BolshevismLeninWorld War

64 Amauta hasta el punto que las naciones occidentales de Europa han organizado cuatro expediciones (Kolchak, Judenich, Wrangel, Denikin) contra el gobierno de los soviets, sin declarar la guerra, a la manera en que los Secretarios de Estado, en Washington, organizan empresas de filibusterismo oficial sobre los paises centro americanos e isleños del Caribe. No es de extrañar que en la defensa de su patria y de sus derechos se haya extremado la severidad y se hayan ejecutado sanciones horripilantes y aciagas para la civilización. No de otro modo han procedido antes de ahora las naciones cristianas que han tenido que habérselas en el interior con enemigos del estado dirigidos desde afuera y auxiliados por gobiernos extraños. esto llaman traición los unos y los otros bolchevismo.
En el sistema política y de reforma social que tomó forma teórica en la mente de Lenín se hacía caso omiso de las intervenciones sobrenaturales. El se imaginaba ser un espíritu razonadamente irreligioso; pero por una ironía de los hechos, por la exaltación patriótica nacida de aquellas agresiones, su conducta, su política. sus antecedentes, vinieron a crear sin él saberlo una religión antireligiosa. Un pueblo ignaro, donde el noventa por ciento de las gentes no sabían leer ni escribir, un pueblo sometido durante siglos al dominio espiritual, obscuro, incuestionable e irracional de un clero licencioso e ignorante, tuvo necesidad de crearse un nuevo culto al ver desaparecer el antiguo. Al pasar Lenín doblaban la rodilla y abatían las frentes como si pasara el padre. el Zar. no fué solo entre los analfabetos donde cundió la nueva fe supersticiosa. Entre las nuevas clases directivas había un fervor sincero por las nuevas ideas que rayaba en lo místico. El pueblo ruso tiene esa inclinación. Las gentes colocadas en escala superior se acercaban al mujik para instruirlo en las cosas rudimentales de cuyo conocimiento iba a tener necesidad en la nueva vida que iba a surgir en su horizonte moral; las mujeres de la nueva burocracia vagaban de sus diarias ocupaciones para iniciar a las barrenderas de calles en el secreto de la lectura y la escritura.
La plebe era religiosa por ignorancia. Los más instruídos que vieron desaparecer un régimen abominado y tenido por indestructible hicieron subir su entusiasmo a las temperaturas del fervor místico. Aún los directores del movimiento han llegado a darles carácter religioso a sus ideas. El fenómeno es constante. Augusto Comte, dominado, fascinado por sus propias ideas positivas, llegó a imaginarse que con ellas podría formarse una religión ideal. Henry George también se dejó arrebatar por esta natural inclinación del espíritu humano y la última fase de sus actividades revela tendencias a iniciar un nuevo credo religloso.
Estos fenómenos espirituales explican en parte la tremenda excitación creada en el alma rusa por los nuevos sucesos políticos y económicos. Pero en Colombia los peligros señalados no existen. Nadie quiere subvertir en este país el orden establecido. si ese orden llegase a desaparecer, sería no por el impulso de los de abajo, sino como en Rusia, y en todas partes donde tal cosa ha sucedido, por la incapacidad, la corrupción o la conducta criminal de los que están arriba. Acaso no hay un pueblo compuesto de mayorías más sumisas. El elemento popular en Colombia suministrará un día con su amor al trabajo, su abnegación y su desinterés la base más sólida y propicia para la fundación de una gran nacionalidad, si se encuentran los hombres capaces de dirigirio a su manifiesto destino. Faltan aquí en absoluto los síntomas que en Rusia inquietaban la mente de observadores desapasionados desde hace más de medio siglo. Nuestro clero no puede compararse con aquella voraz muchedumbre de explotadores de la ignorancia; las escuelas no son tan escasas en Colombia, ni se las puede llamar focos de infección; la corrupción administrativa y la indiferencia burocrática no han llegado a los extremos de que hay testimonio en la historia de los últimos Romanoff; las deudas interior y exterior no han llegado todavía, como Dibujo de Picasso De 900 ya acontecía en Rusia antes de 1914, al nivel en que sobrepasan la capacidad produetora y tributaria del pueblo; es cierto que se persiste en dividir la nación en dos castas, pero debemos confiar en que muy pronto cuerdas reformas legislativas le pondrán dique a una tendencia sobremodo inquietante y ominosa. Nuestro ejército no excede a nuestros medios económicos y por ventura carecemos de enemigos exteriores.
En esta situación económica y social disuena el empeño de hacer creer a la nación que existe un peligro bolchevique y por lo que hace al señor Ministro de Guerra cuyas palabras azuzan al soldado contra el pueblo y quieren hacer del trabajador un enemigo del orden establecido, importa recordar que así en Rusia, como en Alemania, en Europa como en Asia y en la América del Sur, las transformaciones políticas y sociales de fecha posterior a la guerra mundial, se han llevado a cabo, con violencias fastuosamente cruentas o sin mayor sacrificio de vidas humanas, por los ejércitos permanentes, por los defensores de la ley y los guardianes de la integridad nacional.
El estudio sereno y desapasionado de la historia contemporánea enseña, pues, que hay un gran peligro en acusar de bolchevismo a gentes pacíficas y sumisas, cualesquiera que sean sus ideas, e infundirle al soldado una noción exagerada y antisocial de sus prerrogativas y de su importancia. SANIN CANO