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9 AMAUTA EL PRESENTE EL PORVENIR POR HENRI BARBUSSE ARTE NUEVO ORDEN NUEVO Nunca como en los días que corremos. y es lógico que así sea. han pululado tanto los manifiestos literarios y los llamados a los intelectuales. bien, por más sumergidos que estemos en este mar de papel y aturdidos por esta cacofonía. y precisamente a causa de esto. nosotros también aportamos nuestro llamado, por encima de los otros.
Ante todo. dónde estamos?
Estamos en una época de enorme progreso material y al mismo tiempo de quiebra; una época de descomposición, de término de un período de civilización.
El arte y la literatura son víctimas de esta decadencia, como todas las manifestaciones de la vida. No anotaré sino los títulos de los capítulos de la larga requisitoria que se yergue por sí misma: Abundancia, pero caótica, culto del detalle, argucias, análisis quintaesenciados, síntesis torpes e incompletas, contradiciones, renacer de viejas supersticiones, ignorancia, confusión, desorden. también, objetivamente, mercantilismo, grandes procedimientos brutales de publicidad en manos de los poderosos del dinero, reputaciones artificialmente izadas como enseña e impuestas a los consumidores como productos farmacéuticos. Explotación a la americana usada por los empresarios comerciales no solamente para el libro, sino también para los otros medios públicos de realización artística: el teatro, el music hall, el cinematógrafo, la radio.
En medio de todo esto. y limitándonos a las letras se abren camino tentativas más o menos aisladas de renovación, pero a menudo caen en la caricatura y se contentan con el escándalo. Algunas de estas tentativas, surgidas de jóvenes autores llenos de talento, no carecen de interés y de fuerza; tienen la utilidad de desacreditar viejos reglamentos de escuela y de fórmulas prescritas. Pero, hasta ahora, no se aplican sino a la forma, no salen del problema de renovación del modo de expresión, la cáscara de las palabras, si se puede decir.
En cuanto a la mentalidad general de la gente intelectual, es ésta una época de incertidumbres y de va y viene, de rebusca, de inquietud. Los que reflexionan y se esfuerzan por mirar un poco más lejos de lo inmediato, son inquietos. Se busca el camino, se busca lo nuevo.
Se presiente que un cambio se prepara. Pero no lo comprende cualquiera.
Al expresar, se afirma y se edifica. El arte y de una manera general la palabra y la escritura son instrumentos de realización, herramientas inmensas en manos de los hombres. Un arte nuevo supone pues como base. un estadio nuevo caracterizado de la evolución histórica. Pero no se debe decir, como lo oímos a menudo, que no hay nada que hacer mientras el orden nuevo no se haya instituído. El espíritu toma la delantera, traza las perspectivas, prepara los caminos, remueve los sentimientos y debilita o afirma las convicciones. Aporta una claridad y una certidumbre. Tal es el sentido de nuestro materialistno literario y artístico (la palabra ha sido empleada ya, creo, por Henriette Roland Holst. En consecuencia, nosotros no consideramos a la ideología como debiendo regentar los hechos. La tesis de la.
pretendidas élites conductoras, de la aristocracia y de la autocracia de los pensadores, no repara en nada. Es un bluff cándido. El jefe que conduce una muchedumbre libre debe haber sido engendrado previamente por esta muchedumbre o por una parte de esta muchedumbre.
Nuestro objetivo es éste: Someterse a la impulsión de los hechos reales y de una doctrina lógica, teniendo conciencia de las contingencias y de sus encadenamientos Tener conciencia de las realidades es obedecerlas y no sujetarlas a fórmulas o a fantasmas. Aplicamos al bloque de vida colectiva y de su expresión ideal, el hermoso precepto lapidario de los estoicos, vis a vis de la divinidad: Yo no obedezco a Dios, soy de su opinión.
INDIVIDUO HOMBRE SOCIAL Los principios marxistas nos permiten desenredar el desorden de nuestra época de transición, remontar a sus causas y comprobar que él es la resultante de un estado de cosas perfectamente lógico. La misma doctrina nos permite asignar a la ideología su rol y su importancia y reunir, a esta luz exacta, gran número de los inquietos. del Pero se entiende que nosotros consideramos sobre todo y ante todo al hombre social, y nó al hombre en sí (que es una ficción. y no al individuo.
Esto pide que sea claramente definido y firmemente expuesto.
El individuo no es una ficción. Al contrario, es la célula real de la humanidad. Nosotros no nos negamos a reconocer la importancia central del individuo. Carlos Marx no la ha negado tampoco, como se lo reprochan ligeramente los que lo conocen mal. Cada uno de nosotros es por así decir, doble: unidad e individuo, por su bagaje específico, su crisis personal, su posición particular en el drama eterno de la felicidad, del deseo, de la muerte.
Cada uno de nosotros es también parte integrante del todo social, gota de muchedumbre, cifra en la colectividad; y la colectividad es ella misma un organismo. Existen, como decían los antiguos, el hombre interior y el hombre exterior.
No se soluciona esta profunda antinomia humana suprimiendo. o haciéndonos la ilusión de suprimir. uno de los elementos en litigio, puesto que ambos existen en la verdad práctica. Sise divide artificialmente el individualismo y el objetivismo social, el primero se trastorna y el segundo se modifica; y no quedan entonces, sino dos abstracciones nebulosas, caras a los poetas, dictadores de la fantasía.
Pero, en la hora actual, el individualismo nos interesa menos que el conjunto, y dejamos lo particular para consagrarnos a lo colectivo.
El individuo, el caso aislado, la aventura personal, han reinado hasta ahora en la literatura y en el arte. Si no se puede afirmar que todo ha hecho al respecto. pues no se puede prever las obras maestras eventuales. es evidente quese ha dicho, repetido y examinado, lo esencial. Es hora, pues, de mirar a otra parte.
día.
La ideología no constituye. y este es nuestro primer principio. un dominio aparte, distinto, suerte de paraíso del ensueño y del arte. Debe desarrollarse con la evolución histórica. Por el lenguaje, por la doctrina, por el arte, el hombre se expresa y expresa su medio, según reglas positivas que son las mismas para las ideas, para las obras y para las cosas. No hay dos verdades, una teórica y otra práctica, no hay sino una verdad. Es necesario pues no separarlas jamás por la abstracción: a toda idea debe corresponder una realidad, si nó aquélla no es más que una palabra sin consistencia. No se diseca la vida.