Amauta 65 ESCORZO DE ROMAIN ROLLAND POR FERNANDO MARQUEZ MIRANDA PORTADA La obra literaria de Romain Rolland es la historia del continuado esfuerzo de un optimismo inquebrantable, el camino desembarazado de un pensamiento neto que no se traiciona. En su labor constante pese a su exterior, en veces caótico puede notarse una sólida unidad espiritual.
Así como las ideas filosóficas que la animan están contenidas en una inencontrable tesis de juventud, las doctrinas políticas y estéticas que la informan no son producto de un culpable apreśuramiento. Ante la obra estrecha y tendenciosa de sus contemporáneos, Romain Rolland representa al Europeo, al intelectual que aspira a no reducir su acción a una parcela del territorio político, sino a ser uno de los directores espirituales del hombre occidental.
No es éste un escritor que agrade al público fácil, que gusta de ser adulado. No es el autor del snob, ni de la horizontal, Ocupa en la moderna literatura francesa un puesto de excepción. Continuando la serie de vastos frescos que comenzaron Balzac y Zola, concibe grandes obras cíclicas, en las cuales más amplio aún su pensamiento que el de los autores de la Comedia Humana y de la historia de los Rougon Macquart intenta mostrar, no un mundo tumultuoso de seres extraños, ni el estado de la sociedad de un país determinado, sino las características de la vida de una generación europea que se ya, de la generación a que pertenece. Contemporáneo de los seres cuya vida nos muestra, la palabra de sus creaciones suena con un timbre humano y verdadero. Por su boca nos llega la voz de Rolland. Es así como plantea y escribe su colosal Jean Cristophe, magno ciclo que comprende diez volúmenes y, a su conclusión, cuando tememos que este esfuerzo pueda haberle agotado, le vemos proponerse la realización de otra sinfonía Ame Enchantée, cuyas dimensiones no han de ser menores. Nada pinta mejor que esta somera referencia, la capacidad de trabajo de este hombrecillo de salud frágil y de voluntad intensa, que tiende a ser el profeta de una época en que ya no hay profetas.
ROMAIN ROLLAND, agua fuerte de do Szokoly II LA MUSICALIDAD EN ROLLAND Romain Rolland es el único, entre los literatos de su generación y de su patria, que posee una sensibilidad emi.
nentemente musical. Iniciado por los cuidados maternos, a la más temprana edad, en su conocimiento, allá en el solar paterno y borgoñón de Clamency, Romain Rolland crece y se desenvuelve sintiendo definirse. como una ley personal e instintiva el poder creciente y el dominante influjo de los ritmos sonoros. Ellos le acompañan en la iniciación de sus estudios. Paul Claudel, su camarada de Louis le Grand, ha de recordar, mucho tiempo después, sus charlas sobre música, y más tarde, en aquel gran seminario de la calle de Ulm, que es la Escuela Normal, ha de oponer a la búsqueda preciosista de Andrés Suarés, o la investigación psicológica de Georges Dumas, sus compañeros preferidos, el vago encanto de alguna melodía acariciante. lo largo de los años, su gusto se afina y su cultura se amplía. Al placer educativo se une, ahora, el conocimiento profundo de las obras y de los autores. cuando llega el momento del egreso definitivo de las aulas, si su monografía latina versa sobre la pintura italiana del 1500 (1. su tesis francesa desenvuelve. por la primera vez en la docencia normalista. un tema musical, ilustrado musicalmente (2. obteniendo la mention trés honorable, que era la más alta clasificación a que podría aspirar.
La música, que es el canto de los siglos y la flor de la historia (3. es su elemento natural. Tanto que, en un momento dado, piensa abandonarlo todo por ella. Pero, él mismo lo ha confesado, este pensamiento excesivo sólo le preocupa un instante. así como ha entrado victoriosamente en la literatura por el camino de la música, es bien probable exclama que hubiese regresado a la poesía por el drama musical. Es que en él, la unión de ambas formas se opera de consuno. Romain Rolland piensa con sonidos al propio tiempo que con palabras. Es un auditivo y no un visual. Mi estado de espíritu dice en una carta publicada por Bonnerot. es siempre el de un mùsico y no el de un pintor. Muy joven aún, y desconocido, escribe a Tolstoy cuyas ideas sobre arte le han desconcertado, y el solitario de Vasnaia Poliania le responde largamente. Durante cerca de tres lustros, Rolland guarda celosamente aquella respuesta hasta que, dándola al público que Peguy había reunido en torno a sus Cahiers de la Quinzaine, la precede de un comentario en el que leemos:. desde la infancia me nutría de arte, sobre todo de música; no hubiera podido pasarme sin ella; puedo decir que la musica era un alimento tan indispensable a mi vida como el pan (4. Esta apetencia musical ha de ser el objeto de sus mayores cuidados, la amplia portada por la que han de llegarle los más preciados dones. Ella le asegura la selecta amistad de Malwida de Meysemburg la fraternal amiga de Nietzsche ya entonces senescente, a la cual conoce en Roma bajo los auspicios de Gabriel Monod. Ella ha de recoren diario íntimo, a aquel joven romántico que une a su conocimiento de los clásicos, su amor a los paseos por la selva encantada de los sonidos. Más tarde, a