34 Amauta MOSCU, LA CIUDAD MISTICA POR CARMEN SAOO Eren Para ir a Moscú hay que desdoblarse, dejando el alma europea y los prejuicios, porque no podemos apreciar la enorme y chata ciudad con el criterio de Occidente: ni sus calles, ni su suelo, ni su aire lo permiten. Yo he visto casas, palacios y teatros y me decía: son como en París, pero sentía que no: las ventanas, las columnas, la masa talvez tenlan las mismas proporciones; pero la gente que circulaba, el pavimento de cantos redondos, los lindos caballitos del Turquestán, mil cosas sutiles los cambiaban, trasmutando el estilo, el carácter, con mil cosas que escapaban a mi análisis, quedando solo las sensaciones, en las que fué Moscú para mi fantasía una ciudad asidtica. En sus calles ví pulular todas las razas de Oriente, desde el finlandés de blanco cabello, hasta el caucasiano de ojos negros y brillantes; desde el amarillo de pómulos salientes, hasta el tolstoyano de barbas de apóstol; ví también mujeres alargadas con caras de íconos bizantinos y mujeres bajas regordetas como esquimales, de regiones desconocidas para mí. Circulaban estas gentes en multitudes rápidas, corrian casi, pareciendo querer alcanzar algo, se pasaban unos a otros como en una apuesta, iban sonrientes y callados por las calles tortuosas, por las inmensas plazas. En estas plazas que parecen hechas para el desfile de ejércitos, cuelgan las cúpulas como racimos de peras enormes. Las hay de todos tamaños y de todos colores, estrelladas, verdes, amarillas, doradas y plateadas, como piñas rugosas y talladas como diamantes, con mil detalles de puntas, ángulos, geometrías símbolicas y flores, y en su punta cruces de filigrana de oro, sostenidas por hilos de oro. El más bello y raro ejemplar es la iglesia de San Basilio en donde se coronaban los zares, construída por Iván el Terrible. Tiene una gran perspectiva en la inmensa Plaza Roja. Ante ella, a una gran distancia el espacio libre para que podamos abarcar la familia de cúpulas: el padre, la madre, los dos hermanos mayores y el más pequeño en arquitectura simbólica, como si estuvieran encargadas de representar un poder que protege, porque siempre hay una grande que es como la cabeza y las menores que se apiñan a su alrededor como seres débiles que buscan amparo. Es por dentro San Basilio como un misal iluminado con viñetas en sus taberná culos, y muros de oro en sus numeras capillas circulatorias.
رام Tembantu TA Las Cúpulas de Moscú, apunte de Carmen Saco.
Levantémoselo siquiera por ser un buen matador de hombres.
Todos los congregantes, excepción de los porcinos, cabrunos y palmídedos, se pusieron a vocear y aplaudir el arranque tribunicio del buey, mientra sus opositores, entre ellos el macho cabrío y el burro a la cabeza de los chivatistas, se alejaron, perdiéndose en el bosque y haciendo el primero de ellos esta sangrienta alusión. ése. a ése. todo lo que. le hace mal. al hombre. le. le encanta. Para lo que nos importa. esa caja. que está ahí patas arriba con. con la vidita que nos damos. Ya lo creo asintió el burro, con la suficiencia de un juez viejo. en gran parte hay que agradecerselo al algarrobo. este árbol si que deberíamos levantarle todos nosotros, asiados y orejudos, una pirámide como las que vieron mis antepasados en otras tierras.
La Plaza Roja, se llamaba así desde antes de la Revolución. está llena de significados trascendentes en la historia: en el centro se alza el monumento a los fundadores de la carta rusa, a un lado inmensos almacenes para el pueblo y al otro la ciudad fortaleza del Kremiin sobre el que ondea la bandera del comisariado general del pueblo, clavada sobre una cúpula chata. Bajo la bandera y al pié de la muralla del Kremlin, la sepultura de Lenin.
En Moscú todas las plazas son inmensas. Una de las más notables después de la Plaza Roja, es la del teatro imperial con el edificio de la Gran Opera de Moscú estilo renacimiento, decorado con una cuadriga de bronce en el frontón; hoy a su lado están los inmensos almacenes del pueblo, Moctep. de varios pisos, por los que pasa todo el día una enorme multitud.
Los contrastes de las nuevas arquitecturas americanas, avaloran las cúpulas de oro y de estrellas, y los estilos barroco ruso, bizantino y finlandés, se caracterizan con la fantasía de una ciudad de las mil y una noches.
Al lado del edificio del Comité regional del partido comunista de Moscú, de estilo severo, gris, uniforme, un puñado de cúpulas repican y lo golpean con sus curvas hinchadas y doradas. de repente en la alegria triunfal de colores y de brillos, un sueño de Edgard Poe me detiene y me alucina; es una enorme iglesia toda roja, coronada por cinco cúpulas de oro y más allá otra toda blanca como una castidad. Rojo y blanco son los colores dominantes, sobre todo el rojo.
Son tantas las cúpulas en Moscú que aparecen en todos lados; brillan entre las arboledas como frutos raros, y otras veces no son ajos ni peras, sino flechas de oro agudas que se clavan en el cielo como una llamada en punta, porque Moscú es la ciudad mística con iconos vestidos y aureolados de plata, con lámparas encendidas, y bajo un dombo añil estrellado hay símbolos de bronce, luces, flores, incienso. Moscú es la ciudad del pueblo LOPEZ ALBUJAR.
Piura, 1927.