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Amauta Viñeta obscura EL ESTADO DOCENTE Como a Vd. me parece a mí calainidad el Estado docente. especie de trust para la manufactura unánime de las con ciencias. Algún día los gobiernos no harán sino dar recur.
sos a las instituciones y los particulares que prueben abundantemente su eficacia en la educación de los grupos. Pero Ud. odia la escuela católica, y ella dentro de esta norma nueva deberá tener el mismo derecho del grupo socialista o del judío a enseñar bajo su doctrina. La escuela neutra no existe, mi amigo, y lo que así llaman los ladinos es una criatura confesional como cualquiera. En Francia esta escuela neutra es Spenceriana o cosa semejante, jacobina.
radical etc. no neutra. Entiendo su pensamiento y como Vd. amaría una especie de luz blanca, de escuela que respetara al niño en su alma prodigiosamente, sin armarle para matón de ninguna secta. Pero ya lo he visto con angustia: eso es utopía. El mal menor, el respiro de esta asfixia del Estado docente, está en el acrecentamiento de la iniciativa particular. El Estado sigue siendo y será siendo y será siempre Napoleón que movilizará las pobres almas de los niños para afianzar el imperio, dando credo social, credo económico y. credo religioso. Imposible hoy por hoyeliminarlo como educador de hecho, aunque no lo es de derecho. Disminuyámosle campo, reclamémosle la mitad del dinero de las contribuciones para levantar las escuelas libres; escuelas con ideales, mi amigo, con el suyo una, con el mío otra, organismos netos con rumbo confesado, socialista o capitalista, sin caretas.
Sé que Vd. se me ha entristecido en esta parte de mi carta. Ahonde en su pensamiento y verá que Vd. en el fondo, rehusa, y violentamente, la escuela neutra. Vd. quiere dar a los niños principios anti capitalistas. No háy neutralidad en lo referente a la economía del mundo. Vd.
desea soplar aventando del niño la idea religiosa (generalmente muy torcida e incompleta) que lleva el niño de su casa. Vd. sacará un ismo y pondrá otro, porque todo es ismo, mi amigo, y la luz blanca es artificial. Los únicos neutros verdaderos que yo conozco son los tontos. Nada dan, porque nada tienen; no pueden colorear si adentro les falta el añil o púrpura. aún éstos, por necios, suelen, pretenciosamente, para hacer que hacen. juntar ideas opuestas y confeccionar para el pobrecito niño un tapiz insensato de remiendos imposibles.
Vd. se extrañará que una que quiere la paz esté aconsejando la guerra con esas escuelas, todas confesionales. Me he desengañado de muchas cosas; he visto la hipocresía estupenda de las neutralidades y estoy por las fisonomías netas: escuelas según Rosseau, o según don Bosco, o según Spencer. Me irrita de igual manera la extorsión al colegio católico que al libre. Hay una gran probidad en el patroEl capitán difunto, en la noche ha venido a nuestra nave; en la pasarela inclinado de la proa vetusta jel mismo es!
El rojo timonel antaño lo vió una vez cuando encalló la Andana en la tarde melancólica.
Siempre llega la víspera nefasta, siempre enlutado de su muerte.
El timonel añoso nunca olvida sus ojos blancos como las algas yertas.
En el Santelmo triste, ha visto anoche, cerca al timón, morada, su silueta angulosa jel mismo es!
JOSE EGUREN.
LOS MAESTROS nato neto.
El Estado debería después de un censo de los habitan tes, por credo, subvencionar 100, u 80, 50 escuelas de ca da confesión. Tiene que servir a una masa heterogénea sin mano hemogénea.
Su pensamiento, Barcos, es elevado y superior, le re pugna que el niño asome a la vida con una marca: católico o anarquista. Quiere robarlo al padre afiliado, atado a una fe o a una política, y que le traspasa su verdad o su error como el color de sus ojos. Ay, mi amigo, pero recuerde que se lo da Vd. a otro marcador. Yo no sé donde hallaría Vd. los 10 12 mil maestros luz blanca. santos de desinterés cabal, caballeros de la perfecta lealtad, para poner cada uno en su escuela a crear niños sin confesión alguna.
Grave hasta lo trágico es la lucha de espadas en que veo a los pobrecitos niños y que yo he seguido de cerca: padres cristianos, dueños suyos medio día; maestras spencerianos que maniobraban durante la otra mitad. En la desorientación enorme que se les creá. no habrá daño mucho mayor que en un fanatismo unanimista? Pero basta de Vd. ha dicho en su librito algunas cosas fuertes a los maestros. Pudo ir mas lejos. En la calamidad pública que son nuestras escuelas, aunque el Estado lleve la mitad de la culpa, tenemos que decir honradamente, sin marras de compadrazgo, que la otra mitad se la dividen maestros y padres, y mucho más toca a aquellos que a éstos.
Yo conozco maestras que jamás han gastado un peso en un libro o una revista para no digamos mejorar, completar sus conocimientos. Yo he visto centenares que no acuden a una reunión de profesores sino cuando van a tratarse de cuestiones de sueldos. Yo conozco en ellas especialmente el renegamiento de su clase, la verguenza de venir del pueblo, el olvido de toda solidaridad con su carne, el ningún sentido de clase, la indiferencia absoluta para los problemas obreros que tienen tanta relación con la escuela. Yo he visto. especialmente en las mujeres una mundanidad desenfrenada, pasión ingenua y tonta del lujo, consecuencias limitadas y serviles, cargadas de lastres de perjuicios; beatería sin cristianismo y otras cosas más. Le habla a Vd. una antigua maestra primaria, que hizo su carrera desde la ayudantía de escuela rural y que ha visto el pez pedagógico de las diversas zonas del mar, hasta llegar al vanidoso pez secundario.
Ustedes tienen que trabajar particularmente en hacer de nuevo como quien dice a la maestra primaria. Es necesario que ella sea una mujer para la democracia americana, toda una fuerza social que obre en beneficio de la purificación y la elevación de las masas populares; no una Luisa Michel de la barricada, pero si una doctora Dellepiane, una Luisa Luise, una Concepción Arenal, una Carmen Lira, una Palma Guillén, de México, una María de Maeztu, de España; todo esto sin desaforado sufragismo, con brasa espiritual, ideas claras, coraje y sentido heroico de la vida. Nuestro amigo García Monge crée mucho en una América echada a perder por los hombres y salvada por las mujeres. Dios le oiga y su hojita preciosa que se llama Repertorio. las junte, las oriente y las decida. Yo, mi amigo, comienzo a envejecer. Procuro decir desde aquí cuanta cosa excelente veo en las escuelas. Hago lo que puedo, hice lo que pude y reconozco que fué poco. También pesó sobre mí el estado docente, centurión que fabrica programas y que apenas deja sitio como hurtadopara poner sabor fuerte de alma.
esto.