AMAUTA 31 groso para nuestra paz y seguridad. En las colonias o posesiones de las potencias europeas que actualmente existen no hemos intervenido ni intervendremos. Pero, con los gobiernos que han declarado y mantenido su independencia y cuya soberanía, con merecido respeto y estricta justicia, hemos reconocido nosotros, no podríamos ver de otro modo que como muestra de una nó amigable disposición hacia los Estados Unidos la interposición de cualquier potencia europea para oprimirlos o para influir de alguna manera en sus destinos. En la guerra entre esos nuevos gobiernos y España declaramos nuestra neutralidad al momento de reconocerlos, y ésta la hemos mantenido y la mantendremos siempre mientras no ocurra algún suceso que, a juicio de las autoridades competentes de este Gobierno, deba ocasionar un cambio correspondiente a la política de los Estados Unidos, indispensable para su seguridad. Los últimos sucesos de España y Portugal demuestran que Europa está todavía indecisa. De este importante hecho no puede aducirse mejor prueba que la de que las po tencias aliadas, de acuerdo con un principio conveniente para ellas, hayan pensado en intervenir por la fuerza de los asuntos domésticos de España. Hasta que punto puede ser llevada dicha intervención, de acuerdo con el mismo principio, es cosa en la cual toda potencia independiente cuyo gobierno difiera de los de ellas, está interesada, por distante que se halle, y seguramente ninguna puede estarlo más que los Estados Unidos. Nuestra política respecto dc la Europa, adoptada en un período primitivo de guerras que han agitado tan largo tiempo esa parte del Globo permanece siempre la misma, y consiste en no intervenir en los asuntos internos de sus potencias; en considerar el gobierno de hecho como legítimo con relación a nosotros; en cultivar con él amigables relaciones y conservar éstas por medio de una política franca, fiime y digna; en atender, en todo caso, los justos reclamos de cualquier potencia, y en no tolerar vejámenes de ninguna. Pero en lo que respecta a estos Continentes las circunstancias son absolutamente distintas. Es imposible quc las potencias europeas extiendan su sistema político a alguna parte de cualquiera de estas regiones sin que ello ponga en peligro nuestra paz y nuestra felicidad, y no es posible creer que si a nuestros hermanos del Sur se les deja solos adopten ese sistema por su propia cuenta. Por lo mismo es igualmente imposible que nosotros veamos con indiferencia dicha intervención, en cualquiera forma que sea. Si nos fijamos en la fuerza y los recursos de España en relación con los de estos nuevos gobiernos y en la distancia a que se encuentra, nos parece obvio que aquella nunca podrá sugetarlos. La verdadera política de los Estados Unidos es dejar siempre a las partes entregadas a sus propias fuerzas, en la esperanza de que las otras potencias sigan el mismo ejemplo. Tomado de la tesis del doctorado de don Domingo Esguerra, denominada La Doctrina Monroe. Bogotá. Casa Editorial de Pérez. 1896. Ya sabemos que las declaraciones de ese mensaje no fueron creación del Presidente Monroe ni de su Ministro Mr. Richard Rush, acreditado cerca de su Majestad Británica, sinó de Mr. Canning Jefe del Gabinete Inglés. De tal manera que, la doctrina contenida en ese famoso mensaje, más bien debiera llamarse Doctrina de Canning y no de Monroe. Mas el nombre no importa nada fundamentalmente. Sabemos también, cual fué el móvil que hizo a Mr.
Canning sugerir las ideas de ese mensaje a Mr. Monroe por medio de su Ministro Americano en Inglaterra, Mr.
Rush. Se ha dicho tanto ésto, que está demás volverlo a repetir.
Lo más importante ahora, es constatar, que la Doctrina Monroe, règla de política internacional de los Estados Unidos, fue letra muerta, chiffon de papier cuando los Estados Unidos no tenían el suficiente poder para hacerla cumplir en sus dos modalidades: la una, evitar los proyectos de establecer nuevas colonizaciones en el Continente Americano, y la otra, evitar las tentativas de intervención por las potencias europeas en los asuntos internos de los países americanos, con el objeto de extender en este Continente su sistema político.
