LiberalismPrivate Property

Amauta PENSADORES DE LA RAZA En balde se habla de humanismo en las cátedras de filosofía y serán estériles todas las efusiones kantianas que afirman, en teoria, una libertad metafísica, limitada al claustro inviolable de la conciencia, si no se comienza por rectificar con claridad y firmeza el preconcepto jurídico secular, mantenido por el liberalismo del siglo XIX aun en medio de la sonora declamación libertaria puramente sentimental.
EL ESFUERZO POR RAFAEL BARRET Para establecer el verdadero carácter de la libertad del individuo, es indispensable realizar la previa discriminación de los aspectos formales y objetivos que esa libertad reviste, depurándola de todas las mezclas extrañas a su naturaleza, como son los derechos de índole patrimonial, que se refieren a los bienes o cosas.
El sistema jurídico del siglo XIX es contradictorio y frecuentemente anula el valor teórico de las declaraciones, reduciéndolas a simples fórmulas de aspiración idealista.
Ejemplo: la inalienabilidad e inviolabilidad absolutas de los derechos del hombre; las cuales, por extremosas y absurdas, resultan imposibles y contraproducentes, como lo prueba luego la necesidad de acordar y hasta de subordinar la mayor parte de tales derechos al interés social, que sólo se concilia con la verdadera libertad, es decir, con aquellos derechos individuales que aseguran, en la medida que corresponde, el logro de los legítimos fines del individuo.
No es difícil rastrear, entre la frondosidad doctrinaria del liberalismo jurídico en trance de caducidad inminente, la tentativa de una separación fundamental entre los verdaderos derechos individuales y los que se refieren al patrimonio. Basta para ello, recordar que, no obstante la insistencia con que se declara inviolable la propiedad privada, cuida el Estado de reservarse la facultad de expropiar, con propósitos de utilidad pública, lo que vale tanto como negarle prácticamente al derecho de propiedad el carácter esencial de un verdadero derecho del individuo, inherente a su condición de persona, tal como lo quiere el derecho natural que sirvió de fundamento filosófico al sistema.
En efecto, no sería posible expropiar el objeto o contenido de los verdaderos derechos individuales que integran la libertad personal, porque sólo son expropiables los bienes y de ningún modo la facultad de hacer que esos verdaderos derechos acuerdan. La limitación constitucional o legal que fija la medida de los derechos individuales en nombre del interés de la sociedad cuando llega a producirse conflicto entre ella y el individuo, no se parece en nada a una expropiación, sino que se convierte en el encauzamiento obligado y necesario de energías particulares, haciéndolas concurrentes cada vez que tiendan a ser divergentes y antisociales.
La vida es un arma. Dónde herir, sobre que obstáculo crispar nuestros músculos, de qué cumbre colgar nuestros deseos. Será mejor gastarnos de un golpe y morir la muerte ardiente de la bala aplastada contra el muro, o envejecer en el camino sin tèrmino y sobrevivir a la esperanza? Las fuerzas que el destino olvidó un instante en nuestras manos, son fuerzas de tempestad. Para el que tiene los ojos abiertos y el oído en guardia, para el que se ha incorporado una vez sobre la carne, la realidad es angustia. Gemidos de agonía y clamores de triunfo se oyen en la noche. Nuestras pasiones, como una jauría impaciente, olfatean el peligro y la gloria. Nos adivinamos dueños de lo imposible, y nuestro espíritu ávido se desgarra.
Poner el pié en la playa virgen, agitar lo máravilloso que duerme, sentir el soplo de lo desconocido, el estremecimiento de una forma nueva: he aquí lo necesario.
Mas vale lo horrible que lo viejo. Mas vale deformar que repetir. Antes destruir que copiar. Vengan los monstruos si son jóvenes. El mal es lo que vamos dejando a nuestras espaldas. La belleza es el misterio que nace. ese hecho sublime, el advenimiento de lo que jamás existió, debe verificarse en las profundidades de nuestro ser. Dioses de un minuto, qué nos importar los martirios de la jornada, qué importa el decenlace negro, si podemos contestar a la naturaleza. No me creaste un vaso!
Es preciso que el hombre se mire y se diga. Soy una herramienta. Traigamos a nuestra alma el sentimiento familiar del trabajo silencioso, y admiremos en ella la hermosura del mundo. Somos un medio, sí, pero el fin es grande. Somos chispas fugitivas de una luminosa hoguera. La majestad del Universo brilla sobre nosotros, y vuelve sagrado nuestro esfuerzo humilde. Por poco que seamos, lo seremos todo si nos entregamos por entero.
Hemos salido de las sombras para abrazarnos en la llama; hemos aparecido para distribuir nuestra sustancia y ennoblecer las cosas. Nuestra misión es sembrar los pedazos de nuestro cuerpo y de nuestra inteligencia; abrir nuestras entrañas para que nuestro genio y nuestra sangre circulen por la tierra. Existimos en cuanto nos damos negarnos es desvanecernos ignominiosamente.
Somos una promesa; el vehículo de intenciones insondables. Vivimos por nuestros frutos; el único crimen es la esterilidad.
Nuestro esfuerzo se enlaza a los innumerables esfuerzos del espacio y del tiempo, y se identifica con el esfuerzo universal. Nuestro grito resuena por los ámbitos sin límite. Al movernos hacemos temblar a los astros.
Ni un átomo, ni una idea se pierde en la eternidad.
Somos hermanos de las piedras, de nuestra choza, de los árboles sensibles y de los insectos veloces. Somos hermanos hasta de los imbéciles y de los criminales, ensayos sin èxito, hijos fracasados de la madre común. Somos hermanos hasta de la fatalidad que nos aplasta. Al luchar y al vencer colaboramos en la obra enorme, y también colaboramos al ser vencidos. El dolor y el aniquilamiento son también útiles. Bajo la glierra interminable y feroz canta una inmensa armonía. Lentamente se prolongan nuestros nervios, unièndonos a lo ignoto. Lentamente nuestra razón extiende sus leyes a regiones remotas. Lentamente la ciencia integra los fenómenos en una unidad superior, cuya intuición es esencialmente religiosa, porque no la religión lo que la ciencia destruye, sino las religiones. Extraños pensamientos cruzan las mentes. Sobre la humanidad se cierne un sueño confuso y grandioso. El horizonte está cargado de tinieblas, y en nuestro corazón sonríe la aurora.
Cuando se consagre definitivamente la caracterización de los verdaderos derechos individuales constitutivos de la libertad personal, se desvanecerán todas las dudas acerca de la extensión del Habeas Corpus y a nadie se le ocurrirá aplicar esta preciosa garantia en favor de los bienes o de sus propietarios, poseedores o usufructuarios.
El proceso del Gamonalismo partir de nuestro próximo número reanudaremos la publicación de nuestro Boletín de Defensa Indígena. Las protestas y denuncias que componen el ma: terial conque contamos, por ahora, para esta sección corresponden a fechas atrasadas, de suerte que requieren confirmación por parte de los interesados.