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AMAUTA 37 EL PROCESO DEL GAMONALISMO BOLETIN DE DEFENSA INDIGENA AÑO LIMA, MARZO DE 1927 No.
INDIGENISMO SOCIALISMO INTERMEZZO POLEMICO No me tocaría responder a la crítica de Luis Alberto Sánchez que en el último número de Mundial arremete contra el indigenismo de los costeños si en uno de sus acápites no me mencionara y refiriéndose sin duda a lo que he dicho a veces en Mundial no me atribuyera la diversión teorética de oponer, como gallos o boxeadores, colonialismo e indigenismo. si, además, no citara la revista de doctrina y polémica que dirijo. Porque, en verdad, no me siento responsable de las contradicciones y ambigüedades que Sánchez denuncia, ni he asumido, en general, la actitud que mi colega condena, uniformando inexactamente en ella a todos los escritores costeños, sin excluirse él mismo, acaso porque de otro modo su artículo no habría podido empezar con la palabra nosotros.
Con la impaciencia y nerviosidad peculiares a nosotros los costeños. Sánchez reclama absoluta coherencia y rigurosa unidad tal vez si hasta unanimidad en algo que no es todavía un prog sino apenas un debate, en el cual caben voces e ideas diversas, que se reconozca animadas del mismo espíritu de renovación. La crítica de Sánchez mezcla y confunde todas las expresiones positivas y negativas del movimiento indigenista. Sin distinguir al menos las expresiones teoréticas de las estéticas y de las prácticas, exige un perfecta congruencia entre especulaciones críticas, afirmaciones doctrinales e imágenes poéticas, de todo lo cual hace previamente una ensalada para enfadarse, luego, de encontrar juntas tantas cosas. Mi estimado colega me permitirá que le diga que la confusión está más en el sujeto que en el objeto.
Los indigenistas o pseudo indigenistas, a su juicio, adoptan simultáneamente los puntos de vista de Valcárcel y López Albújar. Pero éste es un error de su visión. Que se contraste, que se confronte dos puntos de vista, no quiere decir que se les adopte. La crítica, el examen de una idea o un hecho, requieren precisamente esa confrontación, sin la cual ningún seguro criterio puede elaborarse. Las tendencias o los grupos renovadores no tienen todavía un programa cabalmente formulado ni uniformemente aceptado.
Como he escrito, polemizando con Falcón, mi esfuerzo no tiende a imponer un criterio, sino a contribuir a su formación. Y, a riesgo de resultar demasiado lapalissiano, debo recordar a Sánchez que un programa no es anterior a un debate sino posterior a él.
El conflicto entre la tesis de Valcárcel y López Albújar, por otra parte, no está esclarecido. No es cierto, como Sánchez pretende, que del estudio de López Albújar surja la necesidad de ir a la raza indígena, pero para exterminarla. Nó, querido Sénchez. Seguramente, López Albújar, cuya aptitud para opinar sobre las consecuencias de su propio estudio es inobjetable no piensa de este modo.
Sánchez llega a una conclusión precipitada, simplista, dogmática, como las que reprocha a los indigenistas de la hora undécima. Si relée, con la calma y la hondura precisas. el estudio de López Albujar, encontrará que el novelista piurano hace preceder sus observaciones sobre la psicología del indio huanuqueño por una prudente advertencia. El indio escribe es una esfinge de dos caras: con la una mira al pasado y con la otra al presente, sin cuidarse del porvenir. La primera le sirve para vivir entre los suyos; la segunda para tratar con los extraños. Ante las primeros se manifiesta como es; ante los segundos, como no querría ser. Esta dualidad agrega es la que norma su vida, la que lo exhibe bajo esta doble personalidad, que unas veces desorienta e induce al error y otras hace renunciar a la observación por creerlo impenetrable. Una cosa es pues, el indio en su AYLLU, en su comunidad, en su vida íntima y otra en la urbe del misti, en sus relaciones con él, como criado suyo o como hombre libre. La mayor parte de las observaciones de López Albújar corresponden a la actitud del indio ante el blanco, ante el misti. Retratan la cara que López Albújar, desde su posición, pudo enfocar mejor.
La llamada hipocresía del indio, según Valcárcel, es una actitud defensiva. Esto, López Albújar no lo ha contradicho en ninguna parte. El autor de Cuentos Andinos se ha limitado a registrar las manifestaciones de esa actitud defen siva. En cambio, su cuento Ushanan Jampi es una confirmación de la tèsis de Valcarcel sobre la nostalgia indigena.
De otro lado, el trabajo de Valcárcel es de índole distinta del trabajo de López Albújar. Valcárcel hace síntesis; López Albújar, análisis. Valcárcel es lírico; López Albújar, crítico. Hay en Valcárcel el misticismo, el mesianismo de la generación post bélica; hay en López Albújar el naturalismo, el criticismo, talvez hasta el escepticismo, de la generación anterior. Los planos en que ambos actúan son, en fin, diversos. No trataré, por mi parte, de conciliarlos. Pero niego a su diferencia más que oposición el alcance que Sánchez le supone.
El indigenismo de los vanguardistas no le parece sincero a Luis Alberto Sánchez. No tengo por qué convertirme en fiador de la sinceridad de ninguno. Es a Sánchez, además, a quien le toca precisar su acusación, especificando los casos en que se apoya. Lo que afirmo, por mi cuenta, es que de la confluencia o aleación de indigenismo y socialismo, nadie que mire al contenido y a la esencia de las cosas puede sorprenderse. El socialismo ordena y define las reivindicaciones de las masas, de la clase trabajadora. en el Perú las masas, la clase trabajadora son en sus cuatro quintas partes indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues, peruano, ni sería siquiera socialismo si no se solidarizase, primeramente, con las reivindicaciones indígenas. En esta actitud no se esconde nada de oportunismo. Ni se descubre nada de artificio, si se reflexiona dos minutos en lo que es socialismo. Esta actitud no es postiza, ni fingida, ni astuta.
No es más que socialista. en este indigenismo vanguardista, que tantas aprensiones le produce a Luis Alberto Sánchez, no existe absolutamente ningún calco de nacionalismos exóticos. no existe, en todo caso, sino la creación de un nacionalismo peruano.
Pero, para ahorrarse todo. equívoco, que no es lo mismo que equivocación como pretende alguien. en lo que me concierne, no me llame Luis Alberto Sánchez nacionalista. ni indigenista, ni pseudo indigenista. pues para clasificarme no hacen falta estos términos. Llámeme, simplemente, socialista. Toda la clave de mis actitudes y, por ende, toda su coherencia, esa coherencia que lo preocupa a usted tanto, querido Alberto Sánchez está en esta sencilla y explícita palabra, Confieso haber llegado a la comprensión, al entendimiento del valor y el sentido de lo indígena, en nuestro tiempo, nó por el camino de la erudición libresca, ni de la intuición estètica, ni siquiera de la especulación teórica, sino or el camino, a la vez intelectual, sentimental y práctico del socialismo.
El indigenismo. contra el cual reacciona belicosamente el espíritu de Sánchez, no aparece, exclusiva, ni aún