AMAUTA 23 alguna con las realidades sociales y étnicas del nuevo conti ros del privilegio y de la sangre y los señoríos de la nente? Es cierto que allá, como en todas partes, la masa es pesada para moverse y los hombres de cultura media se muestran egoístas, ciegos y escépticos; sin embargo, basta mirar nuestro mapa con atención para sentir que de aquellas vastísimas soledades emana una invocación a la humanidad; un anhelo de que aquella tierra sea poblada y organizada de otra manera, y ya no como antes. La inmensa belleza de aquellos paisajes, hizo que los conquistadores y los misioneros no se detuviesen en un sitio sino que constantemente avanzaran para extender el dominio humano sobre las cordilleras y los desiertos. Esa misma grandiosidad armoniosa de aquellos vastos sitios de elección, pone en las almas que allí se desenvuelven, no sé que necesidad de ensanchamiento y de grandeza y un sentido de religiosidad artística, comparable al indostánico de las buenas épocas antiguas. Nuestra emoción particular tiene la ventaja de que es moderna y de que se está formando en una época en que el mundo ya no está limitado a las tradiciones y las capacidades de solo un pueblo. La civilización es ahora, por primera vez en la historia, un fenómeno realmente universal; no es inglesa, aunque los ingleses dominen materialmente el mundo; no es francesa, aunque los franceses extiendan su pensamiento a muchas naciones; no es alemana, no es italiana; no es ni siquiera europea porque hay muchas cosas fundamentales que Europa ha tenido que tomar de otras partes y todavía le quedan algunas que aprender. De suerte que por primera vez, puede hoy afirmarse que la civilización comienza a ser mundial. el sitio predestinado, el lugar insustituible para el desarrollo y ensanche y cristalización de esa mundialidad, está entre nuestras campañas nuestros bosques y nuestros mares. Nuestra alma nacional también responde a tan vasto destino, porque posée, más que otra alguna del globo, estos dos elementos que reunidos constituyen la mejor base para construir un futuro; una mentalidad completamente libre de prejuicios, de tradición o de casta y un sentido de belleza fino y profundo que si logra desenvolverse dentro de normas éticas y sociales, producirá el mayor florecimiento que han visto los siglos.
Sin embargo la obra de allá es demasiado vasta, demasiado urgente y demasiado importante para que pueda tomarla a su cargo una sola raza. Nuestro continente no es un territorio reservado para los blancos, ni siquiera para los rojos y tampoco debe excluir a negros y asiáticos. Al contrario, para todos hay allí tarea y galardón. Estamos en vísperas del instante en que tendrán que juntarse dos grandes potencias creadoras dos potencias que traerán una revolución benéfica al mundo; ellas son: los vastos recur.
sos inexplotados de América y la técnica de la ingeniería europea que constantemente perfecciona sus métodos. Cuando las dos fuerzas hoy latentes se desenvuelvan y se junten, la humanidad conquistará un periodo de abundancia y de dicha durante el cual tendrá ocasión de revisar sus propósitos y de orientar sus problemas. La tarea que entonces se desarrolle, podrá ser una tarea salvadora de la civilización.
Se deduce de todo esto, en consecuencia, que la creación de un gran Estado libre en la América de origen hispánico es una empresa que afecta a la humanidad entera y que por lo mismo, debe recibir el apoyo leal de todas las gentes.
Porque aquella será una patria a la que nadie es extraño, cada alma libre del mundo debe recibir como ofensa propia, cada uno de los atropellos del Imperialismo contemporáneo contra nuestros débiles repúblicas. los buenos ciudadanos de Norte América no los exceptúo de este deber de hacer respetar nuestras nacionalidades, por lo mismo que ellas representan un nacionalismo que tiende a destruir la esencia misma de los nacionalismos consolidados de nuestra época. en honor de la verdad ha de decirse que deritro de los mismos Estados Unidos hay muchos yanquis puros que nos ayudan en nuestra lucha contra el peligro de los nacionalismos capitalistas y conquistadores. Muchos son allá los que comprenden que la fuerza más poderosa que podemos oponer a los imperialismos contemporáneos es la unión de los oprimidos de todas las naciones, contra los fueros fuerza.
Quizás la más urgente necesidad de nuestro continente es poseer esa técnica acaso el único aporte eficaz de los tiempos modernos la técnica científica que ha de ponernos en condiciones de aprovechar nuestros recursos. Para este fin particular necesitamos de los europeos, como también necesitamos a los ingenieros y a los técnicos de Norteamérica. En lo que hace a la vida social y a la vida del espíritu la América Latina ha comenzado ya a seguir su propia ruta; tiene derecho a su pensamiento, como vosotros lo tenéis al vuestro. Por fortuna esta autonomía no es causa de disensión. El pensamiento a nadie pertenece y sin embargo es un tesoro común. Tanto en filosofía, como en arte y en materia social, tomaremos ejemplos del mundo entero, de acuerdo con nuestro propio criterio y con el fin de construir mejor. Mandad, pues, a la América Latina vuestros artistas y vuestros pensadores; sus semillas fructificarán aunque los frutos tendrán que aparecer más o menos cambiados. Ya no es aquel un campo de ilimitado proselitismo. Si todavía nuestra capacidad de asimilación es grande, hemos comenzado a producir y a pensar por nuestra cuenta.
Pero vosotros y todos los hombres contaréis con la ocasión de influir en el carácter de nuestras creaciones mentales.
Enviad vuestro pensamiento, pero antes que otra cosa mandad a la América Latina vuestra técnica, vuestros ingenieros y vuestros constructores. Al principio, será menester que les prestéis apoyo desde Europa, en la forma de utensilios y maquinarias y pequeños préstamos, pero muy pronto y si no aparece la ruin intención de explotarse unos a otros, los frutos sobrepujarán a las promesas. Por otra parte, este erte de colaboración que os solicitamos no es sino un aspecto local del mismo gran anhelo que en estos instantes conmueve al mundo. Casi hasta ayer, la organización social fué la obra de la fuerza, del soldado o del Rey. Pero tal era bárbara, está siendo sustituida en todas partes por formas republicanas y más o menos socialistas de gobierno: ello obliga a sustituir al soldado por el hombre de ley, el abogado o el economista, es decir el gobierno del que legisla en vez del gobierno del que manda para hacerse obedecer; en vez de la voluntad del Señor o del Rey, el consejo de los ciu: dadanos. Pero ya es fácil adve cir que este gobierno del hombre que piensa impone la ley, aunque muy superior al gobierno del soldado y del Rey, tiene que ser rebasado, ya que es un medio y no un fin. Su tarea es organizar el trabajo, la producción y la distribución sobre bases justas y en seguida tendrá que aparecer una nueva forma de gobierno que ya se ha manifestado ocasionalmente: el gobierno del ingeniero y del técnico. Todas las fuerzas del Estado se reconcentrarán entonces en la tarea de arrancar a la naturaleza sus tesoros y sus poderes. Sobrevendrá una era, no de industrialismo sino de industrialización, en la cual los recursos naturales serán explotados en grande para beneficio de todas las gentes. Lo que el industrialismo ha hecho para beneficio de minorías privilegiadas, la industrialización técnica del Estado lo obtendrá en grande para beneficio común. precisamente es la América Latina la región del mundo la más a propósito para el desarrollo de este nuevo Estado de tipo industrializado y libre. Después, es claro, de la misma manera que el soldado es sustituido por el hombre de ley y el hombre de ley es sustituido por el técnico, venará el período del gobierno de los filósofos. La educación será entonces la tarea fundamental; ya no la producción, convertida en organismo en marcha, sino la tarea de cultivar y desenvolver los espíritus. Pero el gobierno de los filósofos, si su misión no se corrompe, tendrá que llevarnos a otro grado todavía superior del progreso social, a la desaparición del Estado que también es medio y no fin; pues no hay otro fin que el individuo, la chispa divina, el Alma y Dios, y todo lo demás es como paja y vanidad. Al desaparecer por innecesario el Estado, la última huella de la barbarie también se irá con él y las forinas todas del nacionalismo serán cosa del pasado.
Tenemos, pues, cinco períodos en los procesos del gobierno, cinco tipos de gobernante: el soldado, el abogado