Amauta 13 bía, más tarde, negarle el amparo fçrmal que le había con cedido el absolutismo de las leyes de la Colonia.
VI LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA LA PROPIEDAD AGRARIA Entremos a examinar ahora cómo se presenta el problema de la tierra bajo la República. Para precisar mis puntos de vista sobre este período, en lo que concierne a la cuestión agraria, debo insistir en un concepto que ya he expresado respecto al carácter de la revolución de la independencia en el Perú. La revolución encontró al Perú retrasado en la formación de su burguesía. Los elementos de una economía capitalista eran en nuestro pals más embrionarios que en otros países de América donde la revolución contó con una burguesía menos larvada, menos incipiente.
Si la revolución hubiese sido un movimiento de las masas indígenas o hubiese representado sus reivindicaciones, habría tenido necesariamente una fisonomía agrarista. Está ya bien estudiado cómo la revolución francesa benefició particularmente a la clase rural, en la cual tuvo que apoyarse para evitar el retorno del antiguo régimen. Este fenómeno, además, parece peculiar en general así a la revolución burguesa como a la revolución socialista, a juzgar por las consecuencias mejor definidas y mas estables del abatimiento de la feudalidad en la Europa central y del zarismo en Rusia. Dirigidas y actuadas principalmente por la burguesía urbana y el proletariado urbano, una y otra revolución han tenido como inmediatos usufructuarios a los campesinos. Particularmente en Rusia, ha sido ésta la clase que ha cosechado los primeros frutos de la revolución bolchevique, debido a que en ese país no se habia operado aún una revolución burguesa que a su tiempo hubiera liquidado la feudalidad y el absolutismo e instaurado en su lugar un régimen demoliberal.
Pero, para que la revolución demo liberal haya tenido estos efectos, dos premisas han sido necesarias: la existencia de una burguesía consciente de los fines y los intereses de su acción y la existencia de un estado de ánimo revolucionario en la clase campesina y, sobre todo, su reivindicación del derecho a la tierra en términos incompatibles con el poder de la aristocracia terrateniente.
En el Perú, menos todavía que en otros países de América, la revolución de la independencia no respondía a estas premisas. La revolución había triunfado por la obligada solidaridad continental de los pueblos que se rebelaban contra el dominio de España y porque las circunstancias politicas y económicas del mundo trabajaban a su favor. El nacionalismo continental de los revolucionarios hispano americanos se juntaba a esa mancomunidad forzosa de sus destinos, para nivelar a los pueblos más avanzados en su marcha al capitalismo con los más retrasados en la misma vía.
Estudiando la revolución argentina y por ende, la americana, Echevarría clasifica las clases en la siguiente forma: La sociedad americana, dice, estaba dividida en tres clases opuestas en intereses, sin vínculo alguno de sociabilidad moral y política. Componían la primera los togados, el clero y los mandones: la segunda los enriquecidos por el monopolio y el capricho de la fortuna; la tercera los villanos, llamados gauchos y compadritos en el Río de la Plata, cholos en el Perú, rotos. en Chile, leperos en México. Las castas indígenas yafricanas eran esclavas y tenían una existencia extrasocial. La primera gozaba sin producir y tenia el poder y fuero del hidalgo; era la aristocracia compuesta en su mayor parte de españoles y de muy pocos americanos. La segunda gozaba, ejerciendo tranquilamente su industria y comercio, era la clase media que se ba en los cabildos; la tercera, única productora por el trabajo manual, componíase de artesanos y proletarios de todo género. Los descendientes americanos de las dos primeras clases que recibían alguna educación ne América o en la Península, fueron los que levantaron el estandarte de la revolución. 10)
La revolución americana, en vez del conflicto entre la nobleza terrateniente y la burguesía comerciante, produjo en muchos casos su colaboración, ya por la impregnación de ideas liberales que acusaba la aristocracia, ya porque ésta en muchos casos no veía en esa revolución sino un movimiento de emancipación de la corona de España. La población campesina, que en el Perú era indígena, no tenía en la revolución una presencia directa, activa. El programa revolucionario no representaba sus reivindicaciones.
Mas este programa se inspiraba en el ideario liberal.
La revolución no podía prescindir de principios que consideraban existentes reivindicaciones agrarias, fundadas en la necesidad práctica y en la justicia teórica de liberar el dominio de la tierra de las trabas feudales. La República insertó en su estatuto estos principios. El Perú no tenía una clase burguesa que los aplicase en armonía con sus intereses económicos y su doctrina política y juridica. Pero la República porque este era el curso y el mandato de la historia debía constituirse sobre principios liberales y burgueses. Solo que las consecuencias prácticas de la revolución en lo que se relacionaba con la propiedad agraria, no podía dejar de detenerse en el límite que les fijaban los intereses de los grandes propietarios.
Por esto, la política de desvinculación de la propiedad agraria, impuesta por los fundamentos politicos de la Repùblica, no atacó al latifundio. aunque en compensación las nuevas leyes ordenaban el reparto de tierras a los indígenas atacó, en cambio, en el nombre de los postulados liberales, a la comunidad.
Se inauguró así un régimen que, cualesquiera que fuesen sus principios, empeoraba en cierto grado la condición de los indígenas en vez de mejorarla. esto no era culpa del ideario que inspiraba la nueva política y que, rectamente aplicado, debía haber dado final dominio feudal de la tierra convirtiendo a los indígenas en pequeños propietarios.
La nueva política abolía formalmente las mitas. encomiendas, etc. Comprendía un conjunto de medidas que significaban la emancipación del indígena como siervo. Pero como, de otro lado, dejaba intactos el poder y la fuerza de la propiedad feudal, invalidaba sus propias medidas de protección de la pequeña propiedad y del trabajador de la tierra.
La aristocracia terrateniente, si nó sus privilegios de principio, conservaba sus posiciones de hecho. Seguía siendo en el Perú la clase dominante. La revolución no había realmente elevado al poder a una nueva clase. La burguesía profesional y comerciante era muy débil para gobernar. La abolición de la servidumbre, no pasaba, por esto, de ser una declaración teórica. Porque la revoución no había tocado el latifundio. la servidumbre no es sino una de las caras de la feudalidad, pero no la feudalidad misma.
VII POLITICA AGRARIA DE LA REPUBLICA Durante el periodo de caudillaje militar que siguió a la revolución de la independencia, no pudo lógicamente desarrollarse, ri esbozarse siquiera, una política liberal sobre la propiedad agraria. El caudillaje militar era el producto natural de un período revolucionario que no había podido crear una nueva clase dirigente. El poder, dentro de esta situación, tenía que ser ejercido por los militares de la revolución que, de un lado gozaban del prestigio marcial de sus laureles de guerra y, de otro la.
do, estaban en grado de mantenerse en el gobierno por la fuerza de las armas. Por supuesto, el caudillo no posenta