AMAUTA 17 La Hora de las Atalayas En quel dulce Imperio Descuelga el Silencio telarañas abstractas para adornarse.
y paséase ahora con RUIDOSO SILENCIO a nuestro lado.
En aquel dulce imperio moribundo, vivíamos, por cierto, de estúpida manera.
Asomámosnos entonces a las más altas atalavas del Pensamiento y la Sensibilidad.
Abrimos a nuestro paso, amplia y totalmente, LAS PUERTAS INCREIBLES.
Toscos vasos de tedio derramaban su vino oscuro. oh, Esclavitud! poh, Muertelen las resecas llagas sedientas de nuestras bocas.
Es cuando creémos VER. Cuando ya VEMOS!
Cuando creemos OIR. Cuando ya OIMOSI Cuando la parsimoniosa tortuga del Conocimiento, encuentra la manera de calarse las alas de la Revelación!
Cuando. jsábe Dios a dónde iremos a dar. veces. joh, la sombria ergastula!
nos creíamos ratas.
Ahl. cuando el sol, burlando la vigilancia de los centinelas, lograba colar un dedo suyo, lo deshilachábamos, voraces, como a un trozo de carne.
Pero he aquí que nada. NADA. Así era, hermanos, nuestra vida en aquel dulce imperio moribundo. es que el Silencio ha huido.
y al huir ha dejado colgadas sus telarañas abstractas en los cinco clavos de nuestros cinco sentidos. ALCIDES SPELUCÍN, ya es la mañana. ya es la luz.
LA LUZ?
LA SOMBRA. I N S Ah. Yo le lloré y le llamé y le dije la mágica palabra que detiene.
Le dije el verso, le dije la esperanza, le dije la oración.
le dije el ruego, y el estremecimiento y el clamor y el grito. Pero él pasó, veloz, indijerente, como una peregrina flecha de oro, hacia los horizontes matinales del sueño, del olvido y de la muerte!
Dibujo de Emilio Pettoruti