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AMAUTA 38 REPLICA LUIS ALBERTO SANCHEZ Luis Alberto Sánchez se declara encantado de verme entrar en polémica, entre otras razones porque mi monólogo iba tornándose un poco insípido. Pero si mi monólogo es lo que yo vengo escribiendo desde hace más de dos años en esta revista y en otras, tendremos que llamarlo, para ser exactos, monólogo polémico. Pues el trabajo de propugnar ideas nuevas trae aparejado el de confrontarlas y oponerlas a las viejas, vale decir de polemizar con ellas para proclamar su caducidad y su falencia. Cuando estudio, o ensayo estudiar, una cuestión o un tema nacional, polemizo necesariamente con el ideario o el fraseario de las pasadas generaciones. Nó por el gusto de polemizar sino porque considero, como es logico cada cuestión y cada tema, conforme a distintos principios, lo que me conduce por fuerza a conclusiones diferentes, evitándome el riesgo de resultar, en el debate de mi tiempo, renovador por la etiqueta y conservador por el contenido. Mi actitud sólita es la actitud polémica, aunque polemice poco con los individuos y mucho con las ideas.
Ratifica, enseguida, Luis Alberto su condición de espectador. Pero, por fortuna, de sus propias palabras se desprende que acepta esta condición mal de su grado. No le queda, dice, más remedio mientras en el tinglado Maese Pedro mueva sus fantoches. Para cuando desaparezcan éstos, promete Sánchez volver a hacer sus pininos de combatiente, de agonista. quizá si bajo mis banderas, esto es bajo las del socialismo peruano. Tengo, pues, que entender los dardos que hoy se me disparan de la trinchera de Luis Alberto, que hasta ayer yo creia con derecho amiga, como un efecto de su mal humor de expectador obligado. La represión constante de sus ganas de combate contra los que están a la derecha, lo colocan en el caso de gastarlas contra los que estamos a la izquierda, que es, por supuesto, de quienes Sánchez se siente más cercano.
No seguiré a mi colega por el camino de la anécdota biográfica que, saliendo de la polémica doctrinal, toma en la primera parte de su artículo. Creo que no es tiempo todavía de que al público le interesen estas dos vidas paralelas que Sánchez bosqueja con el objeto de demostrar que, mientras yo he andado otras veces por rutas exóticas y europeizantes, él no se ha separado de la senda peruana y nacionalista. Estas, le parecen minucias al mismo Luis Alberto, cuando, más adelante, dice que no valdría la pena haber suscitado un diálogo para ventilar cuestiones más o menos personales.
Tampoco confutaré aquí su juicio sobre Amauta porque no obstante la hospitalidad que dispensa Mundialó a mis escritos pienso que el lugar de ese retruque está en la propia revista que dirijo y que Luis Alberto ocasional y sumariamente enjuicia. Solo rectificaré, de paso, por el equívoco que pudiese engendrar, el concepto de que lo más mío está en Amauta. Siento igualmente mío lo que escribo en esta revista, y en cualquiera otra, y ninguna dualidad me es más antipática que la de escribir para el público o para mi mismo. No traigo, como es mi deber, a esta revista, tópicos extraños a la sección en que el propio director de Mundial ha querido situar mis estudios o apuntes sobre temas nacionales y menos aún traigo arengas de agitador ni sermones de catequista; pero esto no quiere decir que aquí disimule mi pensamiento, sino que respeto los límites de la generosa hospitalidad que Mundial me concede y de la cual mi discreción no me permitiría nunca abusar.
No es culpa mía que. mientras de mis escritos se saca en limpio mi filiación socialista. de los de Luis Alberto Sánchez no se deduzca con igual facilidad su filiación ideológica. Es el propio Sánchez quien se ha definido, terminantemente, como un expectador. Los méritos de su labor de estudioso de temas nacionales que no están en discusión no bastan para darle una posición en el contraste de las doctrinas y los intereses. Ser nacionalista por el gènero de los estudios, no exige serlo también por la actitud política, en el sentido limitado o particular que nacionalismos extranjeros han asignado a ese término. Sánchez, como yo, repudia precisamente este nacionalismo que encubre o disfraza un simple conservantismo, decorándolo con los ornamentos de la tradición nacional.
