BourgeoisieJosé Carlos Mariátegui

AMAUTA 23 Si se compara el descrédito en el cual Grosz hace caer al filisteo, con la justificación social y económica de los partidos anti burgueses, justificación vulgar que no puede servir a los fines del arte, la obra de Grosz se eleva a un dominio metafísico. El burgués, tal como lo entiende Grosz, equivale al pecador del mito cristiano, símbolos el uno y el otro de la imperfección orgánica, personificaciones irresponsables de los defectos de la creación, productos de una experiencia frustrada de la naturaleza. La especie burguesa representa, pues, un principio heterónomo y relativo, como en la ciudad antigua los esclavos representaban un material humano apenas esbozado con solo un valor de cantidad. si, como lo quieren todas las religiones, el primer y único deber del hombre es la perfección, es decir el genio, el burgués es en este caso aquel que no ha tenido el valor de conquistar un rango superior en la humanidad, que no ha sabido apoderarse de algunas parcelas de la sustancia diri.
na, que por el contrario se ha resignado y fosilizado a medio camino.
Perdidas la noción de lo divino y el recuerdo del camino que conduce a él, desvanecida la visión de las sublimes posibilidades ascensionales reservadas al hombre y solamente al hombre, el tipo burgués, para no ser pulverizado por el terror y devorado por el abismo de su vacío interno, se dá un peso, se establece en un éxtasis de plomo, juzgándose medida y modelo de la creación, punto de llegada y fase definitiva del progreso humano. La antigua idea de humanidad ha desaparecido, pues, para siempre en la raza burguesa y con ella todos las atributos del hombre superior, el arte, la religión, el amor y la sabiduría. Ahí donde el burgués hace la ley, la vida esta disminuída y empequeñecida y degenera en caos.
Grosz delimita la frontera física y metafísica que separa netamente a la humanidad de la burguesía. Los tipos de su sátira, aunque se parezcan al hombre, son en todo diferentes del hombre, en la conciencia y en las vísceras, en la inclinación y en el gesto. Privados de su identidad, estos bípedos sin plumas, para darse un contenido, están obligados a tomar caracteres agenos, jugando roles que no son los suyos.
Es lo más frecuente que jugeuen a los importantes, el hombre que se hace temer, y tomen con una impotencia arrogante el estilo autoritario. Entonces el cuerpo burgués, síntesis de todas las negaciones y disonancias en naturaleza, parece no ser más que el simple apéndice de un vientre pleno de cerveza; los hombros de los oficiales se vuelven demasiado cuadrados y los de los funcionarios demasiado caídos, las mujeres tienen las piernas muy cortas y el paso demasiado largo, los pastores protestantes pierden el tórax. En otras evocaciones, los maniquíes burgueses miman la alta sociedad: el gesto estudiado se convierte en movimiento mecánico; ojos privados de sol traspasan las elefantescas redondeces femeninas, sentadas torpemente en un festín; paquidermos, arrellenados en las poltronas, fruncen la nariz cosquilieada por las bebidas gaseosas; bocas a las cuales no ha sido otorgado el don del canto, ladran himnos al retorno de los Hohenzollern, en tanto que en la calle un mutilado de la guerra manco, ciego y loco, reducido al estudo de aparato mecánico tiende at transeunte sus manos artificiales. La intensidad visionaria de tales evocaciones hace palidecer.
Hasta los estudios y los bocetos de Grosz son acontecimientos fisonómicos. Parece increíble que una colección de figuras descaradas pueda formar un órden, una clase social. Estas cabezas burguesas, informes, como restos de trogloditas, han sufrido a través de las generaciones y degeneraciones, una regresión excesiva y presentan una multiplicidad asombrosa de ausencia de caracteres lógicos.
Ninguna de esas cabezas se asemeja a la otra, aunque todas hayan salido del mismo molde burgués. Pero Grosz sabe descifrar el misterio de la quimera proteica: con una seguridad de línea absoluta, matemática, traza los jeroglificos fisonómicos que expresan la fórmula constitutiva del bastardeamiento. Gracias al encantamiento dei arte, hace salir a sus víctimas de sus cuevas y las constriñe a mostrarse como son o como querrían ser. Privadas de relaciones interiores, éstas se agotan en la definición y tornan desposeídas en los limbos de lo inexistente.
La sátira de Grosz es un espejo ardiente que refleja, quemándola, el alma burguesa.
ITALO TAVOLATO.
2013 (VIENE DE LA PAG. 6)
que aceptar precisamente un trabajo de contrastación constante. Este es el único medio de concentrar y polarizar fuerzas, y nosotros 10 lo ocultamos nos proponemos precisamente este resultado. Tenemos confianza en nuestra obra. nó por lo iluminado o taumatúrgico o personal de su inspiración. sino por su caracter de interpretación y. coordinación de un sentimiento colectivo y de un ideal histórico Una obra finalmente, se juzga, por sus elementos positivos, creadores, esenciales, afirmativos. Este es siempre el juicio de la historia y de la opinión. Pertenece al espíritu pequeño burgués de los críticos orgánicamente individualistas, secesionistas y centrífugos, el juicio. muy criollo y limeño tal vez, de juzgar una obra por sus elementos pasivos, subsidiarios, formales o episódicos. Rendez Vous JOSE CARLOS MARIATEGUI,