14 AMAUTA AMERICA PARA LA HUMANIDAD POR DORA MAYER DE ZULEN América para los americanos es el lema de los norte americanos. América para la humanidad es el lema de los sud y centro americanos.
Un siglo de historia ha demostrado que el primero de estos lemas ha sido de gran valor práctico para el desarrollo de nuestro continente.
Ahora falta demostrar que el segundo de los mismos será de magna trascendencia para el rumbu futuro de nuestras jóvenes naciones.
La gran repùblica norte américana tiene la curiosa peculiaridad de ser un país sin nombre. Sólo por tolerancia puede admitirse que Estados Unidos sea nombre propio de una nación, pues estados unidos los puede haber y hay en otros complejos políticos. Ni siquiera el término Norte América designa con corrección el Estado de las Fajas y Estrellas, pues el Canadá también está en Norte América; y podría algún día constituírse en república norte americana independiente del centro de Washington. Yo propondría que en una futura conferencia internacional se acuerde adoptar el nombre de Vanquilandia o Washingtonia para bautizar al fin al niño moro.
No es cosa sin importancia esa anonimidad de la Gran República. un hijo de Vanquilandia le choca cuando se le dice norte americano y no americano simplemente. En Norte América se llama españoles a los civilizados sud americanos.
Pero nosotros, en Sud América, no hemos de titularnos españoles, ni hemos de decir americanos cuando justamente queremos caracterizar la diferencia de tipo que distigue a la raza de la parte septentrional de la parte meridional del Continente. En aquella insistencia de los norteamericanos de querer ser americanos y calificar de españoles o aborígenes a los nacionales de las repúblicas centro y sud americanas está latente la intención de monopolizar la soberanía de polo a polo en este hemisferio.
Para el yanqui el norte americano es el único americano en América, aunque, por supuesto, este pensamiento no puede ser pronunciado claramente ni por los diplomáticos, ni por aquellos heraldos del imperialismo yanqui que visitan con un objeto u otro nuestras ciudades y nuestros despoblados.
En un tiempo el lema América para la humanidad podía aplicarse también a Norte América. Libremente acudían a ese hospitalario suelo delincuentes con esperanzas de rehabilitación social, perseguidos políticos y religiosos con promesa de un bello terreno de propaganda y escapados de la miseria con perspectivas de fortuna. Hoy, Norte América ha cerrado sus puertas a la humanidad, dejándo abierta solo una rendija para los inmigrantes penosamente seleccionados.
La ley de naturalización norte americana prohibe el otorgamiento de la ciudadanía a personas que no sean blancas ni libres. La Gran República desprecia profundamente las razas de color y desdeña libertar a los individuos que no han nacido libres. Tal es su espíritu, tal su humanismo.
En rigor de verdad todos los sud y centro americanos han sido de semejante modo declarados indignos de poseer la ciudadanía americana, por que los sud y centro americanos legítimos son hombres de color o de raza mezclada. Qué hacer ante dicha contingencia. Disimular cortésmente la conciencia de la soberbia que el hermano norte americano lleva en su pecho o procurar blanquear más y más la raza colombina, a fin de poder ser admitidos al festín de banqueros de Wall Street?
Este último método parece ser el más aceptado en las clases superiores de Latino América. Yo aconsejaría todo lo contrario. Yo aconsejaría hacer causa común con los despreciados hindúes, negros, chinos y japoneses, formando la coalición de los despreciados y preparando la gloriosa prueba del poder que serán capaces de desarrollar las civilizaciones llamadas muertas y primitivas para ganarse independencia y respeto en el mundo. Advierto a quienes no piensen así lo que será la vida, moralmente, de unos pueblos sometidos a otro pueblo que se cree su amo, por gracia de Dios y por su color blanco.
Ya sabemos que el japonés podrá ser el azote del norte americano. El japonés francamente no me es simpático, por motivo de su espíritu déspota, imperialista y militarista, pero tiene condiciones tan espléndidas como el yanqui para la actividad práctica y tiene mucho más disciplina y discreción, y no puede despreciarnos por el matiz de nuestra tez.
Los tentáculos de Vanquilandia, buscando nuestras fuentes de riqueza, se extienden hoy asiduamente sobre Latino América. Bajo formas en que menos lo sospechamos, se introducen ellos, pues en el Norte no son varones y laicos, como antaño entre nosotros, sino mujeres y misioneros religiosos los que se emplean como agentes políticos. La red en cuyo centro se encuentran el gabinete de Washington o un sindicato de banqueros e industriales, la tejen enfermeras de la Cruz Roja, damas sufragistas y predicadores con la biblia en la mano. El proselitismo es el vicio de los yanquis, el prurito de ser la luz del universo es su ambición dominante. Algún bien hacen, no hay duda, pero hay que estar alerta al mal que también harán, si no se les opone perspicacia e inteligencia. Tuvo razón Loucheur cuando dijo en Londres, a principios de 1923, que Estados Unidos entró a la guerra del 1914 para impedir que Alemania ocupara las hoyas mineralógicas de Longvy y Briey, con lo cual había adquirido un predominio industrial que habría arruinado la industria norte americana, y parece cierto que hoy se inclina a abandonar su abstención de los asuntos europeos temiendo que Francia domine de modo absoluto, con la ocupación del Ruhr, la industria minera de Europa? Probable es esto, por que si Estados Unidos hubiera participado en la lucha de los aliados por los preconizados ideales de justicia y paz, la fuerza material no sería actualmente el ideal que irradiara para las obras del progreso terrestre de la patria de Dempsey. No creeríase entonces tan generalmente que se necesita de atletas, sino de hombres hábiles e inteligentes, como lo son los asiáticos y los naturales andinos y razas educadas cualesquiera.
Por momentos, Norte América se arrepiente de sus res.
tricciones a la inmigración. En las caricaturas de las revistas neoyorquinas vemos al tío Sam, echando un día cerrojo a la puerta y abriéndola al siguiente de par en par, invitando a la entrada. Un día se prohibe a los chinos la entrada a las islas de Polinesia ocupadas por los yanquis, y otro día se pide su readmisión para remediar la falta de braceros. Sirvientes sin derechos cívicos pide el senado washingtoniano.
Comprendiendo cual es la significación de los actos públicos de la nación norte americana, halaga cualquier signo de altivez que se revela en los pueblos que la Potencia del Norte tiene previsto como sus vasallos.
Una de las más pequeñas repúblicas americanas, Costarrica, ha sido la que con su moción en el Quinto Congreso Pan Americano sobre la reorganización de la junta directiva de la Unión Pan Americana inició un triunfo de la voluntad latino americana sobre la sajona americana. Es decir, se hizo sentir una fuerza. solidaria que apresuró a Estados Unidos a buscar una reanudación de relaciones diplomáticas con el gobierno de co, y fueron Cuba, Panamá y el Uruguay los estados que más decididamente secundaron a Costarrica en su proposición Cuba y Panamá, dos naciones que demasiado de cerca conocen ya la política norte americana, y