AMAUTA 19 profundamente ligada al suelo, se desarrolla orgánicamente, se realiza en creaciones, deviene invenciblemente internacional. Su genio consiste, ante todo, en su poder de traspasar todos los límites.
El rasgo esencial del caracter de lliitch es asaz justamente definido por Gorki, cuando éste le atribuye un optimismo combativo. Pero Gorki agrega: Este lado de su personalidad no tenía nada de ruso ¡Vamos! Este típico intelectual, este asceta de provincia. no era todo lo que hay de más ruso, de más local. No es un buen hombre de Tambov. Cómo, pues, Lenin, con rasgos esenciales que no son rusos, con una voluntad de fierro y un optimismo combativo, resulta al mismo tiempo el tipo del intelectual ruso. No hay en esto alguna gruesa calumnia contra el hombre ruso en general? El talento de dejar a los piojos a sus anchas es, en verdad, indiscutiblemente ruso; pero, gracias a la dialéctica esto no durará siempre sino que cambiará.
La política socialista revolucionaria que corona el régimen de Kerenski, fué la más alta expresión de este viejo arte nacional de dejar a los piojos a sus anchas. Pero Octubre, sabedlo bien, Alexis Maximovitch, habría sido imposible, si, mucho tiempo antes, en el hombre ruso no se hubiera alumbrado una nueva flama, si su carácter no se hubiera transfigurado. Lenin se interpone no solamente en la época en que la historia de Rusia cambia de dirección, sino en el momento en que el espíritu nacional se transforma por una crisis. Los rasgos esenciales de Lenin, según pretendéis, no son rusos. Pero, permitidnos demandaros si el partido bolchevique es un fenómeno de caracter ruso holandés. Qué diréis de esos proletarios de la acción clandestina, de esos combatientes, de esos uralianos duros como la roca, de esos franco tiradores, de esos comisarios del ejército rojo, que día y noche, tienen el dedo sobre el gatillo de browning, y hoy de esos directores de fábricas, de esos organizadores de trusts que mañana estarán prontos a arriesgar su cabeza por la emancipación del cooli chino? He aquí una raza, he aquí un pueblo, he aquí uno de los grandes órdenes de la Humanidad. no son acaso de pasta rusa? Nos permitiréis contradeciros. qué diremos de toda la Rusia del siglo XX y de antes: no es ya el viejo país provincial de las épocas lejanas; es una Rusia nueva e internacional con metal en su caracter. El partido bolchevique es una selección de esta nueva Rusia. Lenin es su más grande formador y educador.
Pero aquí entramos en el dominio de la confusión absoluta. Gorki, no sin un regreso de coquetería, se declara dudoso marxista que no crée en la razón de las masas en general, ni en la razón de las masas campesinas en particular. Estima que las masas tienen necesidad de ser gobernadas de fuera. Sé escribe que expresando semejantes ideas me expongo una vez mas a las ironías de los políticos. Sé igualmente que los mas inteligentes y honrados entre ellos se burlarán de mí sin convicción y, por decirlo asì, cumpliendo un deber de funcionarios. No sé quienes son esos políticos inteligentes y honrados que participan del escepticismo de Gorki respecto de las masas.
Pero este escepticismo nos parece bastaute chato. Que las masas tengan necesidad de ser dirigidas (de fuera)
Lenin lo había, creemos, adivinado. Tal vez Gorki ha oído decir que para conducir a las masas Lenin ha empleado todo su vida consciente en crear una organización especial: el partido bolchevique. Lenin no alentaba absolutamente una fé ciega en las masas. Sin embargo él despreciaba todavía mas la actitud de esos intelectuales que reprochan a la masa no estar hecha a su imagen y semejanza. Lenin sabía que la razón de las masas debia adaptarse a la marcha objetiva de las cosas. El partido debía fcilitar esta adaptación y, como lo atestigua la historia, ha cumplido su tarea no sin éxito.
Gorki está en desacuerdo, como lo escribe, con los comunistas acerca del rol de los intelectuales. Estima que los mejores de los antiguos bolcheviques han educado centenares de obreros precisamente en el espíritu del heroismo social y de una alta intelectualidad. Mas simplemente, más exactamente, Gorki no acepta a los bolcheviques sino en la época en que el bolchevismo estaba todavía en sus ensayos de laboratorio preparando su primeros cuadros de intelectuales y obreros. Se siente completamente próximo al bolchevique de 1903 1905. Pero el de octubre, maduro, formado, el que con una mano inflexible ejecuta lo que comenzaba apenas a entrever hace quince años, ese es extraño y antipático a Gorki. El propio escritor, con su constante tendencia hacia una alta cultura, una más completa intelectualidad, ha encontrado el medio de detenerse a mitad del camino. No es ni laico ni pope: es el chantre de la cultura. De ahí su actitud orguIlosa, su desdén de la razón de las masas y al mismo tiempo del marxismo, aunque éste, como se ha dicho, muy diferente del subjetivismo, se apoya no sobre la fé en la razón de las masas, sino sobre la lógica del proceso material que, en fin de cuentas, somete a su ley la razón de las masas.
La vía que conduce de este lado no es del todo simple, es verdad y hay que romper algunos platos; se rompe hasta algunos utensilios de la cultura. He ahí lo que Gorki no puede tolerar. Según él habría que contentarse de admirar la bella vajilla; no habría que romperla jamás. Para acercar a Lenin a sí, para consolarse, Gorki nos afirma que Iliitch ha tenido sin duda más de una vez que sujetar su alma por las alas. en otros términos hacerse violencia: implacable cuando había que aplastar una resistencia, Lenin estaba sujeto a luchas interiores, debía vencer su amor al hombre, su amor a la cultura; esto era en él un verdadero drama. En una palabra, Gorki atribuye a Lenin ese desdoblamiento que caracteriza a los intelectuales, esa consciencia enfermiza que se estimata tanto en otro tiempo, ese precioso abceso del viejo radi calismo intelectual. Pero todo esto es falso. Lenin estaba hecho de un bloque. Trozo de alta cualidad, de estructura compleja, pero bien sólido en todas sus partes y en el cual todos los elementos se adaptaban los unos a los otros admirablemente. La verdad es que Lenin evitaba con bastante frecuencia el conversar con peticionarios, defensores y gentes de esta suerte. Que fulano los reciba decía con una sonrisa evasiva porque de otro modo yo sería demasiado bueno. Sí, tenía constantemente miedo de ser demasiado bueno, pues conocía la perfidia o bien LENIN, por Bullen