42 Amauta hecho o pensado sin calor de vida y sin fuerza volitiva es un remedo defraudado, un ridículo de lo que debió hacerse o pensarse.
Este el momento inicial ridículo como le llamo en que el ya estudiante universitario entra al cultivo de una vida artificiosa, superficial, epidérmica día a día más lejos de su auténtica individualidad.
LEJANAS POSIBLES CONSECUENCIAS El nuevo profesional encarna ya las características de un interesante personaje. Es el personaje caparazón, que diríamos, que envuelve al otro, que conforma la propia personalidad humana, el hombre mismo. Desgraciadamente este es el que piensa, hace y manda a despecho del profesional brillante, del personaje ostentoso. Este hombre original, hondo, que nos lo figuraríamos con muletas, permanece siempre oculto al mundo de los otros, solo en trances irremediables, en acontecimientos extraornarios, en que el personaje inútil cae como un mascarón, saldrá a lucir la deformidad de sus hechos. Hay pues, y muy de veras, arrogantes profesionales deformes espirualmente.
Uno de esos momentos, sintesis de grandes acontecimientos, un flujo de circunstancias, como en un mar, pueden elevar al hombre tipo a la dirección de un grupo e fuerzas institucionales o a la regencia de un estado. Su azoramiento momentáneo pronto se convertirá en una lograda ficción de serenidad; sintiéndose inhábil para el lleno completo de sus funciones, no renunciará a ellas por temeraria audacia lo que llamará carácter. Entonces en los hechos de la realidad, en los actos de trascendencia, en los que nada desempeña la simpática máscara social, el hombre oculto, el hombre único que hay debajo, ese hombre con muletas que ya conocemos, será el que malhadadamente, legítimamente tome en sus manos la responsabilidad de su consecución, vale decir, el único que responda por el destino de esa institución o de aquel estado. Puede colegirse de aquí lo que este tipo de hombre, cuyo fatal desarrollo sicológico hemos seguido desde la escuela, puede suponerse, repito, lo que este pensará, administrará y ejecutará. Fallido de bellas virtudes mentales, defectuoso, ridículo ya desde antaño, sus hechos serán desatinos, sus obras administrativas, confesos alardes personales, sus posturas de carácter, enanas tiranías.
La historia de las naciones si ella está fresca en la memoria puede ofrecernos cabales ejemplos de casos semejantes colocados en el estrado del dominio, o de tipos, llamados por lo menos, representativos de acontecimientos trascendentales, humanos o históricos. La historia contemporánea de Sud América nos ofrece un ejemplario inacabable casi de hombres representativos, reacios a la justicia cuyo bufo definido ha sido don Arturo Alessandri.
Hay en nuestra historia, entre muchísimos otros y muy interesantes, el caso de Hernández de Girón y señora en el desenfado de anhelar ser emperadores del Perú revolucionando a la colonia. Europa actual, si la examina.
mos, analíticamente, puede arrojarnos la muestra estupenda de un hombre ridículo.
Pero no es solo en este plano, en esta categoría de hombres que el ridículo se manifiesta, se anuncia con iguales sintomas y aparece con idénticas manifestaciones en todos los hombres de diversos niveles y de múltiples actividades humanas, en los que hubo un guillotinado proceso educativo que, engrampando rídiculamente en el todo social, dan lugar incuestionablemente a una defectuosa nacionalidad.
olvidar que para cumplir con la finalidad suprema que le es dada, o sea la formación de hombres en la más elevada traducción del vocablo; es urgente, siempre lo ha sido, educar el espíritu antes que congestionar la mente; antes que industrializarse, mejor apostolizarse, y que, frente a desviaciones educativas que entranan serios proble.
mas en el desarrollo mental del niño, se responsabilice con propósitos de amor y de heroísmo.
Puédense establecer las conclusiones apuntadas enseguida: El niño escolar en cuya sicología han desaparecido las tres fuerzas creadoras del espíritu que son la Alegría, la Iniciativa y la Voluntad, fatalmente irá cuajándose en él un hombre ridículo.
Este estado penumbroso de la sensibilidad del niño se le llamará, y muy adecuadamente, el estado germen del ridículo.
Entran a animar la vida sicológica del niño malogrado, el pesimismo, el interés grueso y el rutinarismo.
ESTIMULOS PODEROSOS Señalo como estímulos poderosos: EN EL HOGAR La falta de conceptos en los padres que transforman a sus hijos, calientes dinamismos de espontaneidad, de volun ad y de alegría, en esqueléticos niños educados, ovejunamente disciplinados y purulentos de hipocresía.
EN LA ESCUELA La atosigante cantidad de ceremonias llamadas patrióticas por lo públicas o familiares por lo privadas en las que circunstancias y hechos en vez de formar un todo armónico bajo las leyes únicas de la estética, proporcio.
nando a los niños el claro sentido de lo bien hecho, de lo bien sazonado, constituyen solo compromisos aparatosos mortificantes para alumnos y maestros.
PALABRAS AL MAESTRO Procure el maestro moderno, dentro mismo de su propio yo, formarse el más bello concepto de la alegría, como un nuevo factor descubierto que rige e impulsa el alma del inundo.
Cultive en el niño esta virtud y anote en ella un positivo síntoma de salud mejor que de inteligencia.
Sumérjase la labor diaria de esa desbordante inquietud interior del niño de manera que el deber lo cumpla en la forma de una colmada felicidad propia.
Realice la disciplina por el trabajo mismo y estimule la rebeldía porque ella ha de cuajar a la postre en una continuada virilidad de Hombre.
Procure la amistad cooperación en vez de la amistad inutil de lamentables consecuencias entre hombres y entre pueblos.
Haga en el niño el sentimiento perdurable de que el trabajo es la manifestación más heróica de patriotismo. excepción de muy escogidas fechas, destiérrese para siempre del calendario escolar, toda clase de ceremonias y concurrencias de carácter atentatorio y hasta abstracto a los fines de la escuela.
GERMENES ESTIMULOS DEL RIDICULO CONCLUSIONES La escuela, cuyo papel en el mundo ya conscientemente conoce y ya deliberadamente la constituye como hacedero único de la humanidad, único organizador de las células para los grandes organismos sociales, no debe Inaugúrese en cambio la fiesta del Trabajo, la Fiesta del Hombre, la fiesta de la Voluntad, la fiesta de la Amistad, la fiesta del Arbol, de la Siembra, del Amor; fiestas en las que el niño, contagiándose apasionadamente de ese espíritu fecundo y extenso del universo, sea posible de dar la nota altísima del hombre máximo en la generación a que pertenece. Téngase al niño en un culto nuevo.
GUILLERMO MERCADO.