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30 AMAUTA Concepto Socialista de la Asistencia Sani taria POR CL DR.
CARLOS RICCI TRADUCIDO ESPECIALMENTE PARA AMAUTA POR NUESTRO COMPAÑERO OSCAR HERRERA La salud es riqueza. El individuo enfermo no solo no produce nada para sí y para los demás sino que consume artículos especiales y costosos (medicinas, materiales de medicación, alimentos no comunes, mayor cantidad de locería, etc. y energía de la colectividad (asistencia de los familiares, de los enfermeros, etc. El actual régimen burgués, basado sobre la ganancia individual y sobre el agotamiento ajeno, del problema sanitario se preocupa solamente para impedir que la clase dominante y explotadora sea presa de las enfermedades contagiosas y para que a la producción de la riqueza no falte el necesario número de brazos. Cuando estos dos fines son alcanzados, en el régimen burgués, no ocurre que se busquen otros; porque los impuestos para la sanidad pública deberían grabar principalmente a los ricos; y después la buena salud física de la masa, hace a ésta más apta a la independencia, o sea más apta a sacudir el yugo opresor.
En efecto. se ha hecho algo (hasta ahora para resolver el serio problema de la casa del campesino, del obrero, especialmente en los pequeños centros y en el campo. se ha, por fortuna, resuelto el problema de la salubridad y suficiencia de la alimentación de los pobres, aún en las grandes ciudades. y, cuánto no deja que desear la asistencia hospitalaria, considerada hasta ahora función de caridad y no servicio importantísimo del Estado?
Pero una solución del problema de la asistencia sanitaria se impone hoy aún bajo el régimen burgués: a)
porque los obreros, los campesinos, los pequeños empleaburguesa; posibles de adaptarse a las urgencias de una clase en vías de transformar al mundo.
También. este es un error sumamente difundido y necesario de extirpar es absolutamente imposible entregar la belleza nueva en las tradicionales formas de expresión. La ideología del porvenir rebalsa los moldes en que se brinda la vieja concepción del mundo. Políticamente, oponemos el Estado proletario al Estado capitalista; los Consejos de obreros, soldados y campesinos (soviets. los Consejos de Economía Pública, etcétera, a los municfpioa y administraciones públicas burguesas, desde que sería absurdo e ingenuo pensa siquiera en que los órganos de opresión de la clase dominante pudieran servir de instrumentos para la liberación de la clase dominada. Debe, tiene que surgir, un medio de exteriorización el complicado del alma proletaria y sus actividades, articulado con belleza, con sus propios elementos y el servicio de sus gloriosas aspiraciones.
Esto no podrá lograrlo la generacion presente en toda su plenitud. Cábele sí la responsabilidad de aprisionar y fundamentar algunos de sus signos constitutivos esenciales.
Mucho debe hacer, por su parte, el proletrriado militante para ver llenada esta importante posición en su frente de batalla contra la burguesía.
Finalmente, mi preocupación constante por lo que al Arte revolucionario atañe, no es la resultante de cierta modalidad anímica personal. La experiencia rusa, en tal sentido, apoya ampliamente mi inquietud. Veo en el Arte una función social, humana, a la cual. sin descuidar por esto los demás aspectos de la vida colectiva, es necesario prestar cariñosa y fina atənción, llevados por el imperativo impuesto en esta hora nerviosa y fundamental.
ESTEBAN PAVLETICH dos no están en condiciones de sostener los gastos de la prestación médica, los costosos medicamentos, etc. etc.
en caso de enfermedad propia o de cualquier miembro de la familia; b) porque las municipalidades no están ya en condiciones de saldar la cuenta hospitalaria de sus asilados y de pagar adecuadamente a los médicos comunales; c) porque los hospitales después de haber agotado el capital patrimonial amenazan con cerrarse por falta de fondos; d) porque en fin el balance del Estado, como hoy está impuesto y organizado, rinde un déficit dificilmente eliminable, y no puede venir el Estado como sería su deber en ayuda de las entidades anteriormente mencionadas. Por eso han pensado algunos en resolver el angustioso problema por medio de la aseguración obligatoria contra las enfermedades.
Dudamos bastante de que esta ley la cual desde hace varios años se intenta en vano votar pueda obtenerse, a pesar de que hoy urge y se desea. somos de esta opinión por las siguientes razones: 10. Casi todos los médicos no están de acuerdo siempre por razones de personales intereses en el efecto de esa ley y en cómo debe ser (los médicos libres en ejercicio temen caer en la dura vida de los médicos titulares: los médicos afortunados no quieren renunciar a sus posiciones ya conseguidas, y entienden quedar distintamente que los colegas aún en el régimen de aseguración obligatoria contra las enfermedades; los médicos titulares no se avienen a pasar del titularato residencial al titularato pleno, empeorado con una cruel labor burocrática. y sin laacción concorde de los médicos, dice el socialista abogado Puecher, no es posible esperar el buen éxito de la aseguración obligatoria; 20. Si tal ley fuera votada dado los sistemas administrativos hoy imperantes probablemente dará luego un nuevo parasitismo burocrático que viviendo al márgen de la aseguración, no prestará ningún servicio efectivo a los asegurados pero perturbará los presupuestos; 3º. La masa de los trabajadores tanto manuales como del pensamiento ya está cansada de ver ulteriormente burladas sus espectativas y perdido su dinero, el cual apenas si le alcanza para cubrir las más apremiantes necesidades de la vida. Por ello en la práctica los trabajadores tentarán y con razón, todos los medios para no pagar sus cuotas correspondientes (la aseguración contra la invalidez y la vejez así lo enseña. máxime hoy por la inestabilidad de la moneda y la probable quiebra del Estado, lo cual aconseja a la masa de trabajadores auténticos y mal remunerados a no dar el huevo hoy por una hipotética gallina de mañana; 40. Los dadores de trabajo, que hoy tientan todos los medios para disminuir los estipendios y mercedes, mal soportarían nuevos gravamenes a su propio peculio y en pro de quienes realmente trabajan y producen (la actuación de la aseguración contra la invalidez y la vejez dan fe al respecto. 50. Aún el Estado no sabría, o no podría, encon trar los medios para su propia contribución (como no los encuentra para la otra ley de aseguración mencionada; y sin tal contribución la aseguración no podrá funcionar de hecho o funcionará de modo absolutamente inadecuado e insuficiente.
Así es que, por el momento, poquísimas esperanzas presta la aseguración contra las enfermedades. La tal ley. lo repetimos aunque se llegase a aprobar no traería ciertamente, por las razones que más abajo expondremos, radical y completa solución al problema de la asisteucia sanitaria. sin que tal solución fuese radical y completa, en vano se esperará una fuerte disminución en el número de enfermos, y un aumento consiguiente del bienestar físico,