AMAUTA POLEMICA FINITA Luis Alberto Sánchez, en un diálogo polémico que ha sostenido conmigo en Mundial. mis dos artículos de esta polémica aparecen en otro lugar de este número pretende que AMAUTA no ha respondido a su programa ni a sus ideas porque yo, según él, ne dado cabida a artículos de las más variada índole, a escritores de los más encontrados matices, perfectamente distantes de mi ideología y hasta he hecho tribuna académica de mi revista. Ei colegu Sánchez no cita esos artículos ni esos escritores, aunque probablemente ne le habrían faltado ganas de citarse él mismo, disidente y heterodoxo por exeelencia. Su aserción, tiene que parecerle apasionada y arbitraria hasta a los lectores más indiferentes a la cuestión en debate. Llamar académica a AMAUTA. que ha sido unánimemente calificada en recho Político. sino del arte de la política y lo mismo pasa con Mussolini en el Preludio que comentamos. La diferencia consiste en que para Maquiavelo y para Mussolini solo hay un problema que se resuelve individualmente, en una ecuación de términos opuestos: Estado, príncipe, déspota, pastor; contra sociedad, pueblo, multitud, rebaño. En una palabra, el arte individual de gobernar a la colectividad.
En cambio, el derecho político estudia las formas institucionales del problema social, procurando conocer su naturaleza y determinar su sentido histórico.
Las experiencias de Maquiavelo y de Mussolini, teóricas o dramatizadas, acerca del arte de gobernar y de conservar el gobierno, son totalmente extrañas al derecho político, aunque sirvan de episodios ilustrativos a la historia política, y a la psicología de las multitudes. De la misma manera, sería agena a la ciencia zoológica o al conocimiento de las sociedades animales la explicación que nos hiciera el payaso en el circo de cómo dirige con su látigo a sus caballos o sus perros amaestrados.
El hecho solo de dominar a una multitud y hasta de aporrearla, no nos enseña nada que pueda considerarse materia de derecho político, como no sea la convicción de que todo lo que llamamos derecho constituye una vana ilusión encubridora de la fuerza triunfante. No puede negarse dice Carlos Richet, en su reciente libro El Hombre Estúpido. que algunos de esos semidioses, como Carlomagno, Julio César, Luis XIV y Napoleón I, tuvieron una inteligencia superior a la de los hombres vulgares. Sin embargo. cuánta desproporción entre la enormidad de su poder y la potencia de su mentalidad! luego agrega: Si aún todos hubiesen tenido la inteligencia maravillosa de un Julio César, de un Napoleón 1, se justificaría más o menos su poder; se comprendería, mal que bien, su supremacía, porque, al fin, parece que los hombres vulgares habían de caer atados de pies y manos a las plantas de esos caudillos. Pero, nó; ino, para desdicha y desdoro de la especie humana! Julio César y Napoleon Bonaparte son seres excepcionales, rarísimos, y la mayor parte de los potentados que los tomaron por modelo, estuvieron desprovistos de inteligencia y de virtud; manifiestamente inferiores al más mediocre de sus vasallos. Los hubo sucios como Luis Xl; viciosos y libertinos como Luis XV; invertidos como Adriano; crapulosos como Enrique VIII; locos como Calígula; cobardes como Neron; feroces como Pedro el Grande; fantasiosos como Carlos XII. Su autoridad dependía de sus méritos como la floración de los manzanos puede depender de la imigración de los arenques.
Convengamos, por último, que si alguna lección dejan las dictaduras dramatizadas, como la de Mussolini, consiste en la seguridad de que los pueblos amaestrados, como los caballos y los perros amaestrados, responden al látigo cuando lo esgrime el payaso, pero también cuando lo hace restallar la mano del tony, del enano o del zanahoria del circo.
Esto también lo reconocen Maquiavelo y Mussolini. los pueblos dicen cuando ya no quieren creer, hay que hacerles creer por la fuerza. la fuerza es el látigo.