Y, llegado a este punto, quiero precisar otro aspecto del nexo que Luis Alberto no había descubierto entre mi socialismo de varios años todos los de mi juventud, que no tiene porqué sentirse responsable de los episodios literarios de mi adolescencia y mi nacionalismo recientísimo. El nacionalismo de las naciones europeas. donde nacionalismo y conservantismo se identifican y consustancianse propone fines imperialistas. Es reaccionario y anti socialista. Pero el nacionalismo de los pueblos coloniales sí, coloniales económicamente, aunque se vanaglorien de su autonomía política tiene un origen y un impulso totalmente diversos. En estos pueblos, el nacionalismo es revolucionario y, por ende, confluye con el socialismo. En estos pueblos la idea de la nación no ha cumplido aún su trayectoria ni ha agotado su misión histórica. esto no es teoría. Si de la teoría desconfía Luis Alberto Sánchez, no desconfiará de la experiencía. Menos aún si la experiencia está bajo sus ojos escrutadores de estudioso. Yo me contentaré con aconsejarle que dirija la mirada a la China, donde el movimiento nacionalista del Kuo Ming Tang recibe del socialismo chino su más vigoroso impulso Me pregunta Luis Alberto al final de su artículo, en el discurso del cual su pensamiento merodea por los bordes del asunto de este diálogo, sin ir al fondo cómo nos proponemos resolver el problema indígena los que militamos bajo estas banderas de renovación. Le responderé, ante todo, con mi filiación. El socialismo es un método y una doctrina, un ideario y una praxis. Invito a Sánchez a estudiarlos seriamente, y no sólo en los libros y en los hechos sino en el espíritu que los anima y engendra.
El cuestionario que Sánchez me pone delante es permítarne que se lo diga bastante ingenuo. Cómo puede preguntarme Sánchez si yo reduzco todo el problema peruano a la oposición entre costa y sierra? He constatado la dualidad nacida de la conquista para afirmar la necesidad histórica de resolverla. No es mi ideal el Perú colonial ni el Perù incaico sino un Perú integral. Aquí estamos, he escrito al fundar una revista de doctrina y polémica, los que queremos crear un Perú nuevo en el mundo nuevo. cómo puede preguntarme Sánchez si nóinvolucro en el movimiento al cholo. si éste no podrá ser un movimiento de reivindicación total y nó exclusivista? Tengo el derecho de creer que Sánchez no solo no toma en consideración mi socialismo sino que me juzga y contradice sin haberme leído, La reivindicación que sostenemos es la del trabajo. Es la de las clases trabajadoras, sin distinción de costa ni de principalmente, como una elaboración de la inteligencia o el sentimiento costeños. Su mensaje viene, sobre todo, de la sierra. No somos nosotros los costeños los que agitamos, presentemente, la bandera de las reivindicaciones indígenas. Son los serranos, son particularmente, los cusqueños. Son los serranos más auténticos. Y, además, los más insospechables. El Grupo Resurgimiento no ha sido inventado en Lima. Ha nacido, espontáneamente, en el Cusco. es él, con su primer manifiesto, el que se ha encargado de responder al señor José Angel Escalante.
No hay en mi, dogmatismo alguno. Lo que si hay es convicción, pasión, fervor. Esto creo que el propio Luis Alberto Sánchez lo ha dicho, generosamente, más de una vez. Mi espíritu no es dogmático; pero sí afirmativo. Creo que espíritus constructivos son los que se apoyan en una afirmación, sin temor exagerado a sus responsabilidades y sus consecuencias. Mi posición ideológica está esclarecida. La que está aún por esclareceres, en todo caso, la de Luis Alberto. Si nos atenemos a su último artículo, tendremos que considerarlo, en este debate, un expectador. Yo soy un combatiente, un agonista. Seguramente, es, ante todo, por este, que no coincidimos. De Mundial del 25 de febrero.