AMAUTA 20 BOULEVARD LAS VITRINAS VICIO Junto a las vitrinas de modas las mujeres aprenden a ser cocottes.
Son platónicas de algun modo estas grandes mujeres de las ciudades de tercipelo. Cuántas veces las hemos visto pálidas de abandono junto a las brillantes vidrieras de luz! después haber logrado ante nuestros ojos, poco a poco, un petit gris valioso.
Todo esto se conoce porque cuando lo llevan se les ajusta a las carnes!
En los abrigos de pieles las mujeres ponen su desnudez. Indudablemente los abrigos tienen algo de cocottes.
Yo canto al abrigo cuya voluptuosidad goza la mujer.
El Mundo es una gran vidriera todos los días. de la noche: Los pobres se prueban las joyas y se engarzar las manos de Ópalos, cuidadosamente, detrás de las vidrieras.
En las vidrieras, los Ópalos tienen deseos criminales!
La mujer no acabó de comer la manzana y quiere todavia su futuro amargo.
La mujer estd embriagada bajo un cielo de humo y de tonos.
En pleno espacio tiene todo el frio corpóreo en la nariz.
Todos los colores y las brumas lejanas peregrinan hacia su gozo. así, está la mujer plena de noche, y sobre su carne de gallina tiembla el pene del color.
La noche se ha hecho blanda para su ya extremada carne blanca.
Cuelgan cintas de la luna del gozo. sobre su ombligo se ríe el vicio con dolor.
ORIENTE La cola de un pavo real de música sensualiza el aire.
En el oriente de una vitrina mi sueña es una droga.
Todo el blanco. aqaí va un dibujo!
es un hombre sentado.
Sueñan todos.
Mi desvelo en los pasadizos deja caer sus túnicas.
Si mi ensueño se va ¿por qué se queda mi carne?
La cola de un pavo real de música sensualiza el aire. Oriente sobre mi carne!
BOULEVARD CIELO El Boulevard pasea tu elegancia en los automóviles.
La cola de tu traje la lleva la muchedumbre.
Te abanica el aire. aroman la curiosidad las motas de tus senos.
Entre los mas anónimos de los hombres hay uno que sabe de tu carne de melocotón en primavera.
10h boulevard, en que las mujeres saben fallecer de histerismo en las mejores tardes del placer y del lujo.
Yo te canto ¡oh mujer de todos los hombres, porque toda la ciudad rueda hacia ti!
En el fondo de música del cielo las porcelanas danzan.
Las blancas! Las verdes! Las esperanzas!
Las almas duermen el ritmo de las porcelanas; y el cielo es un nido de tacitas blancas.
Las nubes barcas lloraron las lagunas, el color en el aire es el lazo del cielo efebo.
XAVIER ABRIL Unidos del Norte, no siendo la Humanidad como es hoy todavía un modelo a seguir?
He aquí dos preguntas que, entre otras, el americano del sur debiera de hacersc, meditándolas profundamente, antes de orientarse. El panorama universal está a la vista. Teorías, tendencias, actos, sistemas que antes vivieron escondidos o relegados por utópicos, salen hoy a la luz pública, luchan, oscilan y, a la postre, en una u otra forma, cuajan y se realizan. Nosotros contamos con las mismas aptitudes que los europeos, más una cualidad: la juventud que lo mismo puede servir para malograr nuestro futuro que para perfeccionarlo. Todo depende de nuestra conducta. Somos de una raza que ha tenido fervores ultra terrenos, que ha mirado siempre sobre lo inmediato, más allá de lo palpable, de lo adquirible y de lo episódico, aunque a veces se haya extraviado tomando por realidad lo quimérico. Nos ha quedado, pues, esa soberanía que consiste en mirar a largas distancias, por sobre encima de uno mismo, para ver y sentirnos sobre la humanidad dentro de la Humanidad. Despojada de la absoluta dirección que a esa mirada se le dió, bajándola un poco del cielo hacia la tierra. no podríamos los americanos del sur anticiparnos a engendrar la vida que sobreviene, tenderle las vías que reclama, ya que no estamos en la situación de Europa de destruir viejos caminos que en América del sur no los hay o que, si los hay, son resueltamente ficticios? Todo, viejos defectos y nuevos peligros, aconseja hacerlo, restaurando lo viejo aprovechable y destruyendo lo que por artificial se encuentra deteriorado o caduco. Sistemas? Todos, y ninguno. Doctrinas? Todas y ninguna, a fin de forjar la única: la vida americana del sur con un contenido humano más amplio, verdaderamente justo, realmente libre e imperecederamente ejemplar.
Mientras esto no ocurra el descubrimiento de la América del sur seguirá teniendo una importancia puramente histórica: su gran progreso físico una importancia atlética o muscular; su recepción de hombres un interés económico y biológico. Pero, en lo espiritual e ideológico, en lo humano, continuará sin haber dicho una sola palabra que emancipe al hombre de la explotación del hombre, que sustraiga a la verdad de las garras de la mentira, que haga, en fin, de la sociedad, vieja y desventurada, por sus egoísmos y prejuicios, una sociedad nueva y venturosa. América del Sur es dueña, sin duda de las condiciones mejores para producirlas. sólo entonces, cuando a la exclamación de América para la Humanidad la sustituya otra que diga América para la nueva humanidad se podrá afirmar que se ha incorporado a la existencia universal un Nuevo Mundo.
Madrid, 1927.
FELIX DEL VALLE.