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10 Amauta dió a un millón. Este hecho condena al coloniaje y no desde los puntos de vista abstractos o teóricos o moraleso como quiera calificárseles de la justicia, sino desde los puntos de vista prácticos, concretos y materiales de la utj.
lidad.
El coloniaje, impotente para organizar en el Perú al menos una economia feudal, injertó en ésta elementos de economia esclavista.
NII LA POLITICA DEL COLONIAJE: DESPOBLACION ESCLAVITUD samente, mediante la asimilación de la cultura occidental, obtenida a veces a través de la propia España. Pero de su cimiento económico, arraigado en los intereses de una clase cuya hegemonía no canceló la revolución de la independencia, no nos hemos liberado todavía. Los raigones de la feudalidad están intactos. Su subsistencia es responsable, por ejemplo, del retardamiento de nuestro desarrollo capitalista.
El règimen de propiedad de la tierra determina el ré.
gimen político y administrativo de toda nación. El problema agrario. que la República no ha podido hasta ahora resolver. domina todos los problemas de la nuestra.
Sobre una economía semi feudal no pueden prosperar ni funcionar instituciones democráticas y liberales.
En lo que concierne al problema indígena, la subordinación al problema de la tierra resulta más absoluta aún, por razones especiales. La raza indígena es una raza de agricultores. El pueblo inkaico era un pueblo de campesinos, dedicados ordinariamente a la agricultura y el pastoreo. Las industrias, las artes, tenían un carácter doméstico y rural. En el Perú de los Inkas era más cierto que en pueblo alguno el principio de que la vida viene de la tierra. Los trabajos públicos, las obras colectivas, más admirables del Tawantinsuyo, tuvieren un objeto militar, religioso o agrícola. Los canales de irrigación de la sierra y de la costa, los andenes y terrazas de cultivo de los Andes, quedan como los mejores testimonios del grado de organización económica alcanzado por el Perú inkaico. Su civilización se caracterizaba, en todos sus rasgos dominantes, como una civilización agraria. La tierra escribe Valcárcel estudiando la vida económica del Tawantinsuyo en la tradición regnícola, es la madre común: de sus entrañas no solo salen los frutos alimenticios, sino el hombre mismo. La tierra depara todos los bienes.
El culto de la Mama Pacha es par de la heliolatria; y como el sol no es de nadie en particular, tampoco el planeta lo es. Hermanados los dos conceptos en la ideología aborigen, nació el agrarismo, que es propiedad comunitaria de los campos y religión universal del aștro del día. 1)
Al comunismo inkaico. que no puede ser negado ni disminuído por haberse desenvuelto bajo el régimen autocrático de los Inkas se le designa por esto como comunismo agrario. Los caracteres fundamentales de la economía inkaica según César Ugarte, que define en general los rasgos de nuestro proceso con suma ponderación eran los siguientes: Propiedad colectiva de la tierra cultivable por el ayilu o conjunto de familias emparentadas, aunque dividida en lotes individuales instransferibles; propiedad colectiva de las aguas, tierras de pasto y bosques por la marca o tribu, o sea la federación de ayllus establecidos alre.
dedor de una misma aldea; cooperación común en el trabajo: apropiación individual de las cosechas y frutos. 2)
La destrucción de esta economia y por ende de la cultura que se nutría de su savia. es una de las responsabilidades menos discutibles del coloniaje, nó por haber constituído la destrucción de las formas autóctonas, sino por no haber traldo consigo su sustitución por formas superiores. El régimen colonial desorganizó y aniquiló la economía agraria inkaica, sin reemplazarla por una economía de mayores rendimientos. Bajo una aristocracia indígena, los nativos componían una nación de diez millones de hombres, con un Estado eficiente y orgánico cuya acción arribabá a todos los ámbitos de su soberanía; bajo una aristocracia extranjera los nativos se redujeron a una dispersa y anárquica masa de un millón de hombres, caídos en la servidumbre y el felahismo.
El dato demográfico es, a este respecto, el más fehaciente y decisivo. Contra todos los reproches que, en el nombre de conceptos liberales, esto es modernos, de libertad y justicia, se puedan hacer el régimen inkaico, está el hecho histórico. positivo, material de que aseguraba la subsistencia y el crecimiento de una población que, cuando arribaron al Perù los conquistadores, ascendía a diez millones y que, en tres siglos de dominio español, descenQue el régimen colonial español resultara incapaz de organizar en el Perú una economia de puro tipo feudal se explica claramente. No es posible organizar una economía sin claro entendimiento y segura estimación, si no de sus prin.
cipios, al menos de sus necesidades. Una economía indigena, orgánica, nativa, se forma sola. Ella misma determina espontáneamente sus instituciones. Pero una economía colonial se establece sobre bases en parte artificiales y extranjeras, subordinada al interés del colonizador. Su desarrollo regular depende de la aptitud de éste para adaptarse a las condiciones ambientales o para transformarlas.
El colonizador español carecía radicalmente de esta aptitud. Tenía una idea, un poco fantástica, del valor económico de los tesoros de la naturaleza, pero no tenia casi idea alguna del valor económico del hombre.
La práctica de exterminio de la población indígena y de destrucción de sus instituciones en contraste muchas veces con las leyes y providencias de la metrópoli empobrecia y desangraba al fabuloso país ganado por los conquistadores para el Rey de España, en una medida que éstos no eran capaces de percibir y apreciar. Formulando un principio de la economía de su época, un estadista sudamericano del siglo XIX debía decir más tarde, impresionado por el espectáculo de un continente semi desierto: Gobernar es poblar. El colonizador español, infinitamente lejano de este criterio, implantó en el Perú ún régimen de despoblación.
La persecución y esclavizamiento de los indios deshacſa velozmente un capital subestimado en grado inverosimil por los colonizadores: el capital humano. Los españoles se encontraron cada día más necesitados de brazos para la explotación y aprovechamiento de las riquezas conquistadas. Recurrieron entonces al sistema más antisocial y primitivo de colonización: el de la importación de esclavos. El colonizador renunciaba así, de otro lado, a la empresa para la cual antes se sintió apto el conquistador: la de asimilar al indio. La raza negra traída por él le te nía que servir, entre otras cosas, para reducir el desequilibrio demográfico entre el blanco y el indio.
La codicia de los metales preciosos. absolutamente lógica en un siglo en que tierras tan distantes casi no podían mandar a Europa otros productos. empujó a los españoles a ocuparse preferentemente en la minería. Su interés pugnaba por convertir en un pueblo minero al que, bajo sus inkas y desde sus más remotos orígenes, había sido un pueblo fundamentalmente agrario. De este hecho nació la necesidad de imponer al indio la dura ley de la esclavitud. El trabajo del agro, dentro de un régimen naturalmente feudal, hubiera hecho del indio un siervo vinculándolo a la tierra. El trabajo de las minas y las ciudades, debía hacer de él, un esclavo. Los españoles establecieron, con el sistema de las mitas, el trabajo forza.
do, arrancando al indio de su suelo y de sus costumbres.
La importación de esclavos negros que abasteció de braceros y domésticos a la población española de la costa, donde se encontraba la sede y corte del Virreinato, contribuyó a que España nó advirtiera su error económico y politico. El esclavismo se arraigó en el régimen, viciándolo y enfermándolo.
El profesor Javier Prado, desde puntos de vista que no son naturalmente los míos, arribó en su estudio sobre