AMAUTA 36 pótico poder. La conciencia universal ya los tiene juzgados y condenados. Detesta su ambición materialista y su hipocresía puritana. Ni la vida ni la libertad se recibirían con gusto de sus manos. Han deformado a su pueblo, imponiéndole una disciplina de colmena que persigue un fin extraño a las abejas y pretenden deformar la humanidad.
Pero esto es un sueño vano, según demuestra la historia.
Si no conseguís desviarlos del camino de anexión, de absolutismo y conquista disfrazada que persiguen, surgirá el pueblo o la raza que se antepondrá a su paso y asestará sobre ellos el golpe decisivo, ejecutando un decreto ya dictado en el alma de la humanidad. entonces se hallarán solos, como se encontró Alemania en la hora del peligro. Porque como ya se ha dicho, más aún que reproducir, acentúan los procedimientos del procáz imperialismo germánico. Desprecian la tradición y la experiencia europea con suficiencia de advenedizos. Han decretado por si y ante sí mismos, con infatuación ingénua que son la raza elegida; superior, casi la única con derecho a la existencia El Dios está con nosotros de los germanos lo han sustituido, ellos, con el lema implícito de Dios somos nosotros. Se rigen por el espíritu del viejo Testamento y aún quizá no han llegado a él; porque la inhumana ley de Lynch, es mucho mas implacable que la del talión. Cultivan y estimulan como un deporte, en las masas inconscientes, la ferocidad de la caverna.
Han resuelto la desaparición del negro como podría haberlo hecho el propio Jehová; y han decidido ignorar la existencia de la raza ibérica que ocupamos la América Latina.
Han resuelto más aún: que no existe otra América que la suya, o sea la parte menor de la América geográfica.
Así, de acuerdo con un antiguo y hábil político, Norteamérica es toda la América; y si todavía no es ya, lo será.
Por lo pronto han tomado posesión del nombre y ello significa muchas cosas: Panamericanismo, de este modo signifícala en práctica, norteamericanismo, y la doctrina Monroe equivale a la anexión del continente.
El hecho de que América Latina constituya las dos terceras partes de la superficie de este nuevo mundo carece de importancia, por virtud de su misma desunión. el de que esté ocupada esa tierra por una raza distinta de la del Norte, de tradición cultural mas antigua, y depurada, es un detalle molesto y transitorio cuya existencia conviene disimular. Resulta, pues, que cualquier americano de habla ibérica que lea el libro mencionado de Mr. Coolidge necesitará palparse para convencerse de que existe y de que no es el fantasma de un ensueño escapado de la Atlántida de Platón; puesto que en un libro tan moral, tan religioso, tan defensor del derecho, donde se habla de América, da sus tradiciones y sus normas constantemente: donde se pretende definir nada menos que el objeto y el destino de América, no encontrará, ni siquiera por acaso, ningún nombre de país, de personalidad o hecho histórico, ni expresión de idiosincracias y tendencias que den a entender que existe otra América que la del Norte. Unicamente aparece México, respecto de quien declara Mr. Coolidge en 1923 que están en guerra no declarada con él; aunque se guarda, naturalmente, de consignar que esa guerra efectiva y no declarada, tiene por causa los yacimientos de petróleo mexicano sobre los cuales reclama México sus derechos nacionales. No ignoramos que tal procedimiento ha adquirido la categoría de hábito y ha encarnado hasta en el lema de las embajadas; y que puede mantenerse impunemente a consecuencia del renunciamiento de nuestra raza hoy sumisa. Mas no deja de chocar y sorprender en un hombre tan moral como lo pretende ser Mr. Coolidge.
Puede oponerse contra ese procedimiento vejatorio de maquiavelismo subalterno, adoptado por la vieja generación norteamericana, que no solo Norte América, no es América sino que América, en realidad, no ha nacido todavía. No es ni puede ser América esa tierra de las culturas sepultadas, ese transplante del puritanismo industrialista inglés, que ha tomado de America una parte del espacio, pero no las raíces ni el espíritu, ni la tradición de alma aborígen. Esa dertensión de que el norteamericanismo actual encarne toda la América no solo constituye una usurpación de los derechos de América Latina, sino de toda la América real que carece de representación en esa América contrahecha, donde no existe en substancia nada de origen americano. No; la América viviente brotará de la unión de toda America desde la del Norte a la del Sur. y será el resulado de la fusión de sus distintas culturas y tradiciones, englobando el espíritu aborigen. si hemos de ser sinceros, declararemos que hoy somos nosotros, precisamente. con nuestro atraso y nuestra indolencia. los representantes verdade ros de la América: los que nos hemos mezclado a la gente de la tierra, a los humildes autóctonos, depositarios, al fin, de la raiz y la esencia de la tierra, los que hemos adquirido las cualidades y los defectos de los que encarnan la tradición realmente americana, y hemos arraigado en este suelo y por lo mismo crecemos mas lentamente, pero con más hondura también y con una indole propia. Porque es en extremo absurdo e irritante el pensar que un continente que estaba ya poblado por razas y civilizaciones antiquísimas como la incaica, la azteca, y la maya y la araucana, para no mencionar en este instante más que las de esta parte de América, deba ser representado y todavía con caracter limitativo, por una raza de origen europeo que se jacta de su espíritu excluyente y de su procedimiento de transplante.
Por otra parte, el destino de América, no es el de rea lizar un nuevo ensayo, con su fracaso correspondiente, de los intentos de imperialismo capitalista que ya reiterada.
mente han afligido al mundo con los caracteres de una enfermedad epidémica; sino el de tentar un experimento original, el del dominio del hombre, de la superación de todos las limitaciones, de clase, de religión y de raza, para alcanzar la fusión de la esencia íntima y universal del ser humano. No es posible explicar las pretensiones de exclusivismo racial de vuestras clases dirigentes en un pueblo formado por el torrente de toda la sangre humana. No es lícito sostener en el sentido étnico, que ha acabado revistiendo, vuestro lema de América para los americanos. porque, además de ser injustificable, ni siquiera es posible definir a estos, a no ser que se arrogue tal derecho la banca de Wall Street. Mas humano, viviente e idealista es nuestro lema de América para la humanidad. pues si, en efecto, América ha de cobrar realidad universal y corresponder a la época presente, como genitora del futuro debe ser una experiencia que supere ecencialmente el fenómeno europeo y que integre la contracción de los dos términos de orientaly occidental, en una altísima síntesis de integración humana que practique la simbiosis y la fusión espiritual, en vez de la competencia darwiniana, propia del campo biológico.
Para eso, la Unión Latino Americana, se dirije a nosotros por mi intermedio, jóvenes de Norte América. No os pide ayuda, ni reclama derechos exteriores, ni menos solicita compasión. Si os dirige este llamado, es porque está segura de encontrar, al menos entre los jóvenes, entre aquellos mas despiertos un sentimiento fraterno, un eco cordial y un espíritu activo vigilante capaz de comprender estas verdades y colaborar en nuestra acción. Es hora ya de que América se realice. la América integral que constituye una esperanza del mundo. Me es en extremo grato reconocer que vosotros habéis ya conseguido grandes cosas: habéis logrado imponer cierta igualdad exterior en el sentido de abrir camino a las aptitudes dentro de condiciones determinadas y puramente individualistas; habéis encarnado el triunfo sobre la inercia europea y habéis llevado a su máxima expresión actual, la industrialización de la naturaleza. Pero habéis, a la vez, extravertido la personalidad de vuestro pueblo convirtiendo a los hombres de la masa en autómatas, en instrumentos mecánicos de producción y permitido a los oligarcas capitalistas que asuman la dirección de vuestra energía nacional; y esto os llevará al fracaso si no reaccionáis a tiempo. vuestro fracaso puede ser de consecuencias fatales para el mundo.
Puede implicar la caída de toda la raza blanca y por tanto de la civilización del Occidente. Son, pues, supremos los intereses que teneis en vuestras manos. Es necesario que