BourgeoisieImperialismIndividualismJosé Carlos Mariátegui

AMAUTA 37 EL PROCESO DEL GAMONALISMO BOLETIN DE DEFENSA INDIGENA AÑO LIMA, MAYO DE 1927 No.
Carta al Grupo Resurgimiento Por Manuel Seoane.
Tal la encrucijada ante la que se halla el Perú y como el Perú la América. Serán nuestra voluntad y nuestra decisión las que impriman el rumbo, las que señalen la marcha.
Por eso, repitamos, es necesario definirse para hacer. Si estamos frente a esa bifurcación es necesario que orientemos nuestro paso diciendo nuestra verdad. Nada importa lo que suceda después. Sigamos el imperativo consejo de Nietzche: Di tu palabra y rómpete.
Parecerá dogmática una afirmación semejante. efectivamente lo es. El mundo atraviesa una hora en la que hay necesidad de cer dog náticos, ha dicho el maestro Ingenieros. Además, así como llamamos terquedad a la constancia de los otros. solemos atribuir a dogmatismo la honda convicción ajena. Quien cree en su verdad debe quererla, debe ser intransigente, debe ser dogmático. En cuestiones de principios, ha dicho Haya Delatorre, la única transación que cabe es la rendición del enemigo. Resueltos a hacer virar el Perú hacia la izquierda, debemos ser así: duros como rocas en nuestras posiciones de combate. Dura como la roca es el hacha que demuele y duro porqué es la roca el sosten de las montañas.
Buenos Aires, Abril de 1927. los compañeros del grupo RESURGIMIENTO.
CUZCO. PERU.
Compañeros: Al ingresar al grupo Resurgimiento. aceptando una designación que honra, siento la urgencia espiritual de llevar hasta ustedes una palabra de adhesión entusiasta a la causa generosa que defienden.
Observando la realidad peruana constatamos, tristemente, que no es un ideal de justicia el que norma las relaciones sociales Acá y allá apunta el dolor su flechazo de descontento. Paralelamente a la satisfecha insolencia de los menos, tropezamos con la trágica angustia de los más. Los que amamos la justicia por la justicia misma, los que sentimos hondamente el amor a la sociedad de que formamos parte, es natural que expresemos nuestro descontento y nos decidamos a bregar incansablemente por suprimir los males sociales que vemos a nuestro derredor.
Suficientemente se evidencia en la logica brutal del dolor vivo, el problema peruano. Sobran por eso, las polémicas sospechosas de remedo parlamentarista, dentro de.
cuyas sutilezas y sofismas pretenden destilar su pesimismo venenoso el privilegio en peligro. Por eso no se debe permanecer en la nebulosa de un individualismo excéptico, rehacio a polarizaciones mentales, contrario a las acciones realizadoras, posición que por carecer de todo hasta carece del baladí prestigio de la moda. Por eso es menester definirse, decidirse. con el privilegio o contra el privilegio, o con los explotadores, que son una clase, o con los explotados, que somos los peruanos, que somos la nación. con la comodidad bellaca de un régimen de injusticia, o con los azares de una lucha por el bien, que nos reportará congojas y penurias pero que multiplicará nuestra felicidad espiritual en el presentido agradecimiento de las generaciones por venir.
La organización política del Perú, en su marcha institucional atraviesa una encrucijada. Distintas ondicionantes históricas la han colocado frente a dos caminos divergentes. Uno, que se abre a la derecha dunde se afianzará el régimen burgués, apoyado por el industrialismo particular creciente, por el gamonalismo todopoderoso, por el imperialismo yaniqui, por la clerecía explotadora, amplio camino sin duda, ornado con todos los atributos del progreso material, pero pavimentando con sangre de los esclavos económicos y señalado con los mudos monumentos del dolor humano como trágicos hitos de su ruta. también hay otro camino, que rompe su cinta de luz hacia la izquierda, al que parece alumbrar el carmesí resplandor de un amanecer, en el que adivinamos la pendiente que precede a toda elevación, donde primará un régimen de justicia y de igualdad, donde podremos abrazarnos todos los peruanos, exentos de odios fatricidas, donde habrá reivindicado su dolor el indiy silencioso, el obrero atormentado, el fatigado campesino, el empleado sufriente, el pequeño comerciante, el conscripto insatisfecho; camino y cuesta a la vez, difícil de trepar sin duda, que quizás causa fatigas y cansancios prematuros, que exigirá esfuerzos anormales, pero que ofrece como recompensa final la de alcanzar un régimen de paz y de amor. Resurgimiento es un hito en la marcha. Ya Mariategui, nuestro José Carlos Mariátegui, precisó su significación histórica: Resugimiento señala un vigoroso empuje hacia el camino de la justicia.
No es una mera casualidad la ubicación de su sede cen tral. Es una consecuencia natural de factores sociales muy hondos. Cuzco la vieja ciudad inperial, tenía que ser la cuna de un movimiento reivindicacionista. Si no el Cuzco precisamente, cualquiera de las provincias, pues las provincias han desempeñando un rol proletario frente al orgulloso y necio centralismo de la capital. Toda insurgencia, pues. o todo resurgimiento. habría de florecer, allí donde la injusticia fortificó la pasión reivindicadora. conviene señalar más. La situación de angustia económica del Perú cn general excepción hecha de esa Lima yanqui colonial, orgullo torpe de los que creen que la nación es la perla del Pacífico y la perla del Pacífico el girón de la Unión o la avenida Leguía. esa situación de angustia, decimos, repercute naturalmente modelando precisas características espirituales en los individuos. Los provincianos sienten muy hondamente su miseria local.
Miden en el índice máximo del desequilibrio, toda la injusticia que rige el sistema económico peruano. Lógicamente tienen que ser disconformes y ansiar la renovación o el resurgimiento.
Claro que son una excepción los gamonales, también provincianos, que a veces suelen hasta reconocerse in dios. Pero por algo los gamonales huyen de su provincia, van a la capital con algún propósito político, o van a Europa, y solo regresan a su tierra para organizar la explotación y para ahogar en sangre todo intento de reivindicación indígena. Por eso los gamonales se limeñizan espiritualmente aunque no pierdan su pazguantería y quizá, precisamente, por no perderla y pontifican, con la audacia inconfundible de todos los parciales, que el Perú está en el mejor de los mundos, que las provincias nada tienen que pedir y sí mucho que agradecer y que no hay ninguna tragedia social que emediar.
Pero cerremos esta digresión. Decimos que es natural que la terrible lucha por la vida, muy dura para el provinciano, genere un espíritu rebelde y disconforme que