Bourgeoisie

38 AMAUTA manso y generoso. generoso, pero manso. Siempre brota el sentimiento con mas vigor que la razón, siempre adoptamos la actitud antes de llegar a la comprensión.
Por eso es tan fácil suscitar una reacción generosa ante el dolor indígena, lo que explica el auge del tema en la litaratura reciente. Pero una reaccion así sentimental, y como todo lo sentimental, pasajero e inconsistente. Por eso es muy difícil ubicar la posición principista del problema que, como todo lo principista, de origen racional, es difícil de captar y luego más difícil de cumplir. Pero ensayémoslo ahora.
no suele aclimatarse en el limeño, tontamente infatuado con externos progresos de campanario. Por eso es que han sido provincianos en general, y casi sin excepción, los que han tremolado, primero, los gallardetes de la insurgencia.
Es que la angustia del dolor provinciano, rompiendo los postigos del ñoño respeto hacia una evidente injusta composición social, ha permitido mantener abiertas las ventanas del espíritu para recibir por ellas el aire puro de la renovación. Todo disconforme está apto para adquirir ideas de mejoración, y ésta es sin, duda, la mejor definición de juventud mental, ya que la cronológica, desgraciadamente, muchas veces sólo sirve para cubrir un penoso senilismo del alma. Por eso en las provincias. necesitadas de romper el absurdo smo vigente sufridas, proletarias, y en el Cuzco principalmente, prende con tanto entusiasmo este ambiente de renuevo para el que tan rehacia muéstrase la muelle ciudad de los virreyes temporales y los presidentes vitalicios. Por eso los provincianos. jóvenes del espíritu no cruzan sus brazos ante el dolor del Perú.
Sensible a la tristeza colectiva, esta nueva generación nueva en el sentido intelectual ha tomado una actitud hermosa, sin precedentes en la mezquina historia política del país, aprestándose a bregar heroicamente por la justicia social. Resurgimiento. cuzqueño y provinciano, rebelde y disconforme, es un signo, una exteriorización más, que viene a sumar su voz de protesta en este himno rudo y masculino que, en todos los ámbitos del Perú, hermanándose otros sones insurrectos de la América, anuncia la próxima renovación institucional.
con Cualquiera realización de justicia en el Perú está hondamente ligada al problema del indio. Esclavo durante la colonia, es también esclavo durante la república. Víctima, antes de la independencia. de la casta dominante colonizadora es hoy también víctima de la casta dominante criolla.
Robadas sus propiedades, negados sus derechos, humillado por el blanco explotador y por el gamonal de su raza, víctima de la exacción y del abuso, enfermo de dolor y desconfianza, tras cuatro siglos de angustia, el indio del Perú contemporáneo es la expresión sublimada de una pavorosa tragedia social. Resurgimiento se yergue frente a la cobardía cómplice y frente a la maldad hecha sistema, pronto para defender al indio. Cómo no ingresar a sus filas, cómo no coadyuvar a sus esfuerzos, como no participar en la lucha si sabemos que en el indio está el verdadero soporte de la grandeza futura y que trabajando por su reivindicación, trabajamos por la reivindicación social? no se trata de una obra de caridad. La caridad, como sentimiento de generosidad discutible, es un prejuicio burgués. Al indio no se le van a regalar derechos porque esos derechos le corresponden. No es, por tanto, una cuestión de generosidad, sino una cuestión de justicia.
Han habido muchas sociedades filantrópicas. burdos escenarios de señorones políticos, a veces simplemente acéfalos, a veces simplemente sinverguenzas que han dicho luchar en favor de la raza aborigen. Se han contentado con mejoras formales, con simples cambios de apariencia, con correcciones parciales poco peligrosas. Pero no han intentado jamás llevar al indio hacia un régimen de igualdad justiciera. Hasta la última partícula de su subconsciente habríase rebelado contra tendencia tal. Eran, solamente, personas Caritativas.
Conviene insistir en esto. Nuestra compleja sicología de criollos españolizantes es propicia a la formación de sentimientos antes que a la captación de ideas. Frente a la vida, los criollos solemos adoptar una actitud antes de intentar una comprensión. Por eso ciertos tipos clásicamente sentimentales retoñan en nosotros con insistencia sorprendente Apenas nos conmueve un sentimiento poderoso, de nuestro espíritu emerge un Don Quijote, atolondrado y bizarro bizarro, pero atolondrado o un Francisco de Asis, El problema del indio peruano es principalmente un problema económico, es decir, un problema vinculado a nuestra actual organización social. Cualquiera de sus manifestaciones externas se reduce, en último análisis, a la circuntancia original de la injusticia en el régimen de la propiedad.
Mientras haya latifundios, habrá necesidad de indios semiesclavos. Mientras la riqueza pueda acapararse por una clase, habrá explotación organizada y esclavitud de la raza. Para que unos tengan rrucho y no trabajen nada, es fatalmente necesario, por mecánicas razones de equilibrio, que otros no tengan nada y trabajen mucho.
Circunstancias peruanísimas reducen, casi por completo, el problema indígena a un problema campesino, problema de tierras, que se resuelve modificando el régimen de la propiedad agrícola. Esto es lo fundamental: lo económico. Todo lo demás es adjetivo.
Así, por ejemplo, suele argumentarse que el indio es un explotado porque es un ignorante. Nó. Se confunde efecto con causa: es un ignorante porque es un explotado. Porque lo agobian a trabajo para que no pueda aprender. no lo dejan aprender porque el mantenimiento de ese atraso espiritual asegura el mantenimiento de la explotación, esto es, del latifundismo. El privilegio de los opresores necesita de la ignorancia de los oprimidos. Rompiéndose tal equilibrio se rompería el sistema todo. De ahí que para vencer la ignorancia y el atraso espiritual haya que vencer, primero, a sus guardianes: los terratenientes, los políticos burgueses, la clerecía, las distintas ramas, en fin, de la clase dominante.
Luego, pues, trátase de un problema económico, principalmente económico y no de un problema espiritual, puramente racial.
Así lo comprueba, también, el hecho de que haya indios explotadores, a quienes no hay que defender sino combatir. Para que nos emocione un llamado que puede ser étnico, circunstancialmente es necesario que cuando parta la voz de Nosotros los indios. advirtamos que parte de un núcleo de sufrientes, de parias, de la gleba misma y nó de sus flanqueadores, de sus Judas Iscariotes, de sus mismos verdugos, disfrazados con el ropaje de origen racial, indics sin duda, pero indios explotadores, sanguinarios, crueles, espinas para la propia raza.
Por eso aún a riesgo de majadería. hay que insistir en que es un problema económico y no un problema racial.
Es decir que hay que reivindicar al indio porque es un explotado y no porque es un indio. No podemos olvidar que no todos los indios son explotados ni todos los explotados son indios. la injusticia es general para todos los que sufren el peso del privilegio ajeno.
Mientras la propiedad se mantenga en las condiciones vigentes, el egoismo humano favorecerá la explotación del hornbre por el hombre.
Quien sienta el dolor indígena, debe sentir también el dolor de los demás oprimidos del país y de la tierra, y dirigir su acción de órden racional y no puramente sentimental contra el sistema mismo generador de las desigualdades e injusticias.
No basta, pues, con ser caritativo. Ni basta, tampoco, con ser indigenista. Quien sienta hondamente la pasión