espíritu no es el servidor de nadie. Nosotros somos los servidores del espíritu. Honramos únicamente la verdad libre, sin fronteras, sin límites, sin prejuicios de raza o de casta. No nos desinteresamos de la humanidad, trabajando por ella, pero por ella toda. No conocemos los pueblos. Conocemos tan sólo el Pueblo, ùnico, universal, el Pueblo que sufre, que lucha, que cae y se levanta y que adelanta siempre por el áspero camino, húmedo de su sudor y de su sangre. El Pueblo de todos los hombres igualmente humanos! para que tenga, como nosotros, conciencia de esa fraternidad, por encima de sus ciegas luchas alzamos el arca de la alianza. El espíritu libre, uno, mùltiple, eterno. No es, acaso, patriota, el hombre que se yergue ante su pueblo, para decirle las duras verdades que considera imprescindibles? Rolland ha exaltado siempre las positivas cualidades de su nación.
En vísperas mismas de la guerra, ha exclamado: Sabemos que las más viejas razas tienen renovaciones inesperadas y que en ningún pueblo del mundo este milagro se ha realizado de una manera más reiterada que en nuestra Francia. Diez veces en el curso de los tiempos, una juventud heroica ha sucedido a los períodos de agotamiento, en los que la Europa espiaba su declinación brillante y acicalada (28) al terminar su Juan Cristobal se había vuelto hacia su pueblo y le había dicho por la boca amable de Grazia: Hay pueblos mediocres a los que los salva su buen corazón o su vigor físico. Los franceses son salvados por su inteligencia. Ella lava todas sus de.
bilidades. Ella les regenera. Cuando se les cree caídos, abatidos, pervertidos, encuentran una nueva juventud en la fuente perpetuamente surgiente de su espíritu. 29)
Juan Cristóbal estaba dedicado a las almas libres, de todas las naciones, que sufren, que luchan y que vencerán. 30. El sentido de esta dedicatoria se precisa al leer la que encabeza el volumen de Les Précurseurs: la memoria de los mártires de la Fé nueva: de la Internacional humana. Juan Jaurés, Carlos Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Kurt Eisner, Gustavo Landauer, víctimas de