América y España como una revista de vanguardia. y no precisamente por el tono de su presentación, porque el primer número, agotado en pocos dias, no ha circulado en el extranjero es una demasía y un capricho verbales, tan su jetivos, tan exclusivos de Sánchez, que no vale la pena controvertirlos. Esta revista, académica según Sánchez, tiene ya algunos millares de lectores, hecho que basta para desmentir su opinión.
La otra afirmación, la de que AMAUTA no ha cumplir do su programa, porque ha acogido escritores diversos, tampoco es más fundada. El público a este respecto muestra también más instinto que el crítico. Desde el primer número ha reconocido en AMAUTA una ideologia, un espiritu. no solo el público. Comentaristas de otro campo, pero que prácticamente resultan mds objetivos que Sánchez a este respecto, como Jiménez Borja, extreman el diagnóstico, acentúan la definición, hasta el punto de no ver en AMAUTA sino una tribuna de mi ideologia y mi espíritu.
Otra vez, tengo que decirle, pues, a Sánchez que la confusión no está en el objeto sino en el sujeto. AMAUTA ha publicado artículos de índole diversa porque no es solo una revista de doctrina social, económica, política, etc sino también una revista de arte y literatura.
La filiación o la posición doctrinal no nos preocupan, fundamentalmente, sino en el terrero doctrinal. En el terreno puramente artístico, literario y científico, aceptamos la colaboración de artistas, literatos, técnicos, considerando sólo su mérito respectivo, si no tienen una posición militante en otro campo ideológico. Pero preferimos y distinguimos, por supuesto, la de los artistas y escritores que están integralmente en nuestra misma dirección. La presencia subsidiaria, o solo episódica, de un intelectual sin posición combatiente, en esta revista, no representa una prueba contra su espíritu, porque para afirmar y definir éste existen pruebas mucho más numerosas y fehacientes. Podemos usarla, por ejemplo, como reactivo. AMAUTA tiene demasiada personalidad para inquietarse por la fortuita presencia de una idea o un sentimiento heterodoxos en sus páginas. Es una revista de definición ideológica, de concentración izquierdista, que asimila o elimina, seguramente, sin daño para su salud, cualquier elemento errante. Tiene el caracter de un campo de gravitación y polarización. Los que arriban, transitoriamente, a este campo, pueden escaparnos, pero sin restarnos sustancia ni energía. Los que damos a AMAUTA tonalidad, fisonomía y orientación, somos los que tenemos una filiación y una fé, nó quienes no las tienen y que admitimos, sin peligro para nuestra integridad y nuestra homogeneidad, como accidentales compañeros de viaje. Somos los vanguardistas, los revolucionarios. Los que tenemos una meta, los que sabemos a dónde vamos. En el camino no nos alarma discutir con quienes no andan aún definitivamente orientados.
Estamos dispuestos todos los a confrontar nuestros puntos de vista con los afines o próximos.
Que AMAUTA rechace todo lo contrario a su ideologia no significa que lo excluya sistemáticamente de sus páginas, imponiendo a sus colaboradores una ortodoxia rigurosa. Este principio, que reafirmamos, nos obliga solo a denunciar y controvertir las ideas discrepantes peligrosas. AMAUTA. por otra parte, en cuanto concierne a los problemas peruanos, ha venido para inaugurar y organizar un debate; nó para clausurarlo. Es un comienzo y nó un fin. Yo, personalmente, traigo a este debate mis proposiciones. Trabajaré, por supuesto, porque prevalezcan; pero me conformaré con que influyan en la acción, en los hechos, prácticamente. en la medida de su coincidencia con el sentimiento de mi generación y con el ritmo de la historia.
Esto es muy claro y muy simple; pero, por lo visto, hay que repetirlo aunque no sea sino para confutar los reparos, no siempre benévolos, de quienes se imaginan que una revista de doctrina y polémica debe expurgar su material que constituye los elementos de un debate debate de izquierda claro está. y nó sus conclusiones con un terror supersticioso e inquisitorial a toda idea más o menos alógena. Nć; nuestra ideología, nuestro espíritu, tienen (PASA LA PAG. 23)