AMAUTA 21 EL PO MA NA E LA NUBE POR PEROI BISSHE SHELLEY Traducido en prosa por Eduardo Dieste Frescas lluvias traigo de los mares y de los ríos para las flores en sed; y doy ligera sombra a sus hojas languidecidas con los sueños del mediodía. Las gotas de rocío sacudidas de mis alas despiertan los dulces capullos que había mecido la danza de sus madres alrededor del sol. Empuño un haz de flagelante granizo y emblanquecen a mis plantas las verdes praderas; lo disuelvo en lluvia nuevamente, y río a carcajadas cuando paso en el trueno.
Hago caer la nieve cernida montañas abajo, y los grandes pinos gimen despavoridos; y la noche toda es mi blanca almohada mientras duermo en brazos de los vientos. Sublime en la torre de mi etérea morada mi piloto de fuego se sienta, y en una caverna debajo el trueno encadenado forcejea y brama hasta el paroxismo; con suaves deslices mi piloto me conduce sobre la tierra y el océano, atraído por el amor de los genios que viven en los purpúreos abismos; sobre los arroyos, los ricos y los collados, los lagos y las llanuras, donde quiera imagina, bajo la montaña o el torrente, que el Espíritu gusta permanecer; y todo el tiempo tomo el sol en la azul sonrisa del cielo que se disuelve en lluvias.
Con abrasada zona de rosas ciño el trono del sol, y la luna cinturón de perlas; los volcanes ennegrecen, y las estrellas vacilan y ondulan al desplegar mi bandera los torbellinos, de cabo a cabo, a manera de puente, sobre un turbulento mar, a los ardores del sol me alzo como una techumbre que las montañas podría tener de columnas. El arco triunfal por donde marcho con huracán, fuego y nieve, todos los poderes del aire encadenados a mi carro, es el arco de los millones de gotas de colores, cuyos delicados matices la esfera del fuego teje arriba, mientras la húmeda tierra se ríe debajo.
Yo soy la hija de la tierra y del agua, y el cielo es mi nodriza; yo paso a través de los poros del océano y de su horizonte unidos; yo cambio, pero no muero. Cuando después de la lluvia el pabellón del cielo queda sin mancha, y los vientos y rayos solares con su convexo resplandor recónstruyen la cúpula azul del aire, silenciosamente me río en mi propio cenotafio, y afuera de la caverna de la lluvia, como un niño del útero, como un fantasma de su tumba, me aparezco y deshago todo lo hecho.
El sanguíneo sol de oriente, con sus ojos meteóricos y su ahuecudo plumaje de llamas, salta atrás de mi barca velera, el lucero de la mañana enfría su luz, y en el pico de abrupta montaña que un terremoto sacude y balancea de improviso, un águila baja y puede posarse un instante en la luz de sus doradas alas. Cuando el sol sumergido en el mar luminoso puede al fin calmar sus anhelos de sueño y de amor, y el manto rojo de la tarde cae por encima del profundo cielo, con las alas plegadas yo me quedo en mi nido del aire tan quieta como una paloma sobre sus huevos.
La redonda moza, luna llamada por los mortales, llena de blanco fuego, corre con trémulos visos por mis vellones, y a media noche desparrama las brisas; y donde pudo el golpeteo de sus pies invisibles, oido tan solo de los ángeles, romper la trama del fino techo de mi tienda, se asoman y atisban las estrellas; me río al verlas remolinarse y huir como un enjambre de doradas abejas, si agrando los rasgones de mi abrigo hecho de viento; hasta que serenos los ríos, los lago y los mares, porciones del cielo que yo he roto, con luna y estrellas parecen empedrados. R Hay una voz de Biblia en tus palabras, cuando me hablas el lenguaje de los árboles.
Hierve en tu sangre la verdad de Saavedra.
No puede mentir tu boca lo que canta tu corazón.
Tu corazón se nutre de cielo.
ΣΜιιο Gorsvavo Tu verdad es mi quinto Evangelio.
Vas construyendo día a día mi dicha, con tu verdad, con tu sinceridad, dandote a mí como el más puro amigo, más que un amigo y menos que una conquistadora mujer!
1926, ILDEFONSO PEREDA VALDES, LEDA EL CISNE, dibujo de Goyburu