AMAUTA 21 Indios haciendo una alfombra. por Quispez Asín L N E POR EULOGIO GARRIDO CACHICADAN La casa ha apagado su fogón, ha cerrado sus puertas, se ha despedido de las colinas y de los matorrales que la circundan y parece pronta a emprender el viaje.
Hasta ha abierto un triángulo entre sus muros y sus tejados para estar atenta a la llamada de fuera.
El camiro ocre y los matorrales, que saben bien que la casa quiere irse y se irá, corio sus dueños, no dicen nada: se han puesto a esperar lo inevitable, no más.
La casa le ha encargado a un árbol de tres brazos, que està al otro lado del camino, que le avise cuando llegue hora.
IV He salido esta mañana para llenarme de motivos de eternidad. encuentro que la Mañana se ha tendido sobre los caminos, sobre los peñascos, sobre las quebradas, sobre los tejados, sobre los trigales, sobre las copas de los eucaliptos y aún sobre las pencas azules. no contenta con esto la Mañana ha colgado su colümpio bajo la comba del cielo, entre una nube pétrea que se asoma por levante y otra nube pétrea que hunde sus garras sobre los cerros del poniente.
La Mañana se columpia y un cóndor teje círculos y clrculos y círculos en torno de ella.
El sol, jocundo y redondo, boga hacia el zenit y se rie de la candidez de la Mañana que no se siente envejecer.
29 He llegado a un puente. Un pobre puente de tierra, sombreado de alcanfores.
El puente anuda dos caminos: uno que trepa, acezando, hacia las alturas y otro que baja, caracoleando, hacia un poblacho.
Me he parado a la mitad del puente y porque si he extendido los brazos hacia el oriente y hacia el ocaso; y así me he hecho puente también. Pero el puente sabe lo que anuda. Sabe que es ruente. Lo sé yo acaso?
III Este quinual plantado al borde de una colina verdosa y de espaldas un camino rojo, tiene tres brazos.
El quinual ha salido ávido de entre la tierra, rompiéndola con impetu. Ya, afuera, no ha sabido que hacer. Subir hacia esa cosa tan azul de arriba. Ir haeja ese cerro del frente tan manso, tan amarillo, tan redondo. Seguir hacia abajo la línea rumorosa de los eucaliptos?
El quinual no sabe que hacer y sus tres obscuros deseos dieron vida a tres brazos.
Con el uno intentó subir hacia la cosa azul, pero luego el viento del Norte quebró su anhelo.
Con el otro quiso alcanzar el cerro manso y amarillo del frente, pero el viento del sur lo detuvo, y además ¿para qué irse tan lejos?
Con el tercero quiso bajar con la fila de eucalip tos hacia una casa roja, pero el viento del Oeste no lo dejó y pensó también después que no era digno de él irse por el camino de otros. asi fué como se quedó con sus tres brazos extendidos sobre la colina verdosa, y de espaldas al camino rojo.
La casa que está al otro lado del camino le dice cosas bscuras a veces y el viento de Levante y el del Norte le gritun otras en tono mayor.
La muerte, al irse la otra noche, se dejó olvidada esta casa al borde de este camino ocre.