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AMAUTA 27 EXPERIENGIAS SOGIALES EL CONFLICTO MINERO POR OESAR FALOON (CONCLUSION, VEASE EL NÚMERO ANTERIOR)
LA NACIONALIZACIÓN INEVITABLE.
Hoy, despues de dos años de conflicto, la crisis continúa en el mismo estado. Porque la crisis verdadera consiste en la inadaptabilidad de la organización minera para cumplir sus funciones actuales. Mientras la mineria no se transforme en un verdadero servicio público no podrá satisfacer eficientemente las necesidades industriales del país y resolver para siempre su crisis interna.
Esta es a todas vistas la única solución definitiva. Basta ver cuánto le han costado al país los siete meses de paro para advertir cómo la crisis minera no es un caso industrial, sino un problema nacional. El paro le cuesta a Inglaterra la pérdida de ciento cuarenta millones de días de trabajo y de sesenta miliones de libras en salarios, seiscientos mil desocupados más en las otras industrias, once millones de libras en socorios a los desocupados, cinco millones ochocientas mil libras en auxilios a las familias mineras y más de trescientos millones de libras en daños sufridos por el comercio en general: Cuando una industria puede causar con la suspensión de su funcionamiento perjuicios tan enormes y tan generales, su funcionamiento se convierte en necesidad pública.
Este es el caso de las minas británicas. Son un factor indispensable en la vida y el progreso nacional y no pueden, por tanto, estar sujetas a las contingencias de los intereses, las doctrinas y las conveniencias particulares. Así como Inglaterra no puede dejarle a nadie la propiedad de las aguas de sus ríos o de los puentes o del servicio de correos, tampoco puede dejar hoy. y mucho menos lo podrá mañana. a la propiedad privada, el manejo de un factor tan esencial para su vida como la ininería. Tan esencial, si no más, como las aguas de los ríos, los puentes y los correos.
Por esto, la única manera de resolver eficazmente la crisis minera es la nacionalización de las minas. Ninguna otra medida la resolvería con tanta eficacia. Desde luego, aquí se habla de la nacionalizacion solo con referencia al problema específico de las minas británicas. Hablar contra ella porque es una proposición socialista es tan tonto como proponerla por la misma razón. Inglaterra no es ni ha sido nunca una comunidad socialista y, sin embargo, las calles están socializadas y en varias de sus ciudades están municipalizados la luz eléctrica, el agua y los tranvías.
Las ninas han llegado a ser una cosa de necesidad tan pública como las calles.
nicos del Estado o los particulares pueden organizar el pro. yecto en dos semanas y en menos tiempo aún encontraría el Estado el dinero necesario para incautarse de ellas.
Pero la modificación del sentimiento público es un proyecto mucho más dificil de formular y realizar. Los leaders mineros no han logrado todavía presentarlo acertadamento, Ya se han dicho las razones por las cuales no han acertado. Mas siempre es un ejemplo apto, por que son los hombres más cerca de las minas y los más interesados en plantear bien el caso. La idea precisa saldrá, claro es, si no de ellos, de alguien. El problema está allí latente y no puede quedarse así toda la vida.
El pueblo inglés necesita convencerse, esto es, ver la necesidad de nacionalizar las minas para cumplir con ellas dos fines primordiales: abastecer eficientemente de combustible a la industria británica y pagarle altoś salarios a los mineros. Nada más. Lo demás debe estar subordinado a estas dos exigencias. Tal vez el Estado, cuando se haya apoderado de las minas, para satisfacer aquellas obligaciones, pierda dinero y le imponga a los contribuyentes la carga de sostener a los mineros. Pero esto es precisamente lo conveniente para el pals.
Antes y durante el conflicto, y ahora mismo, la clientela patronal esgrime triunfadora el argumento: los mineros no tienen derecho a vivir a expensas de los contribuyentes. Lo han dicho y lo dicen para evitar nuevas subvencioOBSTÁCULOS PARA LA NACIONALIZACIÓN Pero la nacionalización de las minas, aún después de haberse comprobado claramente su indispensabilidad, no es una cosa fácil de hacer. Las calles fueron socializadas desde el primer momento, las ha hecho el pueblo, no han estado nunca en manos de particulares y todo el mundo tiene la costumbre atávica de mirarlas, respetarlas y administrarlas como una propiedad comunal. Las minas, en cambio, se han hecho por iniciativa, con el trabajo y es capital de particulares. Jamás han dejado de pertenecer a la propiedad privada y hasta hoy no ha habido un motivo suficiente para convertirlas en propiedad pública.
Esto es, a mi juicio, el obstáculo más serio para la nacionalización. Todos los demás no tienen relativamente importancia. En el instante de nacionalizar las minas, los técJoseph Vissarionovich Stalin, líder del partido bolchevique