AMAUTA 35 ENSAJE DO MENSAJE AL CONGRESO OBRERO POR JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI El primer Congreso Obrero de Lima, realizó, dentro de sus medios, su objeto esencial, dando vida a la Federación Obrera Local, célula, núcleo y cimiento de la organización de la clase trabajadora del Perú. Su programa natural, modesto en apariencia, se reducía a este paso. El desarrollo, el trabajo de la Federación Obrera Local, durante estos cinco años, demuestran que en esa asamblea, los trabajadores de vanguardia de Lima, a través de inseguros tanteos, supieron encontrar, finalmente, su camino.
El segundo Congreso llega a su tiempo. Ha tardado un poco; pero no sería justo reprochar esto a sus organizadores. sus fines son, lógicamente, nuevos y propios. Se trata ahora de dar un paso más y hay que saberlo dar con resolución y acierto.
La experiencia de cinco años de trabajo sindical en Lima debe ser revisada y utilizada. Proposiciones y debates que en 1922 habrían sido prematuros e inoportunos, pueden ser hoy abordados con los elementos precisos de juicio allegados en este período de lucha. La discusión de las orientaciones, de la PRAXIS, no es nunca tan estéril como cuando reposa exclusivamente sobre abstracciones. La historia de los últimos años de crisis mundial, tan gràvidos de reflexiones y enseñanzas para el proletariado, exige de sus conductores un criterio realista.
Hay que despojarse radicalmente de viejos dogmatismos, de desacreditados prejuicios y de arcaicas supersticiones.
El marxis:10, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades. Por eso, después de mas de medio siglo de lucha, su fuerza se exhibe cada vez más acrecentada. Los comunistas rusos, los laboristas ingleses, los socialistas alemanes, etc. se reclaman igualmente de Marx.
Este solo hecho vale contra todas las objeciones acerca de la validez del método marxista.
El sindicalismo revolucionario, cuyo máximo maestro es Jorge Sorel, menos conocido también por nuestros obreros que sus adjetivos y mediocresrepetidores, para fraseadores y falsificadores no reniega absolutamente la tradición marxista. Por el contrario, la completa y la amplía. En su impulso, en su esencia en su fermento, el sindicalismo revolucionario constituyó precisamente un renacimiento del espíritu revolucionario, esto es marxista, provocado por la degeneración reformista y parlamentaria de los partidos socialistas. De los partidos socialistas, nó del Socialismo. Jorge Sorel se sentía idénlicamente lejano de los domesticados socialistas del parlamento que de los incandescentes anarquistas del motín y la violencia esporádicas.
La crisis revolucionaria abierta por la guerra ha modificado fundamentalmente los términos del debate ideológico. La oposición entre socialismo y sindicalismo no existe ya. El antiguo sindicalismo revolucionario, en el mismo país donde se pretendía mas pura y fielmente soreliano Francia, ha envejecido y degenerado, ni más ni menos que el antiguo socialismo parlamentario, contra el cual reaccionó e insurgió. Una parte de ese sindicalismo es ahora tan reformista y está tan aburguesada como el socialismo de derecha, con el cual tiernamente colabora.
Nadie ignora que la crisis post bélica rompió a la Confederación General del Trabajo Francesa) en dos fracciones, de las cuales una trabaja al lado del Partido Socialista y otra marcha con el Partido Comunista. Viejos líderes sindicales, que hasta hace poco se llenabun la boca con los nombres de Pelloutier y Sorel, cooperan ahora con los más domesticados políticos reformistas del socialismo.
La nueva situación ha traido, pues, una nueva ruptura o mejor, una nueva escisión. El espíritu revolucionario no está ahora representado por quienes lo representaron antes de la guerra. Los términos del debate han cambiado totalmente. Jorge Sorel, antes de morir, tuvo tiempo de saludar la revolución rusa como la aurora de una edad nueva. Uno de sus últimos escritos es su Defensa de Lenin.
Repetir los lugares comunes del sindicalismo pre bélico, frente a una situación esencialmente diversa, és obstinarse en una actitud superada. Es comportarse con absoluta prescindencia del acelerado y convulsivo proceso histórico de los últimos años. Sobre todo cuando los lugares comunes que se repiten no son los del verdadero sindicalismo soreliano sino los de su mala traducción española o, mas bien, catalana. Si hay algo que aprender del sindicalismo anarquizante de Barcelona, es sin duda la lección de su fracaso. El debate programático, entre nosotros, no tiene, además, porqué perderse en divagaciones teoréticas. La organización sindical no necesita etiquetas, sino de esp.
Ya he dicho en Amauta que este es un país de rótulos. aquí quiero repetirlo. Extraviarse en estériles debates principistas, en un proletariado donde tan débil arraigo tienen todavía los principios, no serviría sino pará desorganizar a los obreros cuando de lo que se trata es, justamente, de organizarlos.
El lema del congreso debe ser LA UNIDAD PROLETARIA.
Las discrepancias teóricas no impiden concertarse respecto de un programa de acción. El frente único de los trabajadores es nuestro objetivo. En el trabajo de constituirlo, los trabajadores de vanguardia tienen el deber de dar el ejemplo. En la jornada de hoy, nada nos divide: todo nos une.
El Sindicato no debe exigir de sus afiliados sino la aceptación del PRINCIPIO CLASISTA. Dentro del Sindicato caben así los socialislas reformistas como los sindicalistas, así los comunistas como los libertarios. El Sindicato constituye, fundamental y exclusivamente, un ORGANO DE CLASE La Praxis, la TACTICA, depende de la corriente que predomine en su seno. no hay por que desconfiar del instinto de las mayorías. La masa sigue siempre a los espíritus creadores, realistas, seguros, heróicos.
Los mejores prevalecen cuando saben ser verdaderamente los mejores.
No hay, pues, dificultad efectiva para entenderse acerca del programa de la organización obrera. Están demás todas las discusiones bizantinas sobre metas remotas. El proletariado de vanguardia tiene, bajo los ojos, cuestiones concretas: la organización nacional de la clase trabajadora, la solidaridad con las reivindicaciones de los indígenas, la defensa y fomento de las instituciones de cultura popular, la cooperación con los braceros y yanacones de las haciendas, el desarrollo de la prensa obrera, etc. etc.
Estas son las cuestiones que deben ocuparnos capitalmente. Los que provoquen escisiones y disidencias, en el nombre de principios abstractos, sin aportar nada al estudio y a la solución de estos problemas concretos, traicionan consciente o inconscientemente la causa proletaria Al segundo Congreso Obrero le toca echar las bases de una confederación general del trabajo que reuna a todos los sindicatos y asociaciones obreras de la república que se adhieran a un programa clasista. El objeto del primer