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AMAUTA 11 mayor parte de las gentes, lo repito, son al presente partidarios del orden de los privilegiados y de los parásitos.
El gran motor de este orden consagrado, que fué el orden feudal, antes de ser. por un cambio de etiquetas el orden burgués, que fué la tiranía de los aventureros coronados de las dinastías reales, antes de ser la de los hinchados hombres de negocios, emana de la noción de Dios.
Es de la concepción de Dios que se ha sacado los elementos de esta falsificación enorme de la evolución natural de la humanidad, de este sacrificio de las masas en provecho de algunas personas.
En efecto, la presencia de Dios demuele toda la obra humana. Es un gran transformador que rehace todo. Es una contrarealidad que destruye la realidad.
Pero Dios no es más que una palabra audaz. El kantismo, que ha vuelto a poner definitivamente en su lugar a la filosofía, ha hecho tabla rasa de la realidad concreta de Dios. Es una creación del espíritu y del corazón a la cual se acuerda una existencia visible por la misma operación de locura que hace creer al alucinado que su visión, absolutamente interior, existe en el exterior. Es la Fórmula por excelencia. Impuesta por la magia y el terrorismo, esta invención ha perinitido hacer desviar completamente el orden de las cosas.
Se comprende el esfuerzo desesperado de los reaccionarios y de los conservadores para evitar la posibilidad de una sociedad sin Dios. Son perseguidos por espectro. Si la máquina teatral del más allá se desvanece, todo se les escapa.
Así vemos que esta es la palabra de orden primordial de los ideólogus contrarrevolucionarios, desde los de la Acción Francesa, que se pretende únicamente nacionalista, hasta los católicos de todos los matices, a los neocristianos y a los neotomistas, que están a la moda.
Ellos desarrollan, en todas las formas, la tesis de José de Maistre, para quien la Revolución Francesa era de esencia satánica porque excluía a Dios de los asuntos humanos.
No quieren que se toque a la divinidad y a su terapéutica de ultratumba que pone todos los términos de promesa y los arreglos en el más allá, y aplasta, en la espera, a los vivos, por medio de la obediencia y la resignación.
Pero lo que es más grave es que Dios tiene un gran número de socios. No existe unicamente el Dios que se instala en medio del aparato religioso. Hay toda una serie de ídolos abstractos y de religiones laicas que son igualmente nefastos y falaces que los de las iglesias, pues resultan de la misma operación ilícita: dar un valor en sí, una existencia visible y poderosa a conceptos y a ensueños (la justicia, la razón, la paz. convertirlos en entidades cuando no son sino ideas generales surgidas del espíritu, formas de este espíritu, términos descriptivos. Carlos Rappoport dice con exactitud en su Filosofía de la Historia, que el a priori es el reemplazante de Dios.
Lo expuesto nos permite explicar y casi diría descubrir las divergencias y disensiones absolutamente superficiales y aparentes de los que se agrupan bajo la común bandera de la Defensa del Orden. Qué nos importan las polémicas de trastienda del nacionalismo integral, del cual cada gran país tiene un plantel, con alguna secta disidente, alguna juventud Patriótica, Liga Cívica o Fascio, aun con el mismo Vaticano o el Papa?
Los defensores del Orden toman como plataforma, ora el clasicismo, ora el antisemitismo, ora la religión patriótica.
Van a buscar sus argumentos lo mismo en el arsenal de las religiones del Estado que en la llamada sabiduría de la antigüe, dad pagana. Un escritor militante como Charles Maurras es tan pagano como católico. Por otra parte, el cristianismo vasta síntesis artificial fabricada por San Pablo con el monoteísmo y el mesianismo judíos, mezclada a ciertos dogmas del estoicismo y del platonismo y a los mitos greco orientales. está fuertemente tenido de paganismo; y el hecho cristiano no se sustituyó al hecho imperial romano sino asemejándosele servilmente. Igualmente San Pablo ha predicado de la manera más categorica, más absoluta y desvergon: zada, la obediencia pasiva a los principios y a los poderes establecidos. Era ante todo un defensor del Orden.
En cuanto al helenismo es una concepción, superficial y rapada, de lo inmediato y lo presente, que, en realidad y no obstante sus pretensiones, no fué nunca la razón. como el cristianismo no ha sido el amor. ni el mosaísmo oficial la justicia. ni el derecho romano el derecho.
Dejemos, pues, a esos señores disputar entre sí. Dejemos a la Joven República separarse, si le place, del Partido Demócrata Popular, hijo de la Santa Sede. Dejemos tal publicación titulada: El Movimiento que lleva la ortodoxia y la caridad cristianas hasta indicar nominalmente las víctimas a Mussolini, en su crónica italiana. silbar furiosamente a la Acción Francesa. Démonos vuelta hacia otro lado.
Las mismas cosas deben decirse, de una vez por todas, de los pacifistas o moralistas que sueñar con un perfeccionamiento de la naturaleza humana, y divinizan, laicamente, el amor y la bondad. Transportando su utopía a la lucha social realista, nos burlan, desvían la atención y las energías, impiden que uno se remonte a las causas de las anomalías (que es el único medio honesto de combatirlas. hacen perder de vista las vías prácticas de la organización disciplinada y las conquistas positivas. Están, lo quieran o no, del lado de los conservadores. la misma cosa, en fin, puede decirse de los democratas. de los republicanos, radicales, radicales socialistas y aún de muchos socialistas.
Los campeones de las medidas a medias, de los paliativos momentáneos, de la reparación provisoria, de las colaboraciones de clase y del progreso paso a paso en el cuadro de las absurdas instituciones actuales (tan llenas de ilusiones y de trampas. han tenido bien emitir sc noras diatribas contra los horrores de la guerra, la explotación del trabajo y las extravagancias del fascismo. Sin embargo son todos, por la fuerza de las cosas y de la lógica, defensores del order establecido y enemigos efectivos de la multitud humana.
Antes de ser nacionalistas, antes de ser cristianos o católicos, antes de ser liberales y demócratas, toda es gente son los auxiliares del statu quo.
Por otra parte, su unidad su unión sagrada. se realiza como por encantamiento toda vez que se trata de hacer la guerra a los verdaderos revolucionarios. Esta es la verdad de hecho que debe abrirnos los ojos.
No olvidemos jamás que para la organización capitalista la tarea consiste únicamente en mantener que es. para los otros, en destruirlo y reemplazarlo. Es evidente de conservación (hasta los indiferentes y los neutros, que hacen de peso muerto. pero no sucede lo mismo con los que persiguen una revolución profunda. Se puede encontrar aquí el empleo adecuado de dos preceptos célebres del Evangelio. Los conservadores pueden decir: El que no está contra mí está conmigo. los revolucionarios deben decir: El que no está conmigo está contra mí.
Frente a este mundo de enemigos y de falsos amigos, el pueblo el proletariado busca de ser el mismo, de construir un estatuto humano para la toma del poder que le permita romper las viejas formas del Estado y edificar una sociedad según la ley del trabajo y el interés geperal (en el orden actual de cosas, el interés general, la colaboración de las víctimas con los verdugos no es más un engaño. por medio de la abolición de las clases y del Estado. Se puede afirmar que esta obra, basada sobre la igualdad política y la producción, es una obra de democracia, pero de democracia integral, no teniendo nada de común con el verbalismo democrático que se expande desde las tribunas oficiales de nuestras sedicentes repúblicas.