En el período en que los Estados Unidos, no eran una unidad perfecta, cuando les faltaba la cohesión formidable que ahora tienen, como sucedió a la elección de Abraham Lincoln como Presidente de los Estados Unidos, que hizo que en 1861 la Carolina del Sur, el Missisipi, la Florida, el Alabama, la Georgia, la Louisiana y Texas, se ligaran contra el resto de la nación, y diesen principio a una lucha que tuvo fin en 1865. entonces Inglaterra, España y Francia se lanzaron sobre México, se funda allí el Imperio de Maximiliano, Archiduque de Austria, se bombardean puertos del Pacífico, se reocupa Santo Domingo, se bloquea Argentina, Colombia, Venezuela, Nicaragua y otros países por parte de las potencias europeas con el pretexto de cobrar deudas. Derecho de Gentes de Lorenzo Montùfar y La Doctrina de Monroe por Rafael Uribe y Uribe estudio publicado en El Foro de Costa Rica de 15 de Abril de 1914. Mas cuando ya Estados Unidos va adquiriendo poder, cuando ya es una potencia de primer órden, su Derecho Internacional Público va a ser realidad en la Historia. El mensaje célebre, que surgió para nosotros, como un escudo salvador, como un látigo justiciero contra los avances de la reacción de aquellos tiempos, sintetizada en la Santa Alianza. se tornó agresivo y amenazante para la integridad de nuestras repùblicas hispanas. Cuando en fin, Estados Unidos se siente fuerte, y sus políticos y capitalistas lo palpan, y saben que de esa fuerza no se hace el uso que debería hacerse, entonces, empiezan a increpar la Doctrina de Monroe como vana ilusión. por considerarla ineficaz. Oigamos, a propósito, unos párrafos del famoso discurso del abogado y político Mr. John Rooney, pronunciado en el Everett Hall de Brooklyn, en una junta de La Liga Protectora de Kings Countyú el 29 de Enero de 1891, con motivo de su condecoración por parte del Gobierno de Venezuela, como recompensa a sus importantes servicios prestados en la solución de la cuestión de límites entre aquel país y la Guayana Inglesa. Inglaterra como ya sabemos es la dueña de esa Guayana y quería apoderarse entonces de todas las tierras que rodean la boca del inmenso Río Orinoco, uno de nuestros más importantes caminos que andan como diría Pascal y uno de los más bellos de nuestra América Hispana. Esa inmensa vía de comunicación fluvial, que algún dia dejará de ser la codicia de las naciones voraces del mundo, para convertirse en la conjunción maravillosa de la cultura hispanoamericana y de las otras culturas que vengan, que no tendrán por alma generadora la filosofía económica individualista sino la filosofía económica colectivista. Sí. Así tendrá que ser. Lo que está pasando en Rusia determinará la Historia Universal por muchos siglos ha dicho Spengler. en realidad de verdad, las revoluciones sociales cambian la dirección de la hélice del mundo. La Revolución Francesa, por ejemplo, reafirmando y solidificando los principios de la economía individualista, determinó un nuevo sentido a las relaciones sociales, al arte, a la filosofía y a la ciencia. Ahora, los hombres de más talento en el mundo, como las mismas masas proletarias, por razón del proceso de la Historia, ya no creen en la eficacia de los principios de la economía individualista. La convocación por los eminentes pensadores Eienstein y Barbusse, para un congreso antimperialista mundial, es una reafirmación más de la crisis de la economía individualista y la Gran Revolución Rusa, el derrotero nuevo del mundo.
Pero oigamos el interesante discurso de Mr. Rooney. El dominio de la Boca del Río Orinoco debe ser exclusivamente de Venezuela, y conviene tener en cuenta que los más altos intereses americanos depender de la solución de esta cuestión de límites entre la república de Venezuela y la Gran Bretaña, pues el dominio inglés del Orinoco equivaldría al dominio de todo el comercio que pudiera conducirse en buques británicos por el segundo de los ríos mayores de Sur América, y de esto se desprende que la elevada significación de esta cuestión envuelve la necesidad de