26 AMAUTA I R A Crepúsculo.
Casaracra.
Todo uno se echa a mugir como las vaquitas serranas que indígenas rumian su coca y lamen el granito cielo claro.
Son tan flacuchas, tan pequeñitas, y tienen unos ojos frescos que se deshacen gota a gota como las nieves.
Quién no ha de mugir con ellas si en sus mugidos hemos mamado campo junto con los terneros.
Si hasta el tren de las minas que baja asorochado acomodando sus vértebras a las curvas de la quebrada, mientras crujen todos sus huesos, muge también largamente lleno de tarde y de sierra.
menda. No es necesario tener el oído muy agudo para dejar de auscultar el clamoroso grito de la débil Nicaragua. Es preciso haber perdido todo sentido histórico para no percibir la recia y valiente lucha del hermano pueblo azteca. Fresco está aún el recuerdo de la intervención yanqui en Panamá, que dejó, como siempre, su estela de sangre y de dolor.
Desconfiemos y luchemos contra los banqueros de Wall Street que arman soldados y disponen de políticos y ciplomáticos para esclavizarnos. El enemigo es la plutocracia yanqui; nó es todo el pueblo Norteamericano. Nuestro anhelo de obtener una vida libre, autónoma, debe ser ratificado perennemente. La libertad no será nuestra sino a condición de que podamos defenderla cada día. Ya Ortega y Gasset lo dijo: La patria. la patria es critica de la tierra de los padres y construcción de la tierra de los hijos.
III La inteligencia, el pensamiento han sido rebajados por los mercachifles de todas las épocas hasta ser visto sospechosamente por el pueblo. La razón celestina de nuestros pecados y concupiscencias no ha servido para iluminar la vida con el reconocimiento de la verdad, antes bien la ha prostituído. Los intelectuales, no son como se dice a menudo, los hombres que piensan, sino las gentes que tienen por profesión pensar y reciben salario aristocrático a causa de la nobleza de su profesión. advierte certeramente Jorge Sorel. Procuremos entonces hacer del intelectual un trabajador humilde y esforzado. Hagamos que sienta con hondura la responsabilidad de su videncia y que comprenda la solidaridad de su destino con el obrero.
Consecuentemente, otro fuerte anhelo de la vanguardia juvenil es la proletarización de la cultura, en oposición al monopolio del saber tan caro a las actuales castas privilegiadas. Ante su impulso han surgido las Universidades Populares, donde la renovación tiene uno de sus baluartes más poderosos. Constituyen una de nuestras banderas de combate, y seguirán siendo hasta que suene la hora de la redención definitiva.
Un intelectual que comprenda el sentido revolucionario de la inteligencia debe ponerse de parte de los oprimidos. La cultura dilatará sus fronteras y alcanzará nuevas e insospechadas metas, el día en que la tremenda masa de hombres pobres e ignorantes entre los que hoy día, se pierden tantas inteligencias enérgicas y bien dotadas sepa manejar con soltura el órgano poderoso del pensamiento. Es posible dignificar al hombre con discursos o sermones basados en su supuesta inferioridad. Cabe esperar que pueda alcanzar una ética depurada de todo lastre sórdido, si permanece oprobiosamente animalizado. El nuevo intelectual no será, por ende, un lazarillo del obrero y del campesino. Será su colaborador, constituirá su aliado. U E Las nubes se agarran a las copas de los árboles para que no se as lleve el viento.
Estaban tan cansadas de viajar.
así, locamente.
Sin libros y sin maletas, sin prismáticos y sin kodak, sin sleeping ni trasatlántico, ni viajeras románticas de esas que tienen un amor para cada viaje.
Estaban pálidas de monotonía cuando bajaron a albergarse en la quebrada y se quedaron dormir sobre el pueblo.
IV Entre afirmaciones verticales y protestas contra lo viejo y caduco marcha la juventud peruana la juventud americana por una senda desapacible y áspera, erizada de tropiezos. Ahogada muchas veces en sangre su rebeldía, ha hecho un emblema de aquello que recomendaba Rafael Barret. valor en los puños, valor en la lengua, valor debajo del cráneo.
En esta lucha nos acompañan el vigoroso pensamiento de un Vasconcelos visionario; la elocuencia puesta al servicio de la justicia de un Alfredo Palacios; el aliento dignificador de ese trabajador formidable y vidente que se llamó José Ingenieros. Nos acompañan en la brega todos los vencedores de la muerte y del olvido: nuestro gran González Prada, el fogoso José Martí, el apostólico Francisco Madero. vos también Luis Valcárcel, con vuestro probo y esforzado bregar, nó solo por la interpretación luminosa del pasado inkaico, sino porque ayudais con vuestro aliento inquietador, a la forja del futuro que se anuncia grávido de promesas.
CARLOS MANUEL Cox.
Habían corrido tanto que ya querían descansar, y tornándose grises descendieron a mezclarse con las otras nubes.
Nubes de polvo, nubes de humo y pequeñitas nubes impalpables que desde cada angustia suben, suben, suben imperceptibles y asfixiadas buscando horizontes.
Qué bien estaban ahora las nubes en el pueblo, en las callecitas, en la taberna.
Qué bien que se colaban por todas puertas y estiraban sus manos a calentarse en el fuego.
Pero el viento ha llegado con su apresuramiento y sin ver nada se les ha llevado, arrancándolas de los árboles que se doblaron impotentes. las vieron partir ¿quién sabe hacia dónde?