AMAUTA 19 Ο Μ X V Estarás blanca rociada de dias y días inútiles Estarás caída en el fondo de noches sin fondo como una lágrima Tu alma abrirá los brazos, volarán esperanzas y goteará tu voz en quena de ausencia Ha de ve nir será un cielo agitado de nubes tu pobre pecho convulso sosteniendo a tus senos sin sosiego eho cuchillo en la boca sangrante, atravesar los techos entre las llamas y perderse en nubes de humo. luego nada.
Sólo que la puerta gira scbre sus goznes y la ola furiosa invade el caserío. El incendio se ha propagado. El patio, donde acuchillan y machucani, quema corno un horno. E!
mayordomo está tostándose en un rincón; lo buscan afailosamente. Hay montones de cadáveres. Los fusiles no dejan de vomitar agonías. Lloran las mamalas prendidas de sus amados cadáveres, cuando les cae un adɔbe del edificio que se desmorona. El muchacho de la hazaña que hubo de hundir su puñal cien veces en doscientos pechos, se bate como un puma acorralado. Su cuerpo no tiene un lugar sano. Le han acribillado las balas y muchos puñales se le han hundido. Apenas respira, pero es para levantar el brazo y enterrarlo en el primer obstáculo que encuentra. Le sangran las heridas. Los trechos del rostro que no ha manchado la sangre tienen una palidez de muerte. Ya abre los ojos con dificultad. Apenas puede proferir una maldición: jperros!
Se arrima a una pared. Se arde. Se muere. El, que veía todo con serenidad y precisión, siente que le han campanilleado en el oído como si un campanazo fantástico estuviera golpeándole el cerebro. Ya no vé las cosas bien. Las vé borrosas. Oye una voz lejana. Huahua. Huahuay! Pero la voz se pierde en una lejanía muelle y porosa. Está blanco todo. Se sonríe. Hay entre sus nervios un cosquilleo que le hace sonreír. luego amanece. Cómo! Sí, amanece. La noche ha fugado asustada. Todo lo vé de una claridad lechosa. Las nubes teñidas de un rojo de leche sanguinolenta. nueva vez la campana y una voz que en la lejania le dice ſhijo! con dolor o locura. la mujer del encarcelado tirada debajo del perro mayordomo. se vá para la feria con ios pollerines vistosos y coloridos como aparato de fuego pirotécnico. otra vez la campana y un sueño que se está durmiendo hace siglos. alguien que pretende despertarlo en la cárcel está tambièn junto a la burra de buena leche.
La burra negra. Qué tontería! Es Juez de Paz. se ha casada en San Juan el bribonzuelo. Se cayó la mula en el viaje a la montaña cuando el río le gritó su hambre desaforada y el sol por capricho se ha metido en la calceta de la viėja. Ah, la vieja perra, es la madre del gamonal! cuando era niño y todo le gustaba el pan de la ciudad tan blanco. las calles eran tan dulces y la plaza de Puno azúcar. Qué bien comen en la ciudad! otra vez la campana y la voz que dice ¡HIJO! y él que se sonríe porque ha hundido su puñal en donde hubo sitio. luego más blanca la alborada y por fin se ha evaporado y no oye nada y nada comprende, porque él ha triunfado sobre todos y contempla su victor a cuando lo meten en la tierra envuelto en una frazada vieja de su abuelo. Pero ya no está muerto!
y al fin por alcanzarme cada credúsculo te deshards en luz en pájaros en humo En tus manos tranquilas han de dormir los caminos, todos los caminos que volverán de mi busca naufragarán los barcos de tus ojos distantes y quedarás callada, triturada, sin un grito bajo una inontaña de silencio pero los vientos locos de todos los puntos, los vientos cargados de celos te deberán gritar SOLA SOLA SOLA hasta deshojarte en llanto GUILLERMO MERCADO Vuelve el gamonai al terruño. Es recibido en la estación por la innumerable pandilla de sus asalariados, aunque 110 falten cuatro cholos altivos que vayan a sonarle pitos y latas a cambio de un cuartelazo de esos que dejan el cuerpo molido, pero honrado. Al siguiente dia el periodismo local. casi suyo en absoluto, puesto que el que no se mantiene a causa de subvención fiscal, callándolo discretamente, por cierto, y en el colmo de la desvergüenza, lanzando papirotazos al amo que lo hace desayunar, seguro de que su hojita no llegará hasta la Capital, el que 110 se mantiene así, digo, se desencorcha debido a sus dineros particulares, llámale conspicuo ciudadano, estadista de intuición, parlamentario elocuente e integérrimo, hábil político y por último, hijo predilecto de la madre tierra, honra y gloria del campanario, e inserta los ardorosos y, elocuentes discursos que prepararon dos semanas antes sus fieles y agradecidos eunucos. Divinizan el menú, obra de arte sobre la cual escribe alejandrinos de corte modernista, según propia expres el poeta de la aldea, un paliducho señor, limeño por antonomasia, que tiene por alma una bacinica de hospital. Divinizan el menú y se lo engullen regiamente, sobre todo el poeta.
El hombre ante tantas visitas de gentes desconocidas, la mayoría de las cuales no entiende su idioma, se acoge a las rejas de presidio y mira con angustia mal reprimida, pero ahora con desconsuelo superior a la muerte. Todos sólo le miran y pasan. Pero ellos no pasan para él. Por qué te han encerrado. Tatay. Has niatado. Tatay. Has robado. Tatay!
Al cabo de pocos meses se le verá aparecer tras de las rejas mirando con cínica insolencia para relatar con frialdad los detalles de su crimen.
Ese cholo alto y fornido, de una belleza insospechable, es motivo de motivos para la generación de locos que hoy invaden el planeta. Allí el indio refina sus vesanías y cuando sale jal fin sale, porque él sabe esperar! es un bravo e invencible caballero de asesinatos y robos.
La agilidad de un lazo bien tirado tiene el río que desciende entre fragosas montañeras, viniendo desde la apartada región de los hielos perpetuos. Mete bullas ensor