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AMAUTA 21 E R E R S Un castigo de Dios se ha desencadenado sobre las ruinas de la Alemania de Guillermo: el dibujo de George Grosz, azote de lus burgueses. No se había visto todavía igual encarnizamiento vengador ni igual despliegue de ardor en los países setentrionales. Expresando con el dibujo su odio furioso, Grosz no se contenta con golpear al enemigo en el rostro hasta hacerle perder su fisonomía humana sino que lo hiere también en sus leyes biológicas, en el sexo y cl destino. Sus definiciones gráficas corresponden a ejecuciones capitales. Gracias a la forma satírica que le es particular, llega a aniquilar la pasividad prudhommesca y concurre así a abatir el reino de los bajos fondos del hombre.
El burgués deviene tanto más abstracto cuanto más se piensa en él y acaba por aparecernos bajo formas de laryas alógenas de la humanidad. Por consiguiente, Grosz no trata de asir el hecho empírico a la manera de los humoristas y de los caricaturistas, sino representa una realidad interior, intuitiva, visionaria, más verdadera que la realidad exterior, material, visible. Su modo de expresión es el del arte clásico: con elementos formales que no se puede verificar sobre el modelo, es decir que no se manifiestan en la naturaleza, con rasgos creados y nó copiados, constituye una nueva realidad verdadera y original y alcanza, por sus definiciones de tipos, una verosimilituo y una vitalidad superiores a la verosimilitud y a la vitalidad empíricas.
La obra de Grosz abre una perspectiva sobre el infierno fisiológico al cual es condenada la raza humana inferior. Las grandes ciudades que sirven de cuadro a estas obras, implican la interpretacion funcional y mecánica del espacio: las calles de las ciudades de Grosz son las trin Sala reservada cheras desoladas del industrialismo, desbordantes de pobres carnes burguesas que no pueden saciarse. Profesores y nueyos ricos, alpinistas y oficiales, rameras y tapettes. estu mente altas y amontonamientos de alambres eléctricos. Dondiante y souteneurs. criminales y empleados, retirados y de se mire, la lujuria en sus acepciones de burdel y los es.
cridas, sifilíticos y ladrones, junkers y mutilados, nego tigmas de la criminalidad se muestran impresos hasta en ciantes y apaches, todos parecen esforzarse por cumplir una los cortejos fúnebres. Cuando persigue sus negocios que ulta misión social: la de circular, en un movimiento idiota son para él una voluptuosidad, y la voluptuosidad que es paque es un fin en sí y con el aire de gentes a las cuales se ra él un negocio, el burgués se detiene sin embargo algunos hace dar vueltas conduciéndolas por la nariz. Entre los minutos para reflexionar que es una máquina entre las márestos humanos, se entrelazan, moldeados en la misma sus quinas, en tanto que las materializaciones informes de una tancia cobarde, tranvíis decorativos y plantas tísicas, letre sangre sifilítica continúan circulando, con esfuerzos aritméros amenazantes y animales aburguesados, casas exageradaticos, en las arterias grisáceas de la ciudad.
Como en las escenas de la calle, la representación de los interiores sigue el criterio de la simultaneidad que con1, 1)
viene perfectamente a la discordancia compleja y múltiple del asunto. Ahi donde reina el caos de la civilización moderna, la negación de la pausa, de la polaridad y de la distancia no produce más efectos literarios, de suerte que la función integral de los planos plásticos, físicos y síquicos en una sinceridad impúdica de ofertas, en un plano cinematográfico de evocación, aparece espontánea. Mesas de café, estados de alma, esquinas, cabezas, zonas erógenas, utensilios, memoria, uniformes, borracheras, se insertan péle mele las unas en las otras; una partida de naipe se engrana con un coito; un soldado inmóvil en espera de una órden tiene un vaso de noche a guisa de cabeza; el emperador Guillermo se muestra en fotografía con una presa de caza en la mano y condecoraciones hasta en la región pubiana; el emperador es dejado atrás por una gruesa horizontal que sonríe con las narices a Los subversivos caen biertas y exhibe su pecho en plena calle